Accept en Santiago: La fuente de la juventud

Accept en Santiago: La fuente de la juventud

Aunque Santiago los acoja en lugares pequeños, es su energía, magia y carisma, lo que transformó a Accept en una leyenda del Metal, de esas imperdibles de vivir en directo. Tras vivir épocas difíciles en los ’80 y ’90, ha sido en este milenio donde se han dado un refresh que se contagia y que hace lucir su sonido tan fuerte como en aquellos años de gloria. Esta banda legendaria atraviesa (otra vez) por su mejor momento. Cuando en 2010, Wolf Hoffmann, Herman Frank (abandonó en 2014) y Peter Baltes aceitaron la máquina, acompañados por Mark Tornillo, fue cuando descubrimos esta segunda juventud de la que estamos disfrutando como fans.

En agosto, anunciaron visita nuevamente como parte del tour sudamericano del disco “The Rise of Chaos” (2017), el cual ha sido tan exitoso que les ha permitido girar durante un año; si a eso le sumamos el reciente lanzamiento de “Symphonic Terror”, que registró su paso por Wacken 2017, sabíamos de antemano, desde que se abrieron las puertas del Coliseo, que el lugar estallaría en emociones.

La multitud se hizo esperar y repletó el recinto apenas un par de minutos antes de iniciar el espectáculo. La fuerte tradición Metal que atraviesa generaciones en nuestro país, logró juntar variedad de edades pero una sola alma, dispuesta a deleitarse con un setlist que fue de hit en hit. A las 21:03 hrs, los juegos de luces y los platillos de Christopher Williams iniciaban la fiesta con la fantástica “Die by the Sword”, tema que abre su último trabajo pero que los asistentes ya sabían interpretar perfectamente. La siguió el coro potente de “Stalingrad” y “Restless and Wild”, tan majestuosa gracias a su inmensa cabalgata de riffs.

Los 3 temas iniciales sonaron espléndido y con una ejecución increíble; estaba partiendo el show y la complicidad entre la banda y el público relajó el ambiente y nos predispuso a una gran velada. “Pandemic” fue coreada con una energía desbordante y el riff final fue de tremenda ejecución. Vinieron más de «The Rise of Chaos»: “Koolaid”, “No Regrets”, “Analog Man”, desbordando energía, mientras que la grandiosa “Neon Nights” elevó la emoción con sus guitarras precisas, con Mark Tornillo logrando un buen desempeño vocal en cada una. Los juegos de luces fueron un acierto para un escenario pequeño, que no les permitía absoluta movilidad pero sí les dejaba estar muy cerca de la gente; los que estábamos casi en la reja fuimos testigo de la cercanía y simpatía de Mark, Wolf, Baltes, Uwe y Williams.

Se venía la tierra derecha del show, y no había cansancio tras un setlist probado y que invitaba a estar siempre en movimiento, más aún ante los acordes y el “oohh, oohh, oohh, oohooohhh” de “Princess of the Dawn”, un clásico que desborda magia y despliegue impresionante; Wolf a un nivel alto, Tornillo magnífico y pidiendo palmas en el coro. En ese momento, desde el público, lograron entregarles un lienzo con el nombre de la banda, el que mostraron muy orgullosos para los cientos de fotógrafos improvisados que buscan rescatar ese minuto diferente. Wolf se despachó un solo brillante, fue un gran momento y aún quedaba más, con la rockera “Monsterman”, del magnífico álbum “Russian Roulette”, la que permitió otro lucimiento de Hoffmann y su guitarra brutal. El querido Wolf estuvo atento y con ejecución fantástica durante toda la presentación, el tipo se cree todo lo que toca y lo transmite con la fiereza de un metalero de cepa. Hasta ahí, ya comprobamos que la esencia seguía intacta; a pesar de no parar de girar es la seguridad del trabajo bien hecho y un público fiel, lo que termina por hacer de cada espectáculo de Accept un gran momento. Pero quedaba más agua por beber de esta fuente de energía metalera.

Todo se volvió locura, otra vez, con los acordes de la grandiosa “Metal Heart”, haciendo trizas las gargantas de todo el Coliseo; el coro sonó como un trueno y la entonación característica fue sensacional. ¡Qué clásico! “Teutonic Terror” terminó por arrebatar las últimas energías de un público enfervorizado ante este corte durísimo, que obliga a gritar el coro con todo lo que quede (¡y a puño alzado también!). Puros aplausos merecidos para estos teutones que repletan estadios en Europa, que son cabeza de cartel de festivales, pero que no se arrugan en venir para estas tierras porque saben lo que logran gracias a una carrera de 40 fructíferos años. El encore fue con “Stampede”, “Midnight Mover”, la infaltable “Balls to the Wall” y ese clásico de comienzos de los ’80, de cuando aún todo empezaba y ellos se distinguían entre el murmullo punk y el disco para gritar «I’m a Rebel». Cada canción agitó a esta marea humana con pura rapidez, estribillos tan inolvidables y tan metaleros. Brazos arriba y aplausos sin pausa para otra cátedra. Tornillo llegó sin inconvenientes a las notas altas, Hoffmann fue puro carisma y desbordó calidad en los solos, mientras que la sincronía entre bajo y batería funcionó como reloj. La banda está aceitada y vivenciarlo es observar virtuosismo y efectividad.

Accept en Santiago, fue otra invitación a contemplar que, como muchas otras bandas Metal, los alemanes viven una segunda juventud. Frecuentes visitantes que nos entregan solo clásicos en conciertos avasalladores, rindiendo honores a esa generación musical que hace mucho rato ya es adulta, pero que como nunca goza de indiscutible estabilidad.

Macarena Polanco

Macarena Polanco

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