Disco Inmortal: U2 – The Joshua Tree (1987)
Island Records, 1987
Según el Antiguo Testamento, Josué derribó la muralla de Jericó sólo usando el sonido de unos cuernos, los que podrían ser el equivalente a unas trompetas. Esa metáfora, la de la fuerza de la música, que muchas veces ha logrado hacer tambalear el orden social y político, es el mejor descriptor de la fuerza que inspiró un álbum melodramático, directo y repleto de sentimientos que lo volvieron universal. Nos referimos a “The Joshua Tree”, el disco editado en 1987 y que consiguió que los irlandeses Bono, Adam Clayton, The Edge y Larry Mullen Jr. pasaran de ser músicos a súper estrellas del rock.
¿Cómo corroboramos aquello?. Bueno, de muestra están las casi 30 millones de copias vendidas y el hecho de que el disco llegó al n° 1 en 22 países, sosteniéndose nueve semanas en el top de Billboard; también le aderezamos los Grammys y otros premios que obtuvo y que quedan de corolario, pero que se sienten pequeños comparado al poder rítmico y al mensaje universal -pero enraizado fuertemente a Estados Unidos- que contienen sus canciones. Para lograr tantos reconocimientos hay que trabajar duro, apoyarse en la experiencia de buenos productores y estar en el lugar y momento indicados; sin embargo, muchos casos han reunido todo eso y no lograron ser lo que fue y es “The Joshua Tree”, pues tras los acordes melódicos del poderoso álbum se escondía la necesidad de adoptar a América como una causa. “The Joshua Tree” fue el sucesor de “The Unforgettable Fire”, cuyo sonido es más estructurado y ambiental, muy de acuerdo al gusto europeo. ¿Qué cambió en 3 años?.
Para 1987, Bono estaba muy familiarizado con Bob Dylan, al cual admiraba no solamente por su capacidad retórica, sino como ésta calzaba a las maravillas en ritmos que le eran lejanos, como el blues, pero al cual se sentía cada vez más atraído. Entonces, para darle forma a “The Joshua Tree”, se conectó con la raíz más profunda del rock estadounidense.
Todos hemos tarareado “Where the Streets Have No Name” y ese flujo que lleva la guitarra eléctrica, justa y precisa para volverla una imprescindible. O qué decir de la influencia gospel que se respira en “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, o de la fuerza avasalladora de “With or Without You”, cuya melodía bellísima acompaña la voz de Bono en un mensaje marcado por el desamor, estilo balada pop que inundaba las radios por entonces. Estos tres hitos abren el disco y sellaron su épica apoyándose en videoclips en tonos sepia, más artísticos y no tan ceñidos a un guion, mezclándose con la gente, con las razas y sintiendo sus energías desde la azotea de un edificio. Todos estos detalles permitieron que el álbum sacara a flote un valor muy enraizado en los músicos beat de los ’60. Hablamos de aquellos que abrazaban una causa y, con ella, distinguían al rock de un valor mucho más universal que el de la partitura de una determinada canción. Los U2 se la jugaban.
Además de los 3 himnos que abren “The Joshua Tree”, los irlandeses compusieron “Bullet the Blue Sky” cantándole a la intervención norteamericana en El Salvador, mientras que “Mothers of the Dissappeared” tuvo su origen en la organización Madres de Mayo, en Argentina, y en otras similares que nacieron en una etapa de horror latinoamericano. Nuestro continente sufría y Bono recibía los gritos de dolor que impulsaron su creatividad en versos que, rápidamente, le dieron popularidad a la banda más allá de Europa.
“Red Hill Mining Town” refleja el dolor en una hermosa canción que relata el drama, siempre presente y aunque pasen las décadas, del desempleo. “Running to Stand Still”, por su lado, abordaba la historia de una pareja dublinense de adictos a la heroína y versa sobre el impacto que esta realidad tenía en la Europa ochentera. Como vemos, hubo espacio para no olvidar la realidad de su continente, pero en el global, los once temas del disco huelen a Estados Unidos por cada lado que se le analice y la furia de “In God’s Country” es gran reflejo de ello. La armónica de “Trip Through Your Wires” es el elemento distintivo de esta canción de aire bluesero, muy norteamericano, con identidad, esa que se refuerza en «Exit», un tema imponente gracias al bajo de Adam Clayton y la batería de Larry Mullen Jr.
“One Tree Hill” abraza al sur, si nos ponemos literales, pues menciona a nuestro Víctor Jara en su letra: “…una zona de fuego/donde los poetas hablan de su corazón y luego sangran por ello/ Jara cantó/ su canción fue un arma en las manos del amor/ sabes que su sangre aún llora desde la tierra.” Con su comienzo melodioso y muy rítmico, entrega tintes de homenaje, con un aire alegre y un guitarreo maravilloso, elemento sustancial de este disco; en la mayoría de los temas, The Edge da una lección acerca de cómo aprovechar la guitarra a plenitud, por lo que sentó algunas bases que, hasta hoy, influencian a músicos de diversos estilos.
La relación amor-odio entre U2 y Estados Unidos atraviesa “The Joshua Tree”. Se escucha fuerte en “In God’s Country” y “Bullet the Blue Sky” y se percibe en “Red Hill Mining Town” o “Mother of the Disappears”. Musicalmente, Brian Eno y Daniel Lanois decidieron que la experimentación de sonidos no podía prevalecer más que el golpe directo del mensaje de las canciones, por lo que su exquisita producción se la jugó por texturas sonoras más naturales. Fue en ese equilibrio de country y blues, que los irlandeses mostraron su fascinación con una América que les despertaba el sentimiento, la poesía, a través de la desolación de sus realidades, de sus incertidumbres, la que incluso se visualiza en la icónica portada en el desierto de Mojave. Fotografía en blanco y negro y mirada contraída, tal cual el velo de sus 11 canciones fuertes y temperamentales, basadas en la literatura norteamericana y en la realidad de nuestros países, firmando un pacto de denuncia política y social que ya es mito para América y un sello indeleble para U2.
Por Macarena Polanco G.