Entrevista con Fahrenheit: “Volviendo a vivir”
La banda de hard rock nacional se apronta para lanzar al mercado su nueva producción llamada «Kelvinator», una producción que trae consigo un cambio de switch para la banda, producida de forma totalmente independiente y en un momento de su carrera donde se encuentran mucho más aliviados artísticamente y desligandose de presiones que coarten su libertad al momento de crear música. De su nuevo trabajo y de lo que inspiró su nombre, de su postura en cuanto al medio musical chileno y de otros tópicos bastante interesantes es lo que hablamos principalmente con sus músicos, compositores y voceros Carlos Cid y Carlos Otto y que es lo que puedes leer a continuación:
Lo primero, hablar de lo que se viene ahora para ustedes. En lo que están, en el proceso de grabación de “Kelvinator”.
Cid: Bueno, ahora estamos concentrados en la composición del disco. Es complicado ya que todos trabajamos, no podemos ir tan rápido como queremos, pero son ésas las reglas del juego, pero estamos tratando de apurar un poco la marcha, es decir, juntarnos más, por ejemplo; los últimos dos días estuvimos trabajando todo el fin de semana. Queremos tener el disco editado de aquí a fin de año y sí tenemos ganas de editarlo físicamente, y hacer algo bien choro, como el disco se llama Kelvineitor (es una alusión a un refrigerador que nosotros teníamos), queremos tratar de que a la edición sea como una caja, como un box, que tenga forma de un refrigerador chico, que se abra y tenga las bandejas, queremos hacerlo esta vez porque el disco anterior no lo sacamos en formato físico. De todas maneras creemos que el formato físico no va para ningún lado, pero lo que si encontramos nosotros es que el formato físico legitima tu trabajo, nos hemos dado cuenta por temas de que de repente “no han sacado disco” y te das cuenta porque escuchas la radio, y te das cuenta que ponen canciones de tus discos físicos. Es como para cumplir.
De alguna forma se ve como algo más serio…
Cid: Sí, vamos a aprovechar de hacerlo. Ya que todavía se puede, y es entretenido, es mejor tener un disco en la mano, que tener un disco en tu computador.
¿Tienen temas listos?
Cid: Sí, tenemos dos, y ahora entramos al estudio a grabar todo y mezclaremos con distintos ingenieros, dependiendo de las disponibilidades. Pero queremos andar un poco más rápido.
¿Qué diferencia este disco del anterior? ¿Optaron por un cambio, una evolución sónica o se mantienen en la misma línea?
Cid: No, es absolutamente distinto, yo creo que lo más importante ha sido un cambio de enfoque nuestro, a nivel mental. Antes teníamos las ganas de dedicarnos 100% a esto. Poder vivir de la música. Tratamos de hacer todo lo que estuvo en nuestras manos, nosotros siempre nos pusimos la vara súper alta, y nunca hemos tenido esa cuestión de mirar para el lado. Hay una cuestión súper penca en Chile: acá como que las bandas compiten entre ellas y se aserruchan el piso entre ellas, como si fuera la respuesta a su satisfacción, a sus necesidades. Realmente es absurdo, no tiene ningún sentido, nosotros como que siempre tratamos de mirar que podemos hacer nosotros para ver donde están nuestros ídolos, esa es nuestra búsqueda. Cuando empiezas a crecer y te das cuenta «¡chuta!, ¿de donde vienen las lucas? Somos cinco, ¿cuánto podemos llegar a ganar con esto?, ¿cuánto vamos a recibir mensualmente?». Porque es una cuestión utópica decir: «¡chuta la música!, ¡yo quiero vivir de esto y voy a hacer lo que sea necesario!» y ahí te das cuenta que no, que vas a tener que trabajar en algo, que vas a tener que tener una pega, sea lo que sea; o sea, si tú estás haciendo canciones para otros, puede ser un escenario, o estás haciendo clases, no van a ver tus canciones, pero es lo que tienes que hacer en un momento para salir adelante.
