Aurora en Chile: Canciones para sanar
Este 10 de noviembre se vivió una velada llena de magia y fantasía a cargo de la voz más dulce del pop actual. El Movistar Arena vivió uno de los mejores espectáculos del año gracias a Aurora. La cantante logró conectar con el público de manera fantástica gracias a su emotividad e histrionismo constante.
La artista se apoderó del escenario y coronó una gran presentación gracias a su talento y capacidad de conexión espontánea. Su voz es capaz de navegar en sensibilidades oscuras y tristes, pero también puede levantar a una multitud con ritmos de júbilo y coros optimistas.
Esa sensibilidad ya es conocida por sus fanáticos y es justamente uno de los factores que transforman a sus conciertos en espectáculos llenos de alma y carisma. Una sensibilidad que mantuvo cautiva a las almas de un Movistar Arena repleto de un público entusiasta y heterogéneo en todo sentido. Una muestra de lo transversal de la música de la artista Noruega. Desde niños hasta gente adulta, desde gente hetero hasta la importante presencia de la comunidad LGBTQ+, todos tuvieron su refugio junto a la entrega de Aurora.
Pasadas las 21.00 horas el escenario se oscureció al son de “Goddes of Dusk”, grabación que permitió la introducción de la cantante y su banda ante un público ansioso y emocionado. Una ovación estruendosa recibió a una alegre Aurora que llevó consigo un vestido largo sobre sus pies descalzos. Una energía que la embargó de emoción. Un breve saludo con mucho sentir y la fiesta comenzó con “Churchyard”.
La cantante es acompañada por dos coristas que funcionan como una caja de resonancia etérea; Kristina Skyberg y Amalie Holt, ésta última también atenta al sintetizador, su guitarrista y amigo Fredrik Svabø y el baterista Sigmund Vestrheim.
Una banda que logra mantener en sintonía a Aurora. La cantante es libre sobre el escenario; su registro vocal de estilo soprano es tan amplio como la serie de movimientos con los que acompaña cada estrofa. Su cuerpo salta, gira, se inclina y enloquece según lo amerite el ritmo y la canción. Pero en los momentos de mayor congoja y sutileza la gravitancia sobre su presencia no muere. Su voz acogedora hace palpitar a un público devoto y entregado.
El respetable se hizo sentir con fuerzas ante interpretaciones realmente cautivadoras. Momentos de magia e intensidad se vivieron en los primeros minutos del concierto con “Soulless Creatures”, “A Soul With No King” e “It Happened Quiet”.
Gran parte de las letras de Aurora hablan del alma del ser humano, su conciencia y accionar en el mundo. Por ello no fue extraño que la primera pausa de su concierto fuera usado para tomar posición frente al conflicto palestino israelí. Luego de recibir del público una bandera de Palestina la cantante la abrazó junto a su pecho y declamó en defensa de la autonomía de la mujer y cuestionó el estado actual del mundo con otros conflictos como los vividos en Congo, Sudán, Yemén y Siria.
Un repertorio amplio en ritmos y emociones. Las frecuencias de Aurora pasan por la pena y la desazón para luego navegar hacia la esperanza y la alegría. La presencia de “Heathens” y “The Dark Dresses Lightly” apuntalaron a un público que conectó con el enfoque de cada momento y canción. El mismo juego de voces de “The Dark Dresses Lightly” enloqueció y enfervorizó a los más fanáticos del público. Un momento de verdadera fantasía musical.
En vivo la cantante reversiona algunas de sus obras, cosa que también pasó en Chile. Aurora nos regaló “Exist For Love” y “The River” en clave acústica, así como la interpretación a capela de “The Conflict Of The Mind”, una experiencia que demostró la pureza y refinación de su voz.
Entre el público la emoción se reflejó en tres desmayos a lo largo del concierto. Momentos donde la cantante no dudaba en parar su canto para asegurarse de que recibiesen ayuda a través de agua que era pasada de mano en mano por el mismo público. La conexión emocional fue mutua, ya que incluso la misma artista llegó a emocionarse hasta las lágrimas hacia el final de su presentación. Una verdadera comunión bajo el manto de Aurora.
Por supuesto que los hits no faltaron. Desde sus clásicos como “Runaway” y una que no venía cantando en su gira como lo es “Running With The Wolves”, hasta “The Seed” y “Starvation”. Cada una con un público en plena sintonía, así como la cantante con los presentes.
El último acto de su concierto fue un cuento onírico lleno de saltos, colores, fantasías y sonidos dulces. Una elección de tracks que sacudió los ánimos por una última vez con “Cure For Me” y “Some Type Of Skin” para luego recostar las energías con la interpretación en el teclado de “Invisible Wounds”.
Un show donde la emoción embarga desde la lírica, las frecuencias etéreas y una entidad vocal devenida en Aurora. Una cantante espontánea, llena de recursos, que supo manejar al público de principio a fin incluso en los momentos de plena improvisación con los desmayos. La tercera presentación de Aurora en Chile, está vez en un Movistar Arena para ella sola, fue una experiencia catártica donde la cantante logró conectar con su público y entregó un mensaje esperanzador para nuestro devenir.