Mitski prometía encantar a un público mayoritariamente adolescente y joven que ansiosamente la esperó por…
Björk en Primavera Sound Santiago: Sinfonías para una Reina
Fotos: Felipe Santiago, gentileza de Primavera Sound
Con todo el revuelo que rodeó la gira de conciertos de Cornucopia de Björk interrumpida por la pandemia (y que fue una de las primeras mujeres valientes en volver a la realidad los shows en vivo) el anuncio de Primavera Sound y su espectáculo escénico más elaborado hasta la fecha, acá obtuvo un plus adicional: la concreción de que la Orquesta Sinfónica chilena fuera parte de ello. Con estos claros antecedentes tenemos entonces acá la responsabilidad de escribir sobre el que fue el concierto más especial y mágico del festival. Porque así lo fue de principio a fin.
Calor, desmayos, deshidratación generalizada, algo oblicuamente opuesto a esta misma hora y en este mismo escenario cuando vimos a Interpol el día anterior con nubes que amenazaban una lluvia que efectivamente se dejó caer más tarde. Pero el clima dijo en su turno dominical otra cosa. Fue extraño ver el show de una figura tan importante a todo sol, pero a ella no parecía desagradarle nada, porque ella era verdaderamente el clima reinante gracias a su presencia, que divaga en otro espacio atmosférico, entre lo mágico y teatral y lo baja hacia la realidad de su audiencia.
Y sí, a diferencia de Orkestral, lo que venía haciendo desde su regreso en vivo, este carece del factor sorpresivo audiovisual de Cornucopia, pero ver a Björk reinterpretar algunas de sus canciones más conocidas para adaptarlas a la estética «desenchufada», pero trasluciéndose a través de una magnífica orquesta no es menos emocionante. Libre de los lazos conceptuales de Cornucopia del álbum de 2017 de la cantante y con su recién lanzado «Fossora», hubieron algunos cambios quizá no tanto en la forma pero sí en el fondo.
Eso fue evidente el domingo por la tarde de Primavera Sound cuando Bjork subió al escenario como una verdadera figura salida de un olimpo de Diosas en el escenario Punto Ticket. La lista de canciones de la noche, que de alguna manera pudimos dilucidar antes de que comenzara el espectáculo, mostró que la actuación dependería en gran medida de las pistas de Vulnicura de 2015 y Homogenic de 1997. Curiosamente, no apareció ni una sola pista de Utopia. (Los temas favoritos de los fanáticos como Medúlla y Biophilia también estuvieron notablemente ausentes).
Pero eso no pareció molestar a nadie en la multitud. Björk no había pisado suelos chilenos desde Lollapalooza 2012, y su set fue diametralmente distinto pero su figura sigue siendo igual de respetada. Un ángel que cae del cielo, una figura pictórica, un ente lleno de carisma, una voz que no da tregua al paso del tiempo. Y detenerse en este detalle es importante: la voz de esa joven alocada de Sugar Cubes o mas allá, la niña que sacó su primer disco en su idioma nativo en islandés a sus 10 años haciendo covers de Paul McCartney no ha cambiado nada.
Björk es tan única en su especie que entre el público habitaban poleras de Anima de Thom Yorke, Aphex Twin, Britney Spears, King Gizzard & The Lizard Wizard, Melvins o incluso Joy Division. Nadie es indiferente a su cultura creada, a su escultural musicalidad que se seduce con los cuartetos de cuerdas hoy en día para llevar a cabo algo magnificente, pero también como lo ha hecho con los loops y las guitarras. Una emocionada orquesta juvenil chilena- sabiendo que esta podría ser la experiencia de sus vidas- se encargó de sinfonizar temas al ritmo de espásmicos movimientos como «Hunter», «Hyperballad», «I’ve Seen It All» , o la trepidante «Pluto» al cierre.
A sus 56 años es un verdadero regalo verla decir cosas como «QUÉ PASAAA!» en español muy chileno. La chica que tuvo problemas de acoso inquietantes en el pasado o un encuentro brutal con los paparazzi en Tailandia en los noventa ahora parece estar más relajada y abierta al mundo y se dio el tiempo de disfrutar compartiendo con su colega Arca o con los chicos de la sinfónica de Chile dándoles el regalo de sus vidas. Y es que Björk es una verdadera bendición conceptual y es una suerte estar vivas y vivos para presenciarlo.