Disco Inmortal: Tool – Lateralus (2001)

Disco Inmortal: Tool – Lateralus (2001)

Volcano Entertainment, 2001

“Lateralus” no sería un disco tan de culto ni digno de estudios (y quizás jamás se hubiesen descubierto sus teorías filosóficas, su volada matemática ni lo que trae escondido), si no fuera porque ante todo es un disco de grandes canciones, sucesor impecable de ese gran “Aenima” de 1996 que nos había dejado a todos prácticamente pasmados de tanta creatividad emanada, tanto desde el plano artístico y visual como desde lo musical.

Es el disco del espiral de Fibonacci, que tiene todo este concepto matemático entrometido. Costó para que saliera a la luz, como siempre en su historia entre disco y disco (y ahora hasta podemos dar cuenta de aquello más que nunca), la banda se tomó su tiempo para armar estas composiciones. Entre los enredos con la discográfica Volcano y los líos y posterior despido de su mánager de aquel entonces Tom Gardner (debido a pleitos de derechos y de dineros entrometidos), y tras la aparición de A Perfect Circle y la incorporación de Maynard James Keenan en tal proyecto, es que la banda se rearma y logra un resultado impensado para la historia del metal alternativo, un disco lleno de ideales, matices, arte, misticismo y misterio, en el que lograban darle más que nunca rienda suelta a este concepto de banda “como de otro planeta”. También cosa no menor y para apaciguar aguas fue la salida del imprescindible DVD “Salival” con grabaciones remixadas y originales y un inspirado cover de “No Quarter” de Led Zeppelin, por ejemplo.

Pero Tool siempre ha sido una banda inquieta, tanto Jones, como Carey y Chancellor no pararon de hacer música pese a estar también algo metidos en otros proyectos y ahí es como empezaron a salir las genialidades del disco. Systema Encéphale, pretendía llamarse en primera instancia, y la banda tuvo que desmentirlo, en conjunto con filtraciones falsas de canciones (y de nombres de temas). Recordemos que estábamos en plena era de los programas de intercambio de música (Napster, Audiogalaxy, etc.) que no siempre nos brindaban información fidedigna acerca de sus archivos y más de un “fake” nos llevamos desde esas plataformas creyéndonos que era nuestro álbum esperado.

Pero finalmente la banda anuncia este “Lateralus”, una especie de mito y práctica de cómo el ser humano puede llegar a encontrar la grandeza absorbiendo lo simple. Para los más entendidos en la materia de Tool, sabrán que se dice que las sílabas que canta MJK así como también la escala musical están designadas en esta secuencia matemática de este espiral, que va y viene, la secuencia numérica que suma dos valores más a partir de uno, formando una fórmula que se ha ocupado para la construcción de ciudades, el estudio del cuerpo humano, computación, videojuegos, etc. El tema del disco es de lo más increíble que hayamos podido escuchar, y aunque sigue siendo un mito esto de la relación matemática, las coincidencias son geniales. La otra parte interesante es que, según esta sucesión numérica, y poniendo al 13 como centro del espiral, si escuchamos el álbum en el orden de tracks 6,7,5,8,4,9,13,1,12,2,11,3,10, se puede disfrutar mejor y las pistas calzan (claro, haciendo el trabajo es muy cierto), pero no deja de ser un juego más para darle la dosis de mística suficiente al álbum. Cuento aparte es todo este arte dirigido por el maestro Alex Grey, que mezcla esta sicodelia inmersa en la anatomía humana y que también tiene estas referencias cósmicas que vienen insertas en el álbum y que es un trabajo insistente en la carrera de este peculiar artista.

Hay un trabajo enorme, metódico en cada composición, con esta cosa que le encanta a la banda como la de incrustar sonidos extraños, extraterrestres. “Faaip de Oiad», último track del disco (que significa “voz de Dios” en enoquiano/español y con referencias ocultistas y una locución que realmente existió en un programa radial que recibía denuncias ufológicas). La voz que se escucha es este misterioso personaje denunciando un plan de seres alienígenas para dominar a la humanidad, lo cual nunca se supo si de verdad fue o no.

Pero habían canciones más “oreja, “The Patient” se convierte en una favorita tan sólo por su letra y música, nuevamente Tool recurre al cuestionamiento de la fe (Aún sigo acá, dando sangre y manteniendo fe) para algo que nunca va a llegar, alguna respuesta. Todo tras los latigazos de riffs pesadísimos y una marcha seductora y siniestra. “Ticks & leeches” fue tan brutal que dejó sin garganta a Keenan tras la grabación, esta furiosa y déspota sonata contra las sanguijuelas, los parásitos, pseudonazi reclamo contra la gente aprovechadora, que vive y respira a costas de otros.

En “Schism” las progresiones enamoran, el bajo inmenso del gran Justin Chancellor, en otra mística y oscura canción al mejor estilo “Aenima”. “Parabol” y “Parabola” claramente van de la mano, con una entrada donde Maynard prácticamente se convierte en maestro de ceremonia de una especie de secta ocultista, hablando de la divinidad, del no sentirse solamente parte de un cuerpo, “Este cuerpo que me sostiene me recuerda a mi propia mortalidad/abrazar este momento. recordar. Somos eternos. /todo este dolor es una ilusión» como salido de esas misas tan bizarras como las de Anton Lavey, para luego explotar en un cúmulo de potencia y riffs descomunales. Son las canciones hermanas de este disco tan jodidamente espectacular.

La magia de “Lateralus” (el tema) reside mucho en este concepto del espiral, pero tal como dijimos este disco no sería tan especial si no tuviera música inimaginable. Lo que pasa al final del tema es difícil describirlo, podemos oír sonidos de ultra tumba sonora, bajos experimentando al triple de potencia y esos riffs desgarradores la convierten en una de las obras maestras de Tool, sin duda. ‘Disposition’ sirve de relajo, dan ganas de quedarse tirado por ahí, una droga musical. Lo mismo ‘Reflexion’ y sus percusiones tribales y de algo entre la meditación y como de esta forma de estar construida como para un ritual.

Fue la última gran obra de Tool, sin duda, un disco que aún suena totalmente increíble y que dejó boquiabiertos a muchos en la época. Fue ganador de Grammys y cómo no, era la banda en lo que quizás pudo ser su mejor momento. Pasarían largos años para que volviéramos a escuchar algo de ellos, pero la marca que dejó esta joya difícilmente fue superada con el “10.000 Days”.

Por Patricio Avendaño R. 

Patricio Avendaño

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