Bane en Chile: La fuerza para seguir adelante

Hay despedidas que no duran para siempre. Hace casi 10 años exactos, Bane visitó Santiago por última vez. Fue durante una gira de disolución que, por aquel entonces, también estuvo enmarcada en el lanzamiento del álbum “Don’t Wait Up” (2014), marcando el punto final de una de las agrupaciones de hardcore más importantes de los 2000s. Es por esta razón que la fecha del pasado 13 de agosto despertaba expectativas desde hace meses. Un reencuentro que se visualizaba como histórico. Gracias a la energía, la mística y el desplante de la banda de Worcester, la jornada estuvo a la altura y demostró que, pese a su legado, Bane siempre nos invita a mirar hacia adelante.

Lo memorable de la cita del pasado martes, también estuvo dado por el número de apertura, siendo En Mi Defensa los elegidos para encender este reencuentro. Una decisión que no pudo ser más acertada, ya que la agrupación, relativamente contemporánea a Bane, hizo recordar aquellos años de hardcore formativo en muchos de los presentes. Con algunos minutos sobre lo pronosticado, En Mi Defensa demostró su agradecimiento por la invitación, ofreciendo un setlist bastante completo, que condensó cortes clásicos como “Riqueza y poder” y “Apostando a ganar”, del emblemático disco homónimo, “Elefante”, del también reconocido “Silencios” (2011), o “Deshacer, desmontar, destruir”, de su segundo álbum, “Un sitio bajo el sol” (2008). En un show intenso, los nacionales dejaron el ambiente perfecto para disfrutar a los anfitriones de la noche.

El público esperaba con ansias al conjunto de Worcester, mientras que el espacio estaba totalmente dispuesto para disfrutar de una jornada exigente y vertiginosa. A petición de la banda, una tarima hacía de puente entre los artistas y el público, alentando de esta manera los incesantes stage dives que se vivieron en Sala Metrónomo, muy necesarios en el lenguaje y ritual propio de un show de hardcore.

Con un setlist escrito a mano, que cada miembro del grupo se preocupó de pegar cerca de sus instrumentos, y un Aaron Bedard luciendo una vistosa polera de los locales de Ariete, Bane daba algunas señales de su actitud en el escenario: sencillos y totalmente conectados con lo que nos convocaba. Lo cierto es que el setlist voló tan fugaz como las miles de patadas voladoras que cayeron sobre las cabezas de los asistentes, sin embargo, logró su cometido de extraer el máximo de sudor y energía en el recinto de Bellavista.

La dinámica se articuló en ciclos de dos canciones y una pausa, comenzando con “Count Me Out” y “Final Backward Glance”, siendo la excusa necesaria para sacudir a todos los fervientes fanáticos. Mientras que, por parte da la banda, Bedard no demoró en recordar el especial cariño que sienten por la escena chilena, asegurando que nunca han dado un mal show acá y que este reencuentro no sería la excepción. Y así lo demostraron con otro torrente de energía, impulsado por “Ante Up” y la coreada “Can We Start Again”.

Si bien los momentos enérgicos continuaron con canciones como “Non-Negotiable” y “Some Came Runing”, el repertorio también incluyó secciones más emotivas, como el caso del coro final en “Swan Song”, o la agridulce “Wrong Planet”. En este mismo sentido, el cierre del show de Bane estuvo marcado por el éxtasis en “My Therapy”, que incluyó un guiño al breakdown de la canción “Domination” de Pantera, y la conmovedora “Calling Hours”, ofreciéndola coherentemente como una canción para nunca decir adiós. Aprovechando las últimas ansias del público, Bane se despidió definitivamente con la implacable “Ali V. Frazier I”.

Tal como se esperaba, el retorno del mítico quinteto de hardcore fue una experiencia implacable de principio a fin. Un ritual caótico que le debe mucho a los artistas, pero que indudablemente no hubiese sido lo mismo sin la entrega total del público. Entre cuerpos agotados y caras de satisfacción, Bane nos demostró a todos que su mensaje y su música sigue siendo un singular motor para avanzar y hacer frente a las durezas de la vida.