Disco Inmortal: Alice in Chains – Dirt (1992)
Columbia, 1992
Dentro de los discos que se encumbran con la cualidad de haber marcado a toda una generación «Dirt» de Alice in Chains tiene su nombre indudablemente bien puesto y con claros méritos para jactarse de aquello. Si bien musicalmente está considerado como una de las obras más heavys y potentes del grunge, el disco se compone de una lírica completamente sentimental, profunda y depresiva y eso lo hace brillar aún más.
1992 marcó un período de excelentes producciones y un año fundamental para lo que fue el nuevo empuje del hardrock, el llamado «grunge» y rock alternativo. Los resurgimientos de bandas como Metallica o Guns N’ Roses enfocaban una nueva mirada al rock y al metal, y lo que había logrado Nirvana con el Nevermind o Soundgarden con Badmotorfinger en 1991 replantearon las cosas en términos de adaptar un estilo musical que se suponía underground para encontrarse con un público mucho más mainstream, placas como esta hicieron que el público más masivo se identificara completamente con estas obras que nacieron desde un punto de vista de creación mucho menos pretendido comercialmente.
Sólo basta con escuchar un par de canciones para dar cuenta de que lo que Layne Staley junto a la banda quería plantear era simplemente el reflejo de sí mismo, absorbido por un entorno totalmente oscuro y fúnebre y con las drogas como sus grandes compañeras. En las sesiones de grabación muchas veces se inyectó heroína y es simplemente porque la necesitaba y quiso reflejar en el resultado esencial del disco su angustia, sus necesidades de vías de escape y su depresiva forma de componer.
El punto de partida es impresionante, el grito casi animal de Staley se une a los riffs pesadísimos de Jerry Cantrell para dar el arranque con ‘Them Bones’, muy directo y sin concesiones, tan duro como la idea que plantea su letra, que al morir seremos solo huesos, sin alguna posibilidad de otra vida. Debe ser uno de los inicios de disco más soberbios en el estilo.
Pero la continuidad de la energía que invoca su sonido pese a lo lúgubre de sus letras sigue de inmediato con «Dam That River», un riff con mucho gancho y que continúa la senda demoledora con que Alice in Chains da los primeros golpes de esta placa. Con ‘Rain When I Die’ entra la veta más sicodélica pero no por eso menos demoledora, tras un trip muy lisérgico en la intro suenan nuevamente los más inolvidables riffs, la voz de Staley acá está al borde de lo sublime, moviéndose en distintos matices y aflorando todo su poder vocal.
En ‘Sickman’ las inquietas percusiones preceden a un extraño quiebre y las tonalidades caen en una especie de hoyo profundo y abismante, el coro que reclama lapidariamente «Ah, cuál es la diferencia, moriré, en mi mundo enfermo», llega a estremecer de lo intimista y derrotista al mismo tiempo, casi como agradecido de tener ese sentimiento que desea la muerte.
El aporte de Cantrell tampoco se queda atrás, de hecho, a pesar de que Staley es el que inunda de esencia depresiva el disco, en canciones como ‘Rooster’ se da cuenta de una entrega muy personal del guitarrista acerca de su padre y sus vivencias en la guerra de Vietnam, otra canción muy significativa para el cancionero global de AIC.
Otro himno ya a estas alturas penetra intensamente y te llega a calar los huesos con ‘Junkhead’, donde trata de explicarle en una historia a otro tipo acerca de la filosofía de vida del drogadicto con frases tan directas como «No puedes entender la mente de un consumidor, pero trata con tus libros y grados a ver si te dejas llevar y abres tu mente. Apuesto a que estarías haciendo lo mismo que yo y no es tan malo». Este tipo de revelaciones salen de lo más directo del fondo del alma de Staley y su conciente planteamiento de ver las drogas como una necesidad de escape absolutamente necesarias. La canción además pega muy bien con ‘Dirt’, donde también el tópico es la miserabilidad que evoca el hecho de sentirse sucio con las drogas, pero sin arrepentimientos de por medio.
La particular forma de cantar que adopta Staley como una especie de chivo en ‘God Smack’ llega nutrida de una espectacular ejecución en la guitarra donde Cantrell simplemente hace lo que quiere y se desliga un poco de la ‘muralla’ de guitarras con que este disco se compone, para esta vez darle una soltura más funky al tema. Seguido de esto suena la enigmática ‘Iron Gland’ que de hecho en primera instancia no tuvo nombre y donde un curioso invitado como Tom Araya aparece en las «voces» en una abrupta intermisión.
El bajo de Mike Starr sabe estar en justa medida en varias canciones de la placa, quizá a ratos eclipsado por la soberbia aparición de las guitarras de Cantrell, en ‘Hate to Feel’ todos brillan en otro tema que reivindica a las drogas y su poder de «matar el dolor». En ‘Angry Chair’ y los potentes golpes machacantes de Sean Kinney en la batería van desentrañando quizá una de las más oscuras composiciones de la banda, la guitarra suena como verdaderos latigazos de furia y la letra es tremenda, la cual refleja la soledad que podemos estar expuestos pese a tener fama, dinero y todo un nuevo mundo alrededor.
Si bien ‘Them Bones’ dijimos que era una excelente apertura, también ‘Would?» lo es para el cierre, con la clara lírica inspirada en la muerte del amigo de la banda, vocalista de Mother Love Bone e ícono del movimiento grunge Andrew Wood, es un cierre de proporciones, con un coro desgarrador pero muy melódico al mismo tiempo, casi un clásico para cerrar sus presentaciones históricamente.
Las emociones y reflexiones tan profundas de éste disco quedaron plasmadas para siempre en nuestras memorias, no iba a ser tan sólo en éste disco donde Staley y sus canciones profetizaban lo que iba a terminar pasando con él. Finalmente eso terminó por ser el espíritu de Alice in Chains, una declaración muy íntima del sufrimiento y sensación de caída del ser humano a la que todos hemos estado expuestos más de una vez.
Alice In Chains voló cabezas con este disco y lo sigue haciendo, es cosa de ver las grandes convocatorias en todas partes del mundo para ver sus shows, aún así prescindiendo de la tremenda imagen de Staley en sus filas. Por eso y por su música llena de talento y creatividad este disco se encumbra con todas las de la ley en ser clasificado como un disco inmortal e inolvidable.
Patricio Avendaño R.
uno de los mejores discos , lastima que ya no este el gran layne