Una leyenda del rock nos visita y por primera vez dentro de su extensa trayectoria.…
Billy Idol En Chile: La fuerza implacable del punk en tiempos de agitación
Probablemente el 1 de septiembre de 2022 sea una fecha que quede marcada por un largo tiempo en la memoria colectiva de un Chile en agitación. Por un lado vivimos la histórica jornada de cierre de campañas electorales de cara al plebiscito en el cual Chile aprueba una constitución que por primera vez, pone al tejido social como sujetas, sujetes y sujetos de derecho; y por otro lado, una facción sedienta de acción se reúne para ser testigos del debut del mítico Billy Idol.
La jornada comienza en completa tranquilidad, un Caupolicán que lentamente va sumando asistentes, mientras que la banda nacional Franklin, es la encargada de dar la bienvenida a todo un público sediento de new wave y punk puro y duro. Entre profundos agradecimientos y un mensaje de persistencia a las bandas independientes del circuito nacional e invitándoles a no claudicar en la consecución de un sueño, es que la banda entre vítores se retira del escenario.
A las 21:00 horas estaba acordada la irrupción del británico en suelo nacional, y fiel a esa promesa, Billy Idol con implacable energía se toma las miradas de un Caupolicán en llamas. “Dancing With Myself” fue el kick off de esta ansiada espera. Una potente y multigeneracional energía se respira en cada salto, en cada puño alzado que se deja llevar por un clásico del punk de los 80. Seguimos con “Cradle of Love”, clásico de los 90 donde el público pierde la cabeza, le secunda “Flesh For Fantasy”, poniendo la bandera del lado más hard rock en esta primera parte del show. Sin embargo, en el entramado de «Speed», sencillo de su trabajo más reciente, es que los ánimos comienzan a decantar y las cosas se nos complejizan.
Una pequeña tos comienza a tomar fuerza, acto seguido la misma tos se hace común en las, les y los asistentes al show. En cuestión de segundos el aire del lugar se torna denso, y así parece percibirlo el ex integrante de Generation X, quien con diversas gesticulaciones y sensación de ahogo da cuenta de la profundidad de la situación. Con tal profesionalismo, es que Billy Idol decide finalizar el track y el equipo de inmediato saca al artista de escena para sortear el complejo momento.
Exactas las 21:28, es que comienza la compleja pausa. Desde los micrófonos, la producción en un acto de completa honestidad, hace un llamado a la calma poniendo en común la situación acaecida “Hola, buenas noches. Vamos a tomar una pequeña pausa, por favor. Todos tranquilos, vamos a tomar un descanso, que nadie salga porque tenemos una pequeña situación que se está dando aquí en la entrada”. Se percibe calma ante la certeza. No obstante, un espontáneo “Pacos culiaos, cafiches del Estado” se escucha desde una facción de asistentes que no olvida que la policía tiene las manos manchadas con sangre, y que su tradición de torturas y poder les inhibe la razón.
En este marco, es que algunos ánimos se comienzan a caldear en el momento en que asistentes desde las gradas comienzan a bajar y tomar posición en lo habilitado como cancha general. Entre lacrimógenas y extintores, es que la calma la vuelve a tomar Idol en el momento que se dirige al público -vía redes sociales- para explicar la situación a sus seguidores. A los 20 minutos se da el visto bueno de la producción para dar continuidad a este inolvidable show, por lo que exactas las 22:00 horas, se retoma completamente el evento, dejando en claro que estos hechos aislados, no mancharán el ansiado debut del alma matter de punk.
Un público en llamas, y un Billy Idol profundamente preocupado de la salud de su gente, fue que decidió poner en marcha esta parte del show en el momento exacto en que todas las almas del Caupolicán afirmaron que estaban bien. Se retoma la fiesta punk nuevamente con «Speed», demostrando impetuoso compromiso del artista con el arte y la buena performance. Le secunda la mítica balada de “Bitter Taste”, casi un guiño al momento amargo que significaron las pésimas decisiones de policías poniendo en riesgo a más de 5.000 personas. Nos proponemos dejar atrás lo sucedido, por lo que “Eyes Without a Face” transformó al Caupolicán en ese espacio de vulnerabilidad en que todas estas almas dejan su corazón a los pies del artista británico.
Un solo de guitarra acústico fuertemente influenciado por el rock de los 80, es que Steve Stevens deja atónito a un público que decide superar este complejo momento y vivir a sangre el debut del histórico artista. En absoluta soledad sobre el escenario, acompañado únicamente una guitarra electro acústica, Stevens deja de manifiesto que los años se traducen en trayectoria, ya que la genialidad jamás envejece.
Nuevamente Idol en escena, pero ahora con un sólido atuendo cercano a la tradición de las chaquetas de mezclilla, es que se pone en marcha la segunda mitad del show. “Mony Mony” es el track electo para continuar. No obstante, con la irrupción de “Runnin’ From The Ghost” se deja en claro la capacidad performática del artista, ocupándose del acting del track y conectar desde la teatralidad con el público que vocifera cada letra de tan histórica canción.
“One Hundred Punks” fue otro guiño a la trayectoria del artista de la mano de Generación X en clave punk, por lo que “Blue Highway” y “Rebel Yell” fueron los temas que se vociferaron como si no existiese un mañana. El artista comienza a entregar setlist al público, y alzando baquetas al cielo se dan las primera señales del fin de este inolvidable show.
En cuestión de minutos aparece nuevamente el artista, ahora con un impotente abrigo negro que no deja indiferente a nadie. Nuevamente Idol demuestra su calidad humana al ocuparse de su público: “Are you okay?”, esboza el artista para iniciar el verdadero cierre del show. “Born To Lose” pone nuevamente la cuota de punk-rock, y sentenciamos enérgicamente la histórica del británico con “White Wedding”, unificando nuestras voces en cada estrofa y coro de esta canción.
Billy Idol atónico a la fuerza del público que esperó años por este show, que ni lacrimógenas ni extintores pudieron con la fiereza de ávidas y ávidos personeros de alma punk. Un colectivo diverso, pero generacionalmente marcado por la madurez etaria, no dudaron en tomar este espacio comandado por el británico, como un lugar de catarsis colectiva. El artista presenta con profundo afecto cada integrante de la banda, Steven Stevens, Stephen Mcgrath, Billy Morrison, Erik Eldenius y Paul Trudeau se llevaron la euforia de este particular público. Finalmente la atención recae en el icónico artista, quien gritando “I’M BILLY FUCKING IDOL», da por finalizado el evento que supo sortear con inigualable profesionalismo aislados incidentes, y que puso a miles de asistentes a los pies de uno de los bastiones más importantes del punk.
Fotos: Jerrol Salas