Aunque de esta forma tienen más libertad…
Cid: ¡Claro! Hubo una situación bien paradójica en México, toda esa etapa en que estábamos 100% dedicados a la música, no podíamos componer, no teníamos tiempo para nada porque teníamos que estar preocupados de nuestra supervivencia, no teníamos plata, teníamos que ver como iban a entrar las lucas, teníamos que estar peleando el día a día. Dijimos: volvámonos a Chile y hagamos esto, no hay motivaciones económicas ni nada, pero si artísticas, queremos hacer siempre lo mejor que podemos hacer, y estamos convencidos de que podemos hacer cosas mucho mejores de lo que hemos hecho. Ha sido súper bueno artísticamente para nosotros.
¿El cambio al que tú te refieres tiene que ver también con un cambio musical de estilo?
Cid: Es que en la música se ve reflejado un poco en eso, en ese tiempo no habíamos podido meternos 100% mentalmente para ver dónde va esto, porque no teníamos el tiempo. Obviamente siempre hubo una línea general, pero en una banda para que tu puedas avanzar, o encaminarte hacia algún lado, necesitas poder conversar, eso es lo más importante. Yo creo que es un error que las bandas se junten sólo a tocar. Cuando te juntas sólo a tocar, el avance que vas a lograr es muy poco. Es en las conversaciones es donde realmente das pasos grandes, que son a niveles conceptuales, además que nosotros hemos tenido suerte en ese sentido. En Chile hay muy buenos músicos, y tenemos muy buena relación con músicos de distintos estilos, y tuvimos la posibilidad de trabajar con un productor muy bueno. En México conocimos a gallos muy capos. Entonces tú sientes que tienes más herramientas pero si tu no conversas con tus compañeros y dices: “esto es lo que tenemos que hacer” y todo el cuento, sin tocar ni una nota antes de empezar a hacer las cosas, eso nosotros ya lo sabemos, nosotros ya sabemos hacer canciones, sabemos grabar un disco, sabemos componer letras, ya podemos jugar con eso. Yo creo que en las dos canciones que llevamos de adelanto del nuevo trabajo demuestran eso, el innovar, y este será nuestro mejor disco a la fecha, y de ahí en adelante seguiremos mejorando.
El disco anterior «Caída libre» está editado dividido en tres partes, cada una de ellas llevaba por título las leyes de Newton, ¿esto de la física tiene que ver algo con “Kelvinator”?
Cid: Sí, es algo así, mira, imagínate que el primer nombre de Fahrenheit fue “Sovereign”, una cuestión absurda, de hecho, yo no estaba en esa época. La polola de Chaz (Thompson, antiguo miembro) aleatoriamente dice: “¿y Fahrenheit?” y se quedaron con Fahrenheit. La cosa es que es un pésimo nombre, porque de partida, nadie lo sabe escribir bien, y si tú buscas en Google o en YouTube, no sabes cómo escribirlo para buscar los videos. Es complicado. Y a pesar de eso, tú ves el nombre Fahrenheit que suena como una cuestión enorme, a nosotros nos causaba risa, porque en México veías a un curado durmiendo fuera de nuestro departamento o había un guarén en la calle, o estábamos tocando y teníamos que devolvernos todos mojados cuando llovía, qué sé yo. Y Fahrenheit, era chistoso, era un nombre más grande que la vida, y nosotros estábamos todos cagados. Cuando nosotros nos fuimos a vivir juntos, nos compramos un refrigerador que nos costó como 20 lucas, el refrigerador era de marca “Kelvinator”, nos daba risa por que era una cagada chica, y su nombre era como: ¡KELVINATOR! Y nosotros: ¡FAHRENHEIT! Y encontrábamos que tenía esa relación con nosotros, era chico, pero tenía un tremendo nombre, la cosa es que un día, Kelvinator empezó a sonar y a sonar, ¡hasta que explotó! Y cuando murió el refrigerador, nosotros: «¡puta, Kelvinator!», nosotros hablábamos de él como si fuera una persona, entonces dijimos: “el próximo disco se llamara ‘Kelvinator”.
