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Boris -«Heavy Rocks»(2022)
Relapse Records, 2022
Boris ya lanzó tres veces un álbum llamado Heavy Rocks (2002, 2011 y ahora en 2022). Partamos de esa base y de que tampoco son muy originales al momento de nombrar sus discos. Pero esa creatividad que les falta en aquello se la ganan con creces musicalmente. Es su forma de explicar su amor por el rock en un sentido convencional, pese a que les gusta variar en distintos sentidos, demasiados dentro de su discografía cada vez más fructífera y digna de descubrir.
Su álbum NO orientado al hardcore (2020), luego el ruido ambiental 2R0I2P0 grabado con Merzbow del mismo año y este año el impresionante W. Y lo que hay que decir sobre el nuevo material de una banda tan prolífica es que, incluso dentro de su burbuja habitual de stoner/sludge/drone, encuentran mucha variación y experimentación, e incluso 25 años después, la banda no se está asentando con ningún sonido convencional. Son una especie mixta entre los Sonic Youth/Melvins japoneses y mucho más. Buscadores, incansables y desquiciados, los orientales hoy en día siguen siendo una de las bandas más interesantes del planeta.
Los dos álbumes anteriores de Heavy Rocks, el más ruidoso de 2002 y el más psicodélico de 2011, ocupan un lugar bastante alto en la discografía de la banda, especialmente el primero, ya que es el primer álbum de Boris que no es principalmente drone metal. En su mayor parte son discos de stoner metal fusionados con un montón de sludge, noise rock, post-metal y similares. Ahí es donde se destacan estas piedras pesadas. De hecho, el stoner metal es un elemento mucho más pequeño aquí en comparación con