Disco Inmortal: Metallica – Master of Puppets (1986)
Elektra, 1986
“Master of Puppets” tiene de todo para ser considerado una obra maestra, desde su imponente nombre hasta esa clásica portada de las cruces, pasando por cada nota de su música. Es poderoso, violento, melancólico y, por sobretodo-que es una de las cosas más importantes-, hay mucho sentimiento en él, quizás más que en ningún otro, como si ellos mismos supieran que iba a ser un álbum para recordar con nostalgia la genialidad de su soberbio bajista Cliff Burton, quien falleciera un poco después del lanzamiento de esta placa.
Como iba a ser la tónica que marcó la grabación de su anterior “Ride the Lightning” y el posterior “…And Justice for All”, la plaza para grabar tan magna obra iban a ser los Sweet Silence estudios, los del danés productor y amigo de la banda Flemming Rasmussen (quien se ha adjudicado en su currículum justamente tan buenos discos, importantísimos en la historia de los de San Francisco y del metal mundial), allá en Copenhague, Dinamarca, la tierra natal del baterista Lars Ulrich.
Estas tierras escandinavas fueron entonces el lugar propicio en el que se plasmó esta gran obra, que a la larga no ha sido tan sólo una grande del thrash, si no una obra que ha influenciado de forma transversal al rock. Por una parte Metallica conservaba esa fuerza, el speed metal que emanaba de la guitarra de Kirk Hammett, pero también por otra parte había mucha melodía, grandes versos en la construcción de las estrofas de las canciones y mucho feeling.
Son sólo ocho canciones, pero ocho genialidades, cada una tiene su brillo, no hay relleno, la implacable ‘Battery’ abre, en lo que puede ser muy probablemente una de las mejores canciones para abrir un disco de metal, con esa guitarra trovadora que antepone la descomunal cantidad de riffs que empiezan a llover, como su nombre lo dice es una canción con una energía eléctrica potentísima, como para despertar a un muerto.
El tema que da título al disco puede ser simplemente el mejor de todos los tiempos del género, con una temática de posesión, de una persona manejada (se aduce claramente el tema de las drogas) “Your Life burn faster / obey your master”, cambia de ritmo, con una sección instrumental, técnica, mucha visión, es simplemente una obra maestra y tremendamente potente por lo demás. La gran gracia de este disco, te puede sacudir tanto como te puede sensibilizar y despertar emociones, en eso Metallica le da justo al clavo.
Pero hay mucho más: ‘The Thing That Should Not Be’ encanta por sus repetitivas secciones, es algo adictiva, no importa cuantas veces se repitan, pero esos riffs groovie enamoran, también la poderosa ‘Leper Messiah’ nos trae una colección de riffs pesadísimos de primera, con una marcha ascendente para después explotar en guitarrazos power de los mejores vistos. ‘Disposable Heroes’ no lo hace nada de mal tampoco, esta vez con otra de las temáticas recurrentes en la historia del grupo: el anti belicismo, su crítica ante la guerra y las muertes en vano de los soldados americanos tildándolos desde una perspectiva en tercera persona, como los mandos militares de ‘héroes desechables’.
La poderosa balada ‘Welcome Home (Sanitarium)” toca otro tema sensible, el del abandono, la demencia senil, el asilo y la locura en otra de las grandísimas del álbum, con mucha fuerza y melancolía, como siguiendo la premisa de que cada rincón de este disco tiene algo especial. “Master of Puppets” son ocho historias, cada una con personalidad propia, la instrumental “Orion’ simplemente es mágica, tiene esa marcha de batería acompañada con el exquisito bajo del gran Cliff Burton, ese cúmulo de riffs que desprende, los solos y esa gran sección que como te lleva al espacio, al ‘Orion’, a la vía láctea, tiene ese espíritu soñador, como ido además la canción. El bestial cierre con ‘Damage, Inc.’ sólo viene a sellar todo este increíble álbum, los latigazos que salen de esas cuerdas han sido parte fundamental del thrash ochentero, mucho power para cerrar esta maravilla.
Metallica además logró ya ir acercándose a momentos donde la masividad y curiosidad por los no tan cercanos al metal o al thrash más extremo podían arrimarse, el disco sería el primer puntapié para la vuelta en cuanto a sonido que se daría Metallica, lo cual hoy en día es muy conocido por todos, por algunos tomado de buena forma, y para los más puristas del thrash de vieja escuela quizás no tanto, una obra cúlmine, inspiradísima y clásica, pueden pasar muchas décadas y seguramente nunca nos aburrirá, y así, de esa forma natural es como siempre se descubren las obras inmortales del rock.
Por Patricio Avendaño R.