«Iron Maiden», el álbum debut, el arrollador nacimiento de la bestia

«Iron Maiden», el álbum debut, el arrollador nacimiento de la bestia

EMI Records, 1980

Generalmente ocurre que los llamados «terremotos» de formaciones en las bandas se van dando a medida que pasan los discos. El caso de Iron Maiden fue antes sin lugar a dudas, pues esta doncella, que como banda se constituyó en 1975, bajo el alero de Steve Harris, recién encontró algo estable con la formación constituida por el propio bajista, el guitarrista Dave Murray, el baterista Doug Sampson y el vocalista Paul Di’Anno llegando a 1979. Sin embargo, y tras la salida de su primer material en ese mítico EP The Soundhouse Tapes (bajo el ojo acertado del histórico mánager Rod Smallwood publicado en noviembre de 1979 en una edición limitada de 5 000 unidades), faltaría darle un último ajuste a esta primera encarnación, cuando Sampson abandonó alegando problemas de salud, y dándole el paso a Clive Burr junto a otro guitarrista, Dennis Stratton, para empezar a demostrar que esta banda se inclinaba por probar con las guitarras en diferentes formatos y estilos, que a la postre sería la clave de su éxito.

Con un pasado lleno de reveses, pero con una actitud de devorar al mundo, el núcleo de lo que para muchos sería y es la más grande banda de heavy metal de todos los tiempos marcaba un auspicioso presente completando sus primeras canciones y con un icónico personaje, salido de los afiches protesta de la guerra de Vietnam y mezclado con la cultura punk setentera llamado Eddie, creado por el insigne dibujante Derek Riggs, para adornar un debut que aún sigue sonando pesado y clásico, pese a la cantidad de discos llenos de épica y magia que aparecieron después.

Y es eso el logro, muchos hablan de la etapa Dickinson como «el verdadero Maiden», y claro que lograron un status superlativo junto a él, pero el fan de cuna de la doncella sabe que es el gran Steve Harris, «el constructor», quien encumbró mucho antes de la aparición de Dickinson, a dar el sonido estructural de la bestia.

El caso de este debut es bien particular, pues en esta etapa la banda no se declaraba «heavy metal» completamente (y tampoco el término estaba del todo entendido y explicado en esos años). Dave Murray, Dennis Stratton y el bajista Steve Harris se alinearon con una actitud punk pero con unas composiciones y arreglos que tomaban prestado del progresivo y de bandas icónicas: Deep Purple, Wishbone Ash, Budgie, Scorpions. La tonalidad del -hay que decirlo- GRAN Paul Di’Anno en esta etapa, encajaba a la perfección con esta fusión que desplegaba toda su energía por lo demás en sus primeros shows en vivo, algo que ya habían curtido muy bien y a punta de tropiezos y puertas giratorias de integrantes en sus primeros años.

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Los temas instrumentales inspiran como «Transylvania» (las inmensas líneas de bajo absueltas de Harris con una sonoridad más cruda) o el que presenta por primera vez al personaje recurrente de la prostituta «Charlotte the Harlot»; la power ballad de intro sicodélica «Remember Tomorrow», que muestra desde un primer minuto que hay sensibilidad en la mirada de Harris y mucho feeling en la banda al interpretarla, pese a que hubo otras donde brillaba el color épico de cosas que se acentuarían más adelante como «Phantom of the Opera» y su impresionante escalera de notas, sin duda una de las más grandes del heavy tal y como lo conocemos, aunque también había de ese británico desorden punk, como en la apertura de «Prowler» y, en lo que es una de sus joyas más preciadas por ellos mismos (aún parte de sus setlist), como la propia «Iron Maiden». Un orgullo propio de un nombre y tema que ha trascendido a todas las épocas de la doncella.

«Running Free» era la de sonido más comercial, pero su gancho sigue siendo muy seductor con los avatares del tiempo y las sutilezas progresivas que ofrecieron temas como «Strange World» (donde hasta un factor Pink Floydiano arremetía) hacen de este uno de los mejores debuts de la historia y que, haciendo la retrospectiva, habla de toda la mano de un sonido que hasta el día de hoy se puede jactar de ser copiado pero jamás igualado.

Por Patricio Avendaño R.

Patricio Avendaño

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