Sleaford Mods en Chile: Teatrales, corrosivos y punzantes

Sleaford Mods en Chile: Teatrales, corrosivos y punzantes

La cita con Sleaford Mods en el Club Chocolate se anota como un hito para los fanáticos del dúo. La primera visita de los británicos a esta parte del mundo destacó por la calidad de su sonido y por una entrega encomiable en cada una de las canciones.

La jornada comenzó con Confío en tus Amigos a eso de las 20.00 horas, banda local que fungió de telonero en un Club Chocolate que destacó por brindar un gran sonido. El cuarteto chileno, formado en 2020, ha tenido un crecimiento sostenido en su propuesta. Su garage rock no solo se sostiene por las dinámicas melodiosas y riffs pesados, sino que también desde la actitud rockera y enérgica que demuestran en el escenario. Su música fue acompañada de manera astuta con gráficas e imágenes alusivas a la cultura popular, tales como Los Simpsons o Donkey Kong, por ejemplo. Sin dudas una propuesta a tener en cuenta. Su buen gusto para las guitarras distorsionadas y un rock de buena factura ya los tiene anotados para la versión 2025 de Lollapalooza Chile. Eran las 20.35 cuando Confío en tus Amigos se despidió agradecido de un público que los acogió de principio a fin.

Roadies y gente de producción reordenó rápidamente las cosas hasta dejar el escenario prácticamente vacío. Solo quedó una caja negra y un atril con su respectivo micrófono. Lo justo y necesario para la magia de Sleaford Mods. Minutos antes de su presentación fue el propio Andrew Fearn quien salió al escenario para abrir su laptop, conectarla y dejarla sobre dicha caja negra. Los fanáticos más cercanos a la tarima quedaron impávidos ante la naturalidad del artista. Las pistas quedaron dispuestas para lo que vendría.

Los británicos fueron puntuales. A las 21.00 ya estaban frente a su público como si los conocieran de toda la vida. Ambos reflejaron un relajo propio de artistas con el ego domesticado. Sin ínfulas de grandeza, Fearn apretó play y las pistas comenzaron a marchar.

El show inició con “UK Grim”, uno de los hits de su más reciente álbum homónimo de 2023; una elección inteligente para un iniciar un setlist corrosivo y pujante.

La puesta en escena es valiente y minimalista, casi circense por lo plástico y ridículo que llegan a ser algunos de los movimientos. Mientras Andrew Fearn inicia y pausa las pistas grabadas de su laptop su cuerpo se pierde entre la música. Bailes erráticos y al natural, una mera improvisación corporal cuyo relajo contrasta con la energía y concentración exigua de Jason Williamson.

Williamson declama sus letras; a ratos deja de lado cualquier atisbo de canto para ejecutar verdaderos discursos con ritmos a cuatro cuartos incesantes de fondo. Su estilo obtiene peso gracias al acento británico rústico que posee; una pronunciación tan marcial como llena de modismos, groserías y crítica social. Cuando vuelve al canto su voz es firme y la ausencia de desafinaciones evidencia una potencia vocal entrenada. Junto a la voz, uno de los puntos llamativos de la propuesta en vivo de Sleaford Mods es el histrionismo y carisma de Williamson. El inglés no escatima en bailes, gesticulaciones y una modulación verbal plástica, exagerada, llena de propósito y dominio.

Una capacidad vocal masajeada con botella tras botella de agua. La hidratación constante de Williamson es resultado de como vierte su cuerpo y cuerdas vocales sobre el escenario. Una entrega que sin dudas se robó muchas miradas entre los asistentes.

En ocasiones, el juego de luces hacía desaparecer al dúo al dejarlos en la oscuridad por algunos segundos. Un recurso que daba la ilusión de una experiencia surrealista, como si no hubiese nadie sobre el escenario. Punto que contrastaba con los ritmos y estrofas incesantes.

A ratos, lo espacial y machacante de las pistas dejaban en trance a un público que se lo bailó todo de principio a fin. Seguir las letras de Sleaford Mods es una tarea titánica e inútil para un hablante no nativo del inglés, por lo que el público chileno optó por el baile, baile y gritos al por mayor. Cada gesto, grito y ocurrencia verbal de Williamson era correspondida por el público.

En lo estrictamente musical, el dúo pavimentó un show incesante. Los primeros cuarenta minutos de show fueron prácticamente sin pausas. Pista tras pista, estrofa tras estrofa; el show de los británicos es como reproducir un vinilo hasta que la aguja no da más.

Canciones como “Kebab Spider”, “Jolly Focker”, “Spare Ribs”, “Tiswas” y “Mork n Mindy” tuvieron su espacio. Dentro de los momentos de más algarabía entre el público fue la interpretación de “West End Girl” (cover a Pet Shop Boys), “Nudge It” y el final del concierto con “Joobseeker” y “Tweet, Tweet, Tweet”.

Una deuda más que saldada. La primera visita de los británicos tuvo su escenario perfecto en un local ameno y ajustado a la cantidad de público de nicho que se siente atraído por experiencias extrañas como éstas. Sleaford Mods brindó un show de una hora y media que se sintió en su justa medida. Un setlist bien pensado que equilibró lo más ácido de su repertorio junto a lo más digerible y bailable.

Cristopher Andrade

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