¿Con quién trabajaron en la parte de la producción? Y un poco yendo hacia atrás, cómo fue la experiencia de trabajar con David Pratter, que trabajó con Dream Theater y otros…
Cid: Bueno, el disco anterior y este disco lo producimos nosotros, nos gusta el tema de los productores porque te dan una visión anexa a lo que tu podís hacer, es como tener alguien imparcial, pero sí que tenga la filosofía que tu tienes de banda, y ese es el tema que nosotros no hemos podido encontrar acá. Porque no es sólo música, sino que la parte conceptual, eso es lo más complicado. Acá hay buenos productores, pero son funcionales, te van a ayudar a hacer canciones, pero en el rock necesitas ensuciarte las manos con otro tipo de cuestiones que tienen que ver con ideología, cosas así. Nosotros hemos tenido que aprender a hacer esa pega, ninguno de nosotros se da mucho con los computadores, con la tecnología. Nosotros dos con Cotto, que somos los que más componemos, pero hemos tenido que aprender un poco más. El disco «Caída libre» nos dejó muy conformes en cuanto a términos de producción, en cuanto a sonido pudo haber sonado mejor, pero ese lo grabamos con Pablo Stipicic, amigo nuestro que actualmente es productor, el produce a los grupos más a nivel musical, algo que tú necesitas, o sea, yo te garantizo, el Álbum negro (Metallica), esos discos deben haber tenido muchas conversaciones, y eso fue lo que nos quedó con David, a nosotros ese disco no nos gusta para nada, pero fue nuestro aprendizaje para siempre.
Él los instó a cantar en español…
Cid: En un principio íbamos a hacerlo en inglés, y David hizo gestiones para ver cuál era el siguiente paso, pero mostramos el material, y no era algo que sorprendiera tanto, o sea, era llamativo que hubiera un grupo sudamericano que hiciera ese tipo de rock, pero tampoco era algo como para que alguien se la juegue poniendo miles de dólares para nosotros, y es entendible, porque no es un disco que a nosotros nos guste, pero si es importante por el aprendizaje. Pero fue una etapa bien importante, hasta el día de hoy mantengo contacto con David, le envié el primer tema de “Kelvinator” y su recepción fue muy buena onda. Para él fue muy satisfactorio ver que nosotros habíamos aprendido.
Tuvieron la experiencia de telonear a Evanescence. ¿Cómo se dio eso? Porque llama la atención que Fahrenheit los haya teloneado siendo que el estilo entre ambas bandas no es muy afín.
Cid: El mánager de ellos quería un telonero chileno y se metió a MySpace a buscar bandas chilenas, y de repente nos pilló a nosotros; mandó un mail con el asunto “concierto Evanescence en Chile” dando sus datos, diciendo quién era y pidiendo que lo contactemos. Llamamos y su secretaria nos dijo que quería que nosotros tocáramos. Y cuando lo ubicamos nos dijo lo mismo, y cuando tocamos nos trataron un siete, dijo cosas súper buenas de nosotros. Y junto con eso, hay algo chistoso, porque en la productora que los traía había trabajado una mina que había tenido atados con un ex-miembro de Fahrenheit, y sabíamos que era imposible que tocáramos ahí, pero el mandamás de todo era el mánager, y él dijo: “Ustedes tocan, y cualquier problema que tengan hablan conmigo, y que los traten bien”. Entonces, que te pasen esas cosas y sobre todo a un grupo chileno, porque típico siempre te tratan como la caca, cuando llegas te pasan una pieza, y date con una piedra en el pecho que vas a tocar, y después llegas acá, y ves una mesa llena de cosas, al lado de las de la comitiva de Evanescence, comiendo con ellos, y aunque no teníamos luces en el escenario, por que como banda chilena se supone que no tenís derecho a nada, pero llega el stage manager, y nos dice “esto es un concierto de rock, yo no puedo permitir que toquen sin luces”, él pidió que nos habilitaran las luces, nos las prestaron. Nos trataron súper bien, estamos muy agradecidos.
