2×1: «New Noise» Anthrax vs. Refused
La carrera inicial de Refused (antes de su triunfal regreso el 2015) duró apenas siete años y tres álbumes, pero eso les bastó para erigirse como una de las bandas líderes del movimiento post-hardcore imponiendo, de manera altamente pretenciosa, una nueva forma de hacer Punk porque, aunque a muchos no les guste, estos tipos son los inventores de varias de las tendencias que son prolíficas en la actualidad.
Recordemos que a mediados de 2000 el post-hardcore, el metalcore, mathcore y otras ramas del hardcore ya comenzaban a ser populares; pero Refused llevaba incorporándolas en su música desde comienzos de los ‘90. Por eso es que Refused sonó a ritmos convincentes en discursos llenos de rabia. Y uno de los mejores ejemplos donde se sintetiza su propuesta es en el álbum “The Shape of Punk to Come” y en el tema «New Noise».
La canción es muy energética desde el inicio y es uno de sus hits por naturaleza, ya que concentra el uso de la electrónica y multitud de efectos con aguerridas guitarras que, pese a lo que la mezcla pueda sugerir, se compactan perfectamente como una gran canción post punk. Los tambores in crescendo del inicio son geniales, te avisan que tu cabeza tumbará al grito ensordecedor de Dennis Lyxzén, quien deja las cuerdas vocales por entero en este track; el estribillo funciona a la perfección en vivo y si lo escuchas en casa, te dan ganas de elevar las rodillas al pecho, saltar alto y dejarte caer. El trabajo destaca por su gran explosividad y experimentación pero, sobre todo, por la mala leche de su lírica. La canción construye tensión y explosión a través del discurso. ¿Qué mejor manera de pelear contra la insatisfacción y el capitalismo que creando este corte con electrónica, locura y gritos rabiosos?
Por su parte, los Anthrax son una institución. Pero a veces, hasta las bandas más inteligentes toman caminos equivocados y la decisión de coverear a los suecos, con un tema que hicieron famoso en el punto más álgido de su carrera, se transformó en una valla compleja de salvar, por muy Anthrax que seas y por mucho que grite Belladonna. El problema es que la versión no logra transmitir la rabia social que escupía la original. Y el tema parte mal porque en los pasajes iniciales se alejan de su sonido clásico y caen en algo muy experimental, que hasta se oye fabricado para la radio. Hay harta guitarra pero poca empatía con las palabras y poca conexión con la intención de la original, la que no alcanza a ser consumida ni expresada por Anthrax. Por otro lado, la forma de presentar el cover también es extraña porque va como pista oculta, quitándole fuerza al cierre del disco “Worship Music”.
En 1998 unos jóvenes, a través de este tema, retrataban una escena social difícil, por lo que era complejo que varios años después unos señores, ya de mediana edad en 2011 y en otra época, le dieran agilidad u otra significación a ese discurso. El corte es correcto pero prescindible, se repasa sin sobresaltos pero, siendo honesta, a Anthrax hay que pedirle algo más que esto.
En este 2×1 se impone totalmente la versión original porque tiene más inspiración, usa los recursos de forma más imaginativa. Además, había una exuberancia en la interpretación, casi anarquista, y muy ligada a líricas que siempre le interesaron a los suecos, como asuntos existenciales, la política europea o la forma en que el capitalismo afectaba a la gente. Lo de Anthrax, por su lado, es nada fácil de digerir y, salvando muchísimo las distancias, los fans de siempre recordarán sus primeros días con algunos acordes pero, igualmente, la versión queda sobrando en una discografía que tiene sello propio y que, por lo mismo, es difícil de apañar.