Freddie Mercury: Una reflexiva a la concientización sobre el VIH y la necesidad de Educación Sexual Integral

Freddie Mercury: Una reflexiva a la concientización sobre el VIH y la necesidad de Educación Sexual Integral

El pasado 1 de noviembre fuimos testigos de una nueva conmemoración del día mundial de la concientización del VIH y Sida. Diagnósitico que gracias a los avances médicos y farmacológicos dejó de ser fatal, permitiendo a quienes viven con este virus disfrutar de la vida en su plenitud. No obstante, sigue siendo preocupante la profunda estigmatización que existe ante este tipo de diagnósticos, dando cuenta así que el verdadero pesar de este virus está en lo social y no en lo biológico, y de esta perspectiva es que nos queremos situar para mirar de forma crítica el impacto de Freddie Mercury en lo artístico y también en lo social.

Como muchas y muchos ya tenemos presente, Freddie Mercury es la voz que encarna verdaderos himnos de la banda británica Queen, quienes se transformaron en el soundtrack de una generación, le dieron vida e inspiración a diversas bandas venideras, y en la actualidad siguen siendo una piedra angular de la historia musical colectiva que cautiva a miles y millones en cada rincón del planeta. Sin embargo, el impacto de Queen trasciende el ala meramente artística llegando a hacerse extensiva a causas sociales, como es el caso del círculo íntimo de Farrohk Bulsara, quienes han destinado gran parte de los royalties de la banda y su vida a temáticas de concientización y apoyo a personas que viven con VIH y Sida.

Es evidente que la genialidad creativa de Freddie Mercury no dejó indiferente a nadie, mucho menos luego del lanzamiento del disco homónimo en 1973, el que seguido de Queen II en 1974, les permitió establecerse como un nombre dentro de la escena musical británica. Pero no fue hasta Sheer Heart Attack en 1974, el que acompañado de A Night At The Opera, llevó a la banda a transformarse en un concepto musical en sí mismo, posicionándolos en el primer lugar de diversas listas internacionales de música, las que destacaban de sobremanera la versatilidad armónica, amplitud de registros vocales y la innegable utilización de arreglos sonoros que, a esa fecha, eran considerados poco comunes.

A este punto es preciso recalcar que Queen desde sus inicios fue una banda potentemente rupturista en lo que respecta a los tradicionalismos hegemónicos de producción y creación musical, ya que tensionaron siempre los estrictos límites de la opinión pública y crítica musical. De este modo es clave comprender a Queen como uno de los puntos de fuga más grandes en lo que respecta al rock más clásico de los 70-80, ya que desafiaron los purismos propios de la negativa de utilización de ajustes sinópticos a las piezas artísticas, reconfigurando así la reticencia a tradicionalismos en inspiración constante a la creativa desafiante de aquellos límites arbitrariamente impuestos por la crítica artística y fanáticos estólidos.

De este modo es que se construye contextualmente la figura de Freddie Mercury, un refractario que, sin buscarlo, revolucionó el mundo del rock llevándolo a limites inesperados de su época, reconociendo en las zonas de confort, verdaderas conflagraciones a las cuales refractar desde su génesis. Un genio que manifestó en la praxis su máxima declaración de principios: quebrar la comodidad de la supremacía de los constructos sociales en todos los espacios en los que habitaba, ya sea en lo político, en lo social y también en lo sexual.

Es preciso recordar que, pese a que la mente creadora de la narrativa de «Bohemian Rhapsody»  reconoció públicamente su homosexualidad en 1976, en la actualidad existen diversas voces que argumentan su negativa a la consideración de que el artista sea ícono de la comunidad LGBTIQA+, esto debido a que determinadas corrientes críticas reconocen que era “demasiado heterosexual para ser gay” -por el tipo de música y fanáticos que convocaba-, pero también hay corrientes que lo reconocen como parte importante en la conformación genealógica de las figuras disidentes post 70’s, puesto que lo posicionan como una cara relevante en la visibilización y lucha de las disidencias por el carácter de sus presentaciones, la inspiración en vestimentas de fantasía, grandilocuencias en cuanto a estilos de vida, entre otros puntos claves. No obstante, al margen de estas disputas, la homosexualidad de Freddie Mercury jugó un rol fundamental en la estigmatización, invisibilización y mitificación de un diagnóstico seropositivo.

Para comprender brevemente el proceso de exteriorización del diagnóstico por parte de Freddy Mercury, es importante considerar como antecedente que el artista conoció su diagnóstico en 1986, pero no fue hasta el 23 de noviembre de 1991 que se hizo pública esta situación, ya que Jim Beach -Manager de la Banda-, fue el encargado de hacer frente a la prensa internacional dando a conocer que el autor de Love of My Life vivía con VIH, y que en ese momento estaba en una fase avanzada de Sida. Al día siguiente, Bulsara da su último aliento acompañado de quien fue su cómplice y amante, Jim Hutton. De este modo es que el 24 de noviembre Freddie Mercury pasaba a la historia como uno de los cantantes del rock británico más influyentes del último tiempo.

Ante la declaratoria pública realizada, David Bret, autor deLiving On The Edge: The Freddie Mercury Story (1996), inmortaliza en su texto parte de la declaración de Jim Beach, haciendo énfasis en que el artista sentía “que era correcto mantener esta información en privado hasta el día de la fecha para proteger la privacidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado la hora de que mis amigos y seguidores conozcan la verdad y espero que todos se unan a mí y a mis médicos para combatir esta terrible enfermedad”.