En Chile, y en general, el estilo glam no es muy bien recibido. ¿Han tenido que lidiar con eso?
Cotto: Al principio, desde que comenzamos tenemos esa parada bien glamera que dices tú, pero siempre bajo el contexto chileno obviamente, o sea, cosa que nunca existió, nosotros lo hacíamos como para hacer una humorada, algo choro y para imitar a las bandas que nos gustaban. Pero nunca fue digamos una parada para tomarla en serio y queriendo hacer glam, onda en una limusina, con el pelo escarmenado o esas cosas. Sí salíamos al escenario con laca, pantalones cuero de serpiente, y si había una parada bien rara, como lo que hace Steel Panther hoy día pero sin parodia, aparte que yo estaba estudiando en la universidad, no es que nuestros días fueran así. Pero nos ocurrió lo que a las bandas del estilo realmente les ocurrió, si las ves hoy día, ni una se va a vestir así. Pero respecto a si nos sentimos discriminados en algún momento, yo creo que al principio fue una novedad, fue a lo choro, igual no faltó el metalero amargado que nos trató de «Fahrengay», pero nos cagamos de la risa, lo tomamos así, por que la música no te va a comer, nos divertimos.
A propósito del estilo, ¿conocen alguna banda chilena del estilo cercana a ustedes?
Cid: Lo que nos pasa a nosotros es que sentimos pocas bandas con las que podamos ser partners por que el estilo no es muy cultivado en Chile. Pasó que los grupos son rockeros onda “viva Satán” o son hippies, pop, no hay términos medio. O sea, es difícil encontrar una banda que diga “nosotros hacemos lo que queremos, lo pasamos bien, nos da lo mismo”. Pero aún así tenemos buenos amigos: Gabriel Hidalgo, Six Magics (a quienes los conocemos hace más de 10 años); Claudio Cordero que fue integrante nuestro, tenemos súper buena onda con él. En general la relación se da, por ejemplo en carretes, somos puros músicos, desde bandas de death metal hasta hip hop, pero las bandas no tienen un punto en común para que toquen.
O un nicho como lo que tiene Algo Records, por ejemplo…
Cotto: Algo Records es algo súper estructurado, hacen una pega genial, de hecho nosotros conocemos a harta gente de ahí, y la pega que hacen es envidiable, si en el rock hubiera gente así, sería espectacular, ellos son súper movidos, sus bandas van a tocar fuera a cada rato y eso. Pero en el rock chileno no hay una organización en lo absoluto, tampoco esa cohesión entre bandas donde tú puedas organizar un festival y conseguir fondos. Yo creo también es culpa de los músicos. Se enfrascan en peleas entre ellos “yo soy mejor que tú, y la cuestión” pero si se dedicaran a crear un poco de organización, podría salir algo mejor. En Chile el talento es tremendo, hay guitarristas extraordinarios y acá andan súper humillados. Nosotros estuvimos en México, pero el mejor guitarrista de allá no le hace el peso a los de acá, eso está perfecto, pero llevas a los tres mejores guitarristas de Chile a la SCD y no va nadie, no se llena, no hay convocatoria. Y lo que más nos da rabia, es que público metalero hay: Iron Maiden, se llena, Metallica, se llena. Publico hay.
Eso parece ser un karma acá en Chile…
Cotto: No estamos diciendo que no tenemos responsabilidad, si la gente va a ver a Metallica, es porque tienen mejores canciones que las tuyas y no quiere ir a verte a ti porque no les has demostrado que tú eres una banda tan buena como ellos. Es fácil excusarse en que hay bandas tributo, en que “soy chileno, apóyeme”, yo en eso no creo, detesto la autocompasión, yo digo que tenemos que hacer música buena. El día que un chileno haga “Enter Sandman” ahí empecemos a conversar, y si no te apoyan ahí si que te compro. Hay bandas que son buenas, realmente buenas, pero con todo respeto, no hay una banda que yo diga “estos son los nuevos Metallica, o los nuevos Iron Maiden”.
