Leprous – Melodies of Atonement (2024): Hacia un forzado sosiego

El nuevo disco de los noruegos ha generado una recepción dividida en los oyentes

Leprous nos entregó el pasado 30 de agosto su última placa larga duración, cuyo lanzamiento ya ha sido fechado con una gira mundial que los traerá nuevamente a Sudamérica y Chile dentro de una nueva edición del festival Cl.Prog el año 2025. El disco en sí ha recibido opiniones diversas desde su lanzamiento, debido fundamentalmente al matiz lento y repetitivo en el cual los temas se enmarcan. Es sin duda un trabajo más compacto, de canciones más cortas y en donde los juegos vocales de Einar Soelberg sobresalen en conjunto al uso de mayor recursos electrónicos, quedando relegados los segmentos melódicos e instrumentales a un plano más modesto. Sin embargo, el grupo mantiene cierto nivel de calidad al cual nos mantiene acostumbrados desde hace años, por lo que en los 50 minutos de duración del album existen algunas piezas que pueden ser destacadas.

El disco parte con una pieza de apertura épica titulada «Silently Walking Alone», canción que busca atraer de lleno con lineas vocales melódicas y un aire atmosférico épico. Le prosigue «Atonement», canción con un sonido totalmente identificable al quinteto, pero más breve y consiso que trabajos anteriores, en donde la guitarra de 8 cuerdas Aristides de Tod Oddmund toma obvio protagonismo. Le prosigue «My Specter», la que parte calmada y en medio explota con intensidad para escuchar un Einar intenso vocalmente. «I Hear the sirens» continúa con las bases electrónicas acompañadas de la batería de Baard Kolstad, a quien a ratos se le percibe contenido hasta ahora a diferencia de trabajos anteriores, volviendo a entregar la fórmula de inicio calmo, explosión intermedia para volver a la calma. Las dos primeras canciones fueron entregadas como singles de adelanto, y los temas nuevos no entregan mucho matiz nuevo a lo ya escuchado.

«Like a Sunken Ship», otra canción entregada en adelanto, aparece con mayor fuerza y densidad sonora, con lineas vocales pegajosas, guturales y un sonido más pesado notorio en el bajo de Simen Borven, quien actualizó su conocido Fender Precision Bass recientemente. Aquí los fanáticos encontrarán una buena canción que en vivo funcionará de optima forma en la retroalimentación banda/oyente. «Limbo» es un corte más hard rock, con sonidos etéreos y una estructura más habitual en lo que es una canción convencional del género. «Faceless» es una canción ligeramente más extensa que las escuchadas hasta ahora, y también apuesta por líneas vocales repetitivas para destacar sus intenciones. Se mezclan bien los tintes soul, industriales y la entrada más djent que tiene el grupo desde sus raíces, siendo posiblemente otra de las sobresalientes del album.

Ya de frente a las tres últimas canciones «Starlight» ofrece otro momento de contemplación, siendo efectivamente la lírica circundante al disco asociada a la superación y la expiación. ¿Lo han logrado hasta ahora? Pareciera que no con mucho éxito, pero hay que seguir. Robin Ognedal entrega un solo de guitarra destacable en este momento. «Self-Satisfied Lullaby» anticipa el final con pasajes electrónicos y synthwave, rescatando estilos vocales y melódicos típicos del pop y la música de los años 80. Para terminar, «Unfree My Soul», tema fuerte que funciona fundamentalmente como coda a un trabajo que parece un forzado movimiento hacia el sosiego, más que un retorno a lo orgánico. Las bandas pueden reinventarse y recurrir a recetas más directas, lo que hace el trabajo en cuestión más sencillo de oir, pero para los oídos más exigentes puede que las melodías de expiación no sean suficientes para satisfacerlos, o mejor dicho, hacer justicia a una trayectoria completa de aciertos bajo el brazo.

Rodolfo Galleguillos

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