Nación Rock Awards 2017: Los 40 mejores discos internacionales, del 10 al 1
10. Nine Inch Nails
Add Violence
Nine Inch Nails regresó en gloria y majestad luego del irregular Hestiation marks, con un EP –que es lo suficientemente extenso para no parecerlo- que nos devuelve la ilusión del NIN oscuro, crudo y tormentoso de los 90. El inicio con ‘Less than’ nos engaña por unos minutos y nos hace pensar que estamos frente al Reznor más luminoso de With Teeth o The Slip, pero ya al escuchar ‘The Lovers’, la bella ‘This Isn’t the Place’ (muy The Fragile), o el infernal cierre con ‘The Background World’, sabemos que estamos frente a uno de los discos más oscuros de la temporada. Con Add Violence, Nine Inch Nails demuestra que aún no pierde la salud.
9. Steven Wilson
To the Bone
El genio inglés sorprendió a muchos con su nueva producción que dio un giro a su carrera llevándolo a una dirección más cercana Bowie y Prince, según el mismo declaró. Lo bueno es que Wilson ha demostrado moverse muy bien en distintos terrenos musicales y con canciones más cortas logra transmitir la misma emoción que con sus anteriores trabajos, igualmente destacable la colaboración de nuevo con Ninet Tayeb para el single “Pariah”, a su vez, esto mismo fue algo que sus fans más progresivos le criticaron tildándolo de vendido a sonidos más comerciales, estas críticas no han afectado la promoción del álbum en lo más mínimo.
8. Queens of the Stone Age
Villains
No hubo tal giro al pop. Villains es más un disco de continuidad que de quiebre. ‘The Way You Used to Do’ es una variante de ‘3’s & 7’s’, la grandiosa y melódica ‘Fortress’ recuerda en más de un pasaje a ‘Into the Hollow’. ‘Feet Don’t Fail Me’ –el track 1 de la temporada- da las mismas ganas de bailar que ‘If I Had a Tail’. La mano de Mark Ronson sí se nota en el sonido muy poco usual para la banda, con poco protagonismo de los riffs endemoniados, juguetones, y a veces sabbathicos que son usuales, dando paso a una batería que suena menos hard rock y con mucho más groove, pero no por ello menos potente. Y otros ya lo han dicho, Josh Homme, en Villains, se muestra mucho más confiado en su voz, lo vimos incluso de crooner en la sorprendente presentación de ‘Villains of Circumstance’ en el show de Jools Holland. Villains es continuidad, pero también es cambio. Algo está pasando por la mente y el alma de Josh Homme –que incluso, se expresó de la peor manera hace poco-. Esperamos que el viaje termine bien.
7. Cavalera Conspiracy
Psychosis
Los hermanos Cavalera se acordaron de lo glorioso que fue su pasado en los ochenta como una banda de thrash-death metal. Y desde ahí construyeron la nueva entrega de Cavalera Conspiracy, un disco lleno riffs y ritmos speed que rememoran las épocas de ‘Bestial Devastation’ o ‘Beneath the Remains’. Cosas como ‘Impalement Execution’ y ‘Spectral War’ traen de vuelta el groove de los días de ‘Arise’y ‘Chaos A.D’ y ‘Crom’ trae de vuelta el sonido de los legendarios Possessed en manos de sus más hábiles discípulos, según avanza “Psychosis” el hedor a thrash primigenio sale en cada canción con una interpretación maciza por Cavalera Conspiracy.
6. Paradise Lost
Medusa
Los de Halifax volvieron a sus raíces en ‘The Plague Within’, el growl característico de Nick Holmes tomo nuevamente protagonismo en la historia de Paradise Lost y en ‘Medusa’ se despachan algunas de sus más agónicas canciones. El ritmo de sus canciones se hizo espeso y las métricas de color desaparecen a favor de un trabajo doom y heavy.
5. Afghan Whigs
In Spades
“Birdland” es una espectacular e inusual intro para empujarnos hacia “In Spades”, de corte cinematográfico, con jadeos lentos, con choques de armonía y una ópera bizarra, en un signo inequívoco que este disco viene a mostrarnos algo distinto y se esforzará por ello: “Estamos cobrando vida en el frío”. Si bien podemos hablar de la grandeza de las guitarras, el golpe de caja opulento de Cully Symington o el bajo preponderante en presencia de John Curley, el instrumento que esta banda tiene al micrófono con el vozarrón de Greg Dulli es su arma mortífera, para lograr esta vez volver a presentarnos un álbum potente, oscuro y denso, pero con grandes brotes de luminosidad, pop y baile en él también, moviéndose muy ambivalente, lo que lo enriquece bastante.
