Hace poco tuvimos la oportunidad de conversar con los autores de "200 Discos de Rock…
«200 Discos de Rock Chileno: Una historia del vinilo al streaming». Chacón, Godoy, Rodríguez y Tudela (2020)
“La historia nunca es una como es uno el polo norte,
o el susurro macabro de los helicópteros
rugiendo al sobrevolar la superficie del poema”
(Lautaro, la Brigada – Tenemos Explosivos)
Pensar la historia social desde un punto unívoco como lo tradicional de la literatura no ficción con sesgos academicistas, tiende a ser una construcción censitaria de interpretar determinados contextos. La irrupción de los multiversos de reconstrucción histórica artística, y la importancia de estos en la comprensión de procesos históricos e interpretativos de un espacio-tiempo determinado, se transforman en verdaderas piezas literarias que posiciona a la historia, como ciencia, en un arte tan completo en el que las divisiones de lo real y lo imaginario no existieran.
Tal como lo expresa Tenemos Explosivos en la primera línea de “Lautaro: La Brigada”, la historia nunca es única, la historia nunca es una verdad estricta e incuestionable. La riqueza de la historia proviene de la diversidad de las interpretaciones y vivencias experimentadas, como también de la diversidad de construcciones históricas que se pretenden reseñar; y de esto es lo que se nutre el texto “200 discos del Rock Chileno”, una profunda y potente construcción histórica de la música chilena como representación cultural de la sociedad chilena.
El presente texto comienza con un relato de vida, un prólogo que irrumpe con determinados tradicionalismos propios de la literatura histórica, planteando la base cultural de la experiencia social, como parte importante del bagaje cultural del que hoy tiene como centro de vida: La Música. Entre sincretismos culturales propios de un capitalino ( Sergio «Pirincho» Cárcamo) que llega a los amables encantos del puerto de Valparaíso, y también entre experiencias que vinculan su historia personal con la evolución de los medios de difusión y divulgación musical en pleno siglo XX, es que nos inmiscuimos casi de inmediato con esta historia, la que comienza siendo una historia personal, se va transformando en la historia de Chile por medio de discos musicales.
En cuanto al ritmo de lectura, resulta necesario destacar las capacidades de los autores en transmitir las ideas y experiencias en un lenguaje común, en un lenguaje cercano, puesto que este factor a lo largo de las casi 450 páginas, hacen de la experiencia de lectura un camino expedito, tranquilo y de preciosa compenetración.
En términos aún más específicos, el presente texto resulta un texto clave para quienes somos reales seguidores y seguidoras de la música ya que los guiños artísticos sobre los que están plasmados en cada uno de los capítulos de los textos, toman párrafos, frases, títulos de canciones como verdaderas sinopsis de un contexto generacional relatado en código musical.
Los 2000, Canción para mañana: El relato musical del Chile post-dictadura
La precisa estructura historiográfica con la que se nutre este texto es tal, que la línea temporal oscila en los incipientes años 60, precisamente situados inicialmente desde potente figura de Los Ramblers con su disco Los Ramblers, y así es que se va construyendo un relato desde la descripción analítica y sensorial que oscila entre los 70, 80, hasta llegar al 2010. Y bajo este prisma, es que llama particularmente la atención el punto de inflexión que se transforman los años 2000, ya sea por el quiebre generacional político-cultural, como también por la transversalización del acceso a internet y las facilidades de descarga gratuita de música, cine, series y arte en sus múltiples formas, lo que esto nos trajo, es decir, llevar el arte a todas, todes y todos quienes no teníamos acceso.
