Acorde a la recalendarización de eventos a nivel mundial sufrido este semestre, debido a la…
El espectral y cálido folk del debut de Renée Reed (2021)
Keeled Scales, 2021
Nacida y criada en el suroeste de Louisiana, y teniendo como antecedente la rica cultura musical de la ciudad, lo que esperas escuchar de Renée Reed, y lo que ella ofrece son dos cosas completamente diferentes. Ha crecido en las rodillas de su abuelo, que toca el acordeón, lo que sin duda la ayudó a absorber la historia de su familia y tradiciones musicales desde sus inicios, sus padres tenían una tienda cajún, mientras que su tío abuelo y sus hermanos eran miembros de la banda cajún Mamou. Nacida en una colonia francesa, brevemente española, su herencia, costumbres y folclore surgen del entrelazamiento de esas nacionalidades con las tradiciones haitiana, francocanadiense, de las Primeras Naciones y africanas. Con ese tipo de antecedentes, uno esperaría que Reed lleve la rica cultura cajun a su música, a los tiempos actuales. Sin embargo, en su mayor parte, nada podría estar más lejos del sonido de la artista en este notable trabajo debut, pero sin duda que hay algo de tradición de familia y un talento innato al abordar su instrumentalización. Es decir, lo que se hereda no se hurta, pero hay algo mucho más interesante.
En cambio de eso, Reed ha seguido al pie de la letra algunas melodías y formas de este folk oscuro, melancólico a raudales, mucho de la escuela del gran Alain Johannes, pero no se ha quedado solo en eso, ella ha creado una grabación notable que tiene mucho más que ver con el descubrimiento de artistas franceses como Serge Gainsbourg y Françoise Hardy que con el indie folk que se ha revitalizado a gran escala en los últimos años. El debut de Renée se empezó a gestar el año pasado y ya con algunos tracks de adelanto como la extraordinaria «Fast One», y solamente había que esperar la fecha de esta promisoria entrega en largo, que esperábamos con algo de ansiedad.
Parte del misterio y el dominio de esta grabación es cuánto es capaz de lograr usando ese viejo grabador Tascam de cuatro pistas. Un tributo a su habilidad y al dominio de su oficio, estas 12 canciones crean una imagen imborrable, una fotografía única. Al describir su música como «folk de ensueño de las praderas de Cajun», las canciones tratan sobre una variedad de temas que crean «un documento completo de mí llegando a un acuerdo conmigo mismo y abrazando quién soy sin reservas». Aborda todo, desde sueños alucinógenos, a ver fantasmas y soñar despierta sobre el amor, hasta relaciones poco saludables y bagajes y bendiciones ancestrales. También se mueve libremente entre el canto en inglés y francés.
Hay una forma, un hilo conductor que hace que estas canciones suenen hermosas para el oído mientras se refieren a algunos de los peores momentos de su vida y como un cuento, una novela de imágenes y experiencias. «Out Loud» ilustra cuánto dolor ha experimentado esta mujer, lo suficiente como para arder en llamas con una rabia que se propaga, pero que se refugia en la docil interpretación, «Podría estar soñando despierta / en el fondo de la esquina / cuento todos tus secretos en voz alta», enmascarando la amargura en su entrega crea algo que arde aún más fuerte.
«Your Seventh Moon» revela aún más sobre el carácter de Reed. De una mujer que expulsa dolor sin tapujos: «Me caí del cable como nunca antes lo había hecho / El diseño humano puede volverse una bola», dice . Estos son pensamientos que se asocian más a menudo con un poeta que con un compositor, lo que ilustra más sobre la profundidad de su talento y la inspiración en los franceses. El hecho de que haga todo esto usando poco más que su guitarra y un teclado hace que esta grabación sea aún más notable e intimista, y de paso todo lo que quiere comunicar te queda mucho más.
Y es que es eso: usando una técnica tan rudimentaria, es capaz de trasladarnos a oscuras atmósferas y hacer girar, transportar nuestra cabeza a canciones llenas de sutileza espectral. Este disco de verdad invita a conectarte con sus temores, confesiones, filosofía y encantamiento. Solo hay que dejarse ir al ritmo de sus lúgubres acordes y un ambiente absolutamente cálido y penumbroso.
Por Patricio Avendaño R.