Bad Religion: «Age of Unreason» (2019)
Epitaph Records, 2019
A estas alturas del partido Bad Religion está lejos de tener algo más que demostrar a nadie. Su carrera ha sido edificada de una manera tan productiva y notable, dejándonos tantos gratos momentos de punk rock al hueso y sabiduría filosófica contestataria, que sólo ellos se tienen más que merecido tomar una brecha de seis años—la más larga en su historia— para producir «Age of Unreason», su decimoséptima placa de estudio.
Y pudieron ser más. Nos da mucho la impresión que la llegada de Trump al gobierno de los EE.UU. ha sido un motor para Graffin y los suyos para, hoy más que nunca, poner sus letras al servicio de la protesta social, el descontento por el fascismo y las políticas conservadoras del líder de cabeza roja.
Y eso es lo que más tenemos en el disco: unos Bad Religion cabreados de la situación, de lo que está pasando y que realmente estamos ante algo grave, muy grave con alguien así gobernando el país. No hay muchas sorpresas musicales en Age of Unreason (y eso es lo que esperamos en realidad). Bad Religion está tocando el mismo punk rápido y cabalgante que hacen siempre, con rabia y la voz melódica y cargada de armonía de Graffin esta vez eso sí en muchos tracks. Pero esas voces están llenas de letras que ponen un punzón caliente sobre el estado de las cosas en los Estados Unidos, algo que inevitablemente repercute a nivel mundial.
«End of Story» llega casi justo en la mitad del álbum, y es una especie de declaración de principios de la misión del disco. Una línea de bajo que golpea con fuerza se une a un toque fuerte y los acordes de guitarra entran simultáneamente con Graffin, quien comienza con: «Los días de Halcyon no son una gran cosa / La nostalgia es una excusa para la estupidez / No creo en la edad de oro / O los presidentes que ponen a los niños en jaulas». Es pegadiza y confrontacional. El mayor impacto viene con el final del puente, donde Graffins pregunta: «Ahora, en el último segundo de nuestro mes de diciembre / ¿Cómo quieres que te recuerden / Por generosidad / O una jodida monstruosidad?».
Esa es una pista por excelencia de Bad Religion, y el disco está lleno de ellas. «Chaos from Within» en la apertura tiene los tambores punk al galope, las guitarras de máxima velocidad y las armonías vocales de siempre. Graffin canta en términos generales acerca de abrir los ojos, de mirar hacia afuera para detectar si el peligro es realmente existencial. «Do The Paranoid Style» dice: «¡Oye! Saltemos alrededor / Al sonido renegado / Del estilo paranoico» es el estribillo, seguido de letras sobre argumentos comunistas, adolescentes desposeídos y conspiraciones. «My Sanity» aboga por salud mental y «The Approach» (otro track de color clásico), brilla por la intensidad y ese incombustible trío de guitarras de hombres de mucha cancha como Brian Baker, Mike Dimkich y Bret Gurewitz, sin dejar de mencionar los aportes, por primera vez en estudio, de Jamie Miller en batería, que no hacen más que ser consecuentes a un sonido, a una historia que hay que respetar y celebrar y que en conjunto hacen tan sólido el sonido de todo apoyados por la gracia del ganador de Grammy Carlos de la Garza (Jimmy Eat World, Wolf Alice) en la mano productora.
El disco se va por la tangente rockera en ’Candidate’ otra que suena a clásico, con esas grandes armonías nuevamente al estilo «Los Angeles Is Burning» y de la banda de principios de siglo y finales de los noventa, cantando cosas como «Vivo una bandera vacía / Del antiguo tribalismo / Y confía en mí, a nadie le importa / Porque soy tu candidato». La verdad es que cada canción es una historia y cada línea tiene cosas que nos evocan reflexión. Este disco, como muchos de la banda, nos deja profundas letras para despertar una lectura sin expiración.
«Age of Unreason» es un buen álbum que transparenta un proceso histórico de la situación actual norteamericana, porque Graffin y Gurewitz tienen mucho enojo genuino y articulan ese enojo en intensidad, provocación y brillantez con filosofía incendiaria, como es lo mejor que saben hacer. Al final, ante tanta injusticia en el mundo, vuelven a ser nuestros héroes, ocupando de la mejor forma la que es quizás la mejor herramienta del mundo. La voz, la guitarra y la actitud.
Por Patricio Avendaño R.