Cid: Sepultura era una banda realmente extraordinaria en la escena del metal. Son años de trabajo, de tocar en pocilgas, y si alguien lleva un año y dice “nadie nos va a ver” bueno, tienes que aguantar esos años de trabajo. Si tú te rindes por que no va gente, significa que no eres un artista, significa que sólo quieres plata, lo que tú querías era plata, hacer un negocio. Es un error que las bandas se tracen eso como meta, y fue nuestro error, y fue una época horrenda.
Imagino en el sentido de que se vaya vendiendo tu forma de trabajar por ganar plata.
Cotto: Cuando el músico cuelga la guitarra, porque no pudo salirse con la suya y crear algo rentable es porque realmente no le interesaba la música. Nosotros trabajamos como cualquier persona para dedicarnos a esto, y es lo que queremos hacer y ha sido el mejor momento para nosotros, ha sido realmente liberador, pero cuando te enfrascas en la cuestión de que “tengo que sacar esta cuestión, tengo que vivir de la música”, tu grupo se va a consumir, porque es una batalla, es terrible.
O puedes llegar a hacerlo, pero si te traicionas artísticamente.
Cotto: Y aunque así sea, las posibilidades son remotísimas, y lo sabemos, porque hemos compartido con gallos conocidos, que tu prendís la tele y podís ver sus videos, y cuando ves que ellos te dicen: “oye, estoy mal, no estoy ganando lucas”, pero tú con tu grupo de rock, con tu cuento y todo, si ellos no pueden, tú decís “lo que estoy haciendo es absurdo”, y es cosa que saquís las cuentas matemáticas, cinco tipos en un grupo, ¿cuánta plata podís ganar? Por eso ha sido el mejor momento de la banda, nos hemos dedicado sólo a tocar, ya no nos preocupamos de nada más que tocar, ni siquiera el tema de las entrevistas que ya no las pescamos como antes; eso sí yo los llamé a ustedes (risas), pero nosotros leímos la entrevista que tuvieron con El Cruce, ya que siempre estamos mandándonos cosas interesantes, conversas, etcétera, y al leer la entrevista dijimos: “en esta página hay algo interesante, un punto de vista choro, porque después ves otros medios y te preguntan las mismas cosas, es absurdo”. Nosotros en México nunca habíamos dado tantas entrevistas, hasta 10 a 12 diarias, y terminaban preguntándote siempre lo mismo.
Dentro de la carrera de Fahrenheit ha habido varios cambios de formación. ¿A qué se debe eso?
Cid: Yo creo que es por lo mismo que estábamos hablando, los integrantes tienen otras ambiciones, ambiciones que no se cumplen, y por lo mismo afloran las personalidades de cada uno, es como una carrera en un cerro, muy alto, algunos van escalando, y los que se aburren, se van. Más que nada por eso. Pasamos por una época, la del “Nuevos tiempos” fue complicada por el tema logístico, juntar los recursos para grabarlo, el desgaste mental y físico que eso conlleva, pero obviamente las bandas no son iguales después de que ocurren procesos así, y van quedando damnificados en el camino, unos que se aburren, otros que se pelean y es un proceso natural no más, no es que hayamos querido echar a alguien. Se podría pensar, por que han pasado tantas personas por el grupo. Pero hemos sido bien persistentes. Por ejemplo Cotto es ingeniero, y lo que nos da miedo es que se diga “ese es el grupo de un ingeniero tocando rock, o el de un periodista tocando rock”, nosotros somos músicos; lo que sucede es que somos ingenieros o periodistas, pero nosotros nos tomamos 100% en serio y nos dedicamos a esto absolutamente, yo le dedico todo mi tiempo libre a esto, Cotto también, los muchachos también, pero eso tú no se lo puedes pedir a todo el mundo y es natural. En la sociedad en que vives tenís que pagar tus cuentas, vivir, lo que sea. Y eso si tú estás realmente dispuesto a que tu vida se transforme en esto, porque nuestras vidas son esto, nosotros no hacemos más que esto, que tú seas capaz de tomar ese voto es difícil, por eso es que ha pasado tanta gente. En estos tiempos en que la escena es difícil, es más difícil que las bandas mantengan sus integrantes, si tú eres como Mötley Crüe y te pagan 5 palos de dólares, difícil que te vayas, aunque te odies a muerte con tu compañero, por ejemplo en Bon Jovi se odiaban, pero hay abogados, y sellos implicados y ahí sencillamente no se habla.