4. Robert Plant
Carry Fire
Da gusto que el maestro cada año esté haciendo cosas, brindando nuevos discos y manteniendo vigencia. Sabido es que la tangente de Plant se ha ido por los sonidos del mundo y esa experimentación multi instrumental tan grata, mezclada con su pasión por el folk y de lo que hacía en Band of Joy. Este año regresó con su segunda placa con los Sensational Space Shifters, que reconfirma lo bien logrado en ese primer registro de hace unos años, con toda la sabiduría bluesera además. Un disco con alguien que siempre ha tenido alma para hacer las cosas.
3. Body Count
Bloodlust
11 tracks de los cuales hay pocos flojos. Bloodlust es el Sexto LP de Body Count, y da la impresión que es el primero que realmente recaptura la actitud tremenda de nos dejó su debut Body Count. A ponerle atención y volumen. Alzando los brazos como antaño en cuanto a propuesta llega Body Count de cara su nuevo álbum para afrontar este 2017. La esencia prima está intacta, como si no pasara mucho desde ese gran debut de 1992 homónimo, pues la actitud callejera- desde esa portada anarco-terrorista- insolente y delincuencial se mantiene, esta vez con las dosis precisas de riffs poderosos, gancheros y el rapeo gangsta de Ice-T para entregarnos un espíritu de headbanging y mosh como para ponernos al día, en uno de los discos que han dado bastante la sorpresa este año.
2. Mastodon
Emperor of Sand
Si bien los de Atlanta se han alejado un poco del rock pesado que ejecutaron en discos esenciales como ‘Remission’ y ‘Leviathan’ que formaron su identidad. En ‘Emperor of Sand’ aglutinan todo lo que la banda ha edificado como propuesta desde ‘Crack the Skye’, incluso contando con reminiscencias de su heavy pasado. Algunas criticaron la propuesta melódica del single ‘Show Yourself’, sin embargo desmenuzando su detalle el fondo no ha cambiado y ahí está la virtud de la banda en seguir innovando dentro de los márgenes que ya nos mostraron en discos anteriores, pero siempre con calidad y consistencia.
1.Roger Waters
Is This the Life We Really Want?
¿De qué se trata la música, sino de disfrutarla? Roger Waters se tomó 25 años para entregarnos un disco de rock y, con la ayuda del brillante Nigel Godrich en la producción, se propuso darnos lo que queríamos. Después de demostrar todo lo que tenía que demostrar en términos compositivos durante una década y media, hace ya casi 40 años, es cierto, Is This the Life We Really Want? es un refrito de todos sus logros. Y qué importa. Gracias por eso. Canciones que nos retrotraen al inicio de Animals, en 1977 (‘Deja vu’). O al Waters solista, ese que inició en 1983 con The Final Cut (‘The Last Refugee’). Pero hay también elementos que dialogan con los sonidos del viejo Waters. ‘Picture that’, es cierto, es más que un a cita a la grandiosa ‘Sheep’, pero su dramatismo y potencia también recuerda a ‘Pulled Under at 2000 Metres a Second’ de Anathema, poniendo en evidencia, sin querer, la intensidad con que la escuela Floyd llegó a la banda de los hermanos Cavanagh, y a otras del género. Asimismo, no es necesario mirar los créditos del álbum para saber que detrás de los arreglos orquestales de ‘Is This the Life We Really Want?’ –la canción-, está David Campbell, el mismo detrás de los arreglos que dan vida a los aplaudidos Sea Change y Morning Phase de Beck. Y podríamos seguir, pero no es necesario. Esta es una placa para sentarse, apagar la luz, subir el volumen al máximo, y disfrutar intensamente. Roger Waters le hizo el favor a esta generación de meternos, por 54 minutos, en una cápsula del tiempo y hacernos disfrutar de chanchos voladores, escuelas que parecen fábricas de salchichas, o aviones que se estrellan contra un muro. Habría que ser idiota para desperdiciar esa invitación.