En términos prácticos, los años 2000 siempre fueron catalogados como esos años del “nuevo milenio”, algo así como una ruptura entre el antes y el después de un mundo globalizado que sueña incansablemente por mejoras sustanciales en su calidad de vida a todo nivel, desde lo espiritual hasta lo más práctico. Bajo esta misma premisa, es que en el texto la macro-idea de prosperidad se materializa con el relato explicativo en tercera persona sobre el contexto político-social de Chile; un país donde la desigualdad se vivía con dolor y hambre, un Chile empobrecido y golpeado por una dictadura que solo trajo muertes, sangre, torturas y cuerpos mutilados. Un Chile que buscaba una salida democrática a un sanguinario totalitarismo por medio del slogan “Chile, la alegría ya viene”; sin embargo, a un 2021 podemos afirmar sin vacilaciones que esa alegría nunca llegó.
En la era de los 2000, la democracia se instalaba por primera vez como concepto en las juventudes de padres crecidos en dictadura, y eso es lo que relata con mayor detalle este capítulo, algo así como una perfecta articulación entre la lectura política de interpretación musical de juventudes crecidas con familias quebradas por un fascismo que privilegiaba a unos pocos. Un relato que en esencia es personal, pero que en efecto es colectivo; y es bajo esta arista en que “200 Discos de Rock Chileno” trata de recoger, como por ejemplo a 2x, una banda chilena caracterizada por la fuerte influencia de aggro–numetal que vociferaba sin miedo cada una de las formas en las que se perpetuó el poder institucional de la dictadura sangrienta de Pinochet; también se destaca la reseña a Weichafe, dónde se presta mayor ahínco a la variable emocional-reivindicativa de una sociedad en eterno duelo, una sociedad que vive el dolor de la pobreza de un modo casi personal.
A su vez, en el presente capítulo se desarrolla la confluencia de la escena musical británica en las nuevas bandas chilenas, como por ejemplo Los Bunkers, que desde las influencias más puras de The Beatles, Oasis, The Who, The Kinks en lo musical, lograron apostar por una variable emotiva y sensitiva de un Chile que aún vive del dolor, y bajo estas mismas premisas es que a nivel narrativo, influencias como Violeta Parra, Los Ángeles Negros, Inti Illimani les permitieron construir un relato duro, profundo, pero esperanzador de un pueblo en resistencia emotiva. Es por esta razón que el disco “La Culpa” de Los Bunkers es presentado como un disco de cabecera en lo que respecta a la historia musical nacional, puesto que mezcla desde todas las artistas una variable representativa de un país en duelo, pero con esperanzas en crear esa “Canción para mañana” que también nos permita “Bailar y Llorar”, en código Teleradio Donoso.
200 discos de Rock Chileno es un texto precioso, un texto que nutre cabezas, almas, pero también corazones. Es un texto que si bien, por el modo de redacción en el cual fluye, está pensado en llegar a muchas personas, también es un texto que puede ser insumo bibliográfico importante al momento de reconstruir la historia musical, artística, política y contextual de un país en código musical.
Este texto, y quizás sin ser un plan pensado, a nivel implícito nos invita a reflexionar respecto de la construcción socio-histórica de la desigualdad de poder que existe desde una perspectiva de clase, de género y anti-racial, puesto que gracias a la simpleza de una completa descripción contextual, permite visualizar en perspectiva todas y cada una de las formas en que la música funcionó como un verdadero caldo de cultivo para visibilizar determinadas jerarquías y desigual distribución de poder, en términos más sencillos, transversalizar la narrativa e instrumentalización de las piezas artísticas invitan a cuestionarnos como personas, transmitiendo el dolor por su recorrido; al momento de musicalizar estas narrativas, tomando influencias armónicas que provienen de culturas ancestrales que reivindican la multiculturalidad desde lo musical, pero también desde lo político.
Sin lugar a dudas de que 200 Discos de Rock Chileno es un libro completo desde donde se le mire, un acierto histórico y periodístico que permite ver la historia nacional desde un punto de vista procesual. Es un texto que posiciona a la música como un aspecto relevante al momento de comprender un país, puesto que no son solo los hechos históricos los que trascienden, sino que es la música con sus creadores y artistas quienes también pueden relatar una historia.