Aparte de eso, la columna vertebral sónica de Fahrenheit se ha mantenido, uno no puede decir, “que distinto este disco de este otro” reconoces perfectamente que es la misma banda, con la misma identidad.
Cotto: Hoy sentimos que estamos en una situación bien sólida en cuanto a la formación, ahora funcionamos como reloj, pero la onda que tenemos, las canciones que estamos haciendo, lo bien que lo pasamos, las ganas de hacer las cosas es súper unánime. Es la raja.
Finalmente, dentro de la experiencias fuera del país, ¿qué es lo que rescatan de provechoso para la banda? Y a propósito de esto, ¿tienen pensado salir del país con este nuevo disco?
Cotto: Sí, al patio (risas). En México el principal balance fue un tema de madurez para nosotros, mas que artística, incluso de vida, a todos nos cambio el switch haber vivido allá cosas que conversamos, cosas que tuvimos que pasar, y esa cuestión fue como pagar por un magister, nuestro magister fue ese y realmente nos ha servido para todo, incluso en nuestras pegas conversamos y decimos: “si yo no hubiera ido a este viaje, yo este tipo de huevadas no las enfrentaría de esta forma”, y sí, por ejemplo allá la pasamos bien y mal, tuvimos la suerte de tocar en eventos la raja, fue casi como de cenicienta, una vez tocamos en una cuestión, nos llevaron a un hotel 5 estrellas y nosotros todos curados en la piscina mientras un gallo armaba todo por nosotros, pero al otro día nuestro departamento inundado, no teníamos donde tocar. De hecho queremos ir a otros lados, pero tenís que planificarte por que tú tienes que solventar esto. En México tenemos nuestras movidas, pero hay que tratar de armar fanbase, sabemos que no seremos los próximos Metallica, pero tampoco es descabellado pensar que podís juntar a mil gallos que les guste tu grupo en México o en Perú e ir a tocar.
Lo han logrado bandas chilenas como los Tres o Los Bunkers.
Cotto: Pero ellos están en un status totalmente distinto al nuestro, con grupos que sí salieron en la radio, nosotros fuimos como el invitado de piedra. Pero Los Bunkers fue la última banda que agarró la cola de la industria, porque ya no hay industria, ellos sí agarraron un poco y si tu canción logra salir a la radio y te la aceptan ya es un paso grande, Los Mox también lo lograron. Y si tú agarraste un poco de eso, ya tenís una cama donde descansar, Los Mox tocan en todo Chile y siempre los van a contratar, Los Tres ni hablar. Pero siempre tuvieron un sello, un apoyo, dudo con todo el respeto que le debo a Álvaro Henríquez, no creo que haya estado llamando o pidiendo espacios, quizás en su primer momento, pero ahora ya no. Los Bunkers llegaron hasta ahí, si tu me dices que hay una banda post Bunkers, no hay, yo no la conozco.
Muchas gracias y suerte con su nuevo disco
Cotto y Cid: Muchas gracias a ustedes.
Patricio Avendaño R.
Gonzalo Duque
Te dejamos con ‘Voodoo negra’, el video promocional de su nuevo disco. Próximamente estaremos anunciando novedades con respecto a la banda y al avance de «Kelvinator».