Autoluminiscent: Rowland Howard, el Aristócrata Gótico
Dentro de la programación de esta 12ª versión del festival Inedit Nescafé nos sorprendió con este relato lleno de pasión, pero que se mezcló, también, con la oscuridad y depresión de un genio de la música poco venerado. Si quisiéramos buscar su equivalente en la prosa ésta podría ser la de Edgar Allan Poe, o también podríamos considerarlo un parangón del existencialismo de Nietzsche porque de ambos Rowland S. Howard parece ser el referente musical. Este documental era una verdadera caja de sorpresas, la que se fue abriendo lentamente, dejando salir al mundo la genialidad de un músico muy influyente pero contando una historia de vida llena de matices oscuros pero muy bien elaborados dentro de un guion respetuoso.
El relato señala que desde muy joven Howard absorbió dramáticas influencias que se plasmaron a lo largo de su carrera en canciones de heridas abiertas, provocadas por profundas espinas que jamás pudo desenterrar. Ese fue su sello: poesía romántica, gótica, una escalofriante voz melancólica que se mete bajo la piel y penetra hasta los huesos. Para los que hemos escuchado muchas guitarras llama la atención su estilo único, una relación muy personal con el instrumento y que algunos tildaron de poco virtuoso.
El film lo muestra como un adolescente pretencioso ubicado en la escena del post-punk australiano, tocando en “Young Charlatans” para unirse en 1978 a la formación de “The Boys Next Door”, junto al excéntrico Nick Cave. Ante el consejo de muchos, la banda emigró hacia Londres para ir “donde las papas queman”, y allí pasaron a llamarse “The Birthday Party”. Dentro de la banda, Howard era visto como el aristócrata gótico, “un fantasma salido de la Praga de Kafka o el Drácula de Bram Stoker”. No llegó a ser el más famoso de la banda porque ese rol se lo ganó Nick Cave, pero sí impactó por su peculiar uso de la distorsión en la guitarra eléctrica, creando un sonido único y enormemente influyente. Contrariamente a lo esperado, no hubo demasiada aceptación de su música ni en la capital inglesa ni en Nueva York, porque la tendencia apuntaba hacia el synth pop, y se consideró que la propuesta era demasiado violenta y aterradora. Entonces se trasladaron a Berlín, en donde finalmente dieron en el clavo.
Lamentablemente su legado es reverenciado por pocos y desconocido por muchos, incluso en esta época digital en donde es fácil encontrar sorpresas musicales o aprender, rápidamente, sobre las influencias de los artistas favoritos de cada uno. Quizás por ese motivo y con el fin de rendirle un merecido tributo, en 2011 se editó este documental “Autoluminescent”, dirigido por Richard Lowenstein y Lynn-Maree Milburn. El film es muy respetuoso con las memorias del cantante y guitarrista, quien es recordado por su pequeño y cerrado círculo de amigos y admiradores (Nick Cave, Lydia Lunch, Mick Harvey, Genevieve McGuckin, Henry Rollins, Thurston Moore, Nick Zinner, Bobby Gillespie, Kevin Shields, Douglas Hart).
La película utiliza imágenes de archivo monocromáticas, entrevistas y lecturas que J.P. Shilo hace del manuscrito inédito “Etceteracide” de Howard para construir un retrato oscuro pero muy bello, elegante pero triste, que se fusiona fielmente con la vida del músico. Así fue él. Conocimos cómo nació a la escena, como siempre se valió de la experimentación musical, como pasó por su período de adicción a la heroína y el fuerte vínculo que lo ataba a sus ex parejas. Uno de los momentos memorables y que lo hizo ver como profundamente humano, es comprender el motivo de su partida a tempranos 50 años: sus adicciones y la hepatitis C que siempre padeció destruyeron su hígado, provocándole un cáncer para el cual esperó por mucho tiempo un donante que le permitiera ser trasplantado…éste nunca llegó, por lo que este genio rebelde, oscuro y de alma enamoradiza se fue un 30 de diciembre de 2009, dejando un legado riquísimo a nivel de composición y de rítmica, el que recién muchos están descubriendo.
“Autoluminiscent” se centra en los detalles que magnifican la figura de este guitarrista: vida misteriosa, su pretenciosidad («lo tenía todo claro, lo que amaba y despreciaba», afirmaba Cave), su corazón “trágicamente romántico», su adicción, incluso hasta su fobia a los plátanos. Los “Boys Next Door”, “The Birthday Party”, Londres, Berlín, matrimonio, otras bandas, su enfermedad, su digna muerte, esa es la estructura del guion, contada con fidelidad, respeto, sencillez, elegancia y melancolía.
La imagen congelada del final nos habla justamente de esto: detrás de esa triste mirada de príncipe dark había un pequeño brillo, un destello luminoso que venía de su interior, había un color que pocos vieron pero que queda inmortalizado a través de este sincero y brillante film. El rock australiano y su secreto mejor guardado.
Próxima función: Viernes 11, GAM, 18.30 hrs.