Desde una perspectiva de análisis de discursivo, es plausible desprender que la necesidad de mantención de cuidado comprende un ala más profunda que el diagnóstico en sí mismo, sino que alude a la protección de su círculo íntimo, tanto nuclear como por extensión, a la negativa estigmatizatoria que existía sobre este virus, puesto que muchos medios y personeros de la opinión pública tildaron de mala manera al VIH como “El Cáncer Gay”.

https://www.youtube.com/watch?v=Z3w5gVM_4y8

Ante el impacto internacional -e histórico- que significó esta valiente acción por parte del intérprete de I Want To break Free, es clave señalar que los medios de comunicación fueron quienes trabajaron de forma contraproducente en lo respectivo a educación social y sexual de este virus, puesto que se instauró como concepto invariable la sinonimia entre VIH y Sida, produciendo y reproduciendo constructos estigmatizatorios respecto de este diagnóstico profundizando la brecha educativa en lo relativo a salud pública.

Evidentemente a 30 años de este suceso, la medicina y farmacología han realizado verdaderos avances en lo respectivo a producción de antirretrovirales, permitiendo a las personas que conviven con este virus, disfrutar de una vida plena y sana siendo responsables con el tratamiento recomendado. No obstante, pese a que hoy la enfermedad no es mortal, sí sigue siendo mortal la desinformación, la estigmatización, discriminación y violencia ante estos diagnósticos.

A este punto se hace imprescindible reflexionar de forma crítica respecto a la necesidad de trabajar en favor de una Educación Sexual Integral, puesto que el diagnóstico que en 1991 paralizó al mundo, hoy sigue cobrando vidas por la carga social que esto significa. Se estima en la actualidad que un 79% de los pacientes notificados con VIH desarrolla un trastorno del ánimo crónico a raíz de la estigmatización existente sobre el virus (Wolff, Alvarado y Wolff, 2010). De este modo es que resulta clave trabajar en políticas públicas referidas a la educación, prevención y erradicación de enfermedades e infecciones de transmisión sexual, puesto que la educación son herramientas transformadoras en lo que respecta a la salud pública.

En el proceso político en el que estamos insertas e insertos, es necesario repensar de forma consciente sobre el la salud pública como un eje crucial en las responsabilidades estatales para con la sociedad. Es por esto que en términos programáticos queremos destacar las iniciativas levantadas por el candidato Gabriel Boric en lo relativo a derechos sexuales y reproductivos, salud pública y Educación Sexual Integral (ESI):

  1. Impulsar un plan de discriminación cero en el acceso y la atención integral de salud en atención primaria, secundaria y terciaria. Además, realizar campañas permanentes de prevención de VIH, ITS y promoción de la salud sexual en general.
  2. Impulsar la ley de educación sexual integral, incorporar transversalmente al currículum la educación inclusiva LGBTIQ+ y convertir a las escuelas en espacios seguros para la diversidad sexual.
  3. Compromisos contra la violencia y los crímenes de odio, a través de un Plan Integral de Acción contra las Violencias por Motivos de Género, que involucre la prevención y erradicación de todas las formas de violencia hacia mujeres y población LGBTIQ+.

En cuanto a lo relativo a protección de salud mental es preciso señalar que la protección y cuidado de la salud metal en Chile es un privilegio que nos cuesta vidas, y es importante repensar esto como un derecho social universal. En este sentido, también recalcar que la tasa de trastornos del ánimo crónico, a razón de un diagnóstico seropositivo, también puede impactar en lo psico-emocional, por tanto el acompañamiento médico, farmacológico y psicológico es crucial. Sobre este mismo punto, es que destacamos la variable de la salud mental como una de las innovaciones más importantes en los ejes programáticos presidenciales propuestos a la fecha, puesto que la candidatura de Gabriel Boric es la única que pone acento en la Salud Mental desde una óptica de Salud Pública, es por esto que destacamos las iniciativas de:

  1. Fortalecimiento fiscal: Aumentaremos de manera gradual y sostenida el presupuesto hasta llegar al estándar recomendado por la OMS en fomento a la salud mental.
  2. Universalización de la atención de salud mental.
  3. Fortalecer el marco normativo: promulgaremos una ley donde se define a la salud mental como el resultado de interacciones sociales. Esta ley tendrá énfasis en los determinantes sociales de la salud mental.

En entrevistas pasadas, Brian May afirma que Freddie Mercury podría seguir vivo si hubiese comenzado un tratamiento con antirretrovirales, sin embargo, el artista murió seis meses antes de ésta revolución farmacológica. Ante esta reflexiva se destaca que en la actualidad el VIH no es mortal, lo que sí es mortal es la desinformación, discriminación y violencia.

Estamos en procesos de profundos cambios sociales, y uno de ellos es trabajar de forma inclusiva mirando a todos los horizontes, sin estigmatizaciones, sin dolor, sin muertes. Necesitamos un fortalecimiento a la educación y salud pública, en donde todas las patologías sean vistas y respetadas de la misma forma, no necesitamos categorizaciones internas que profundizan la brecha de las enfermedades e infecciones de transmisión sexual, necesitamos acceso transversal a tratamientos de ésta índole, porque puede realmente salvar vidas, la educación ante la prevención puede también salvar vidas y en la actualidad el bienestar se construye en lo colectivo.

Karin Ramirez Raunigg

De música, libros y otras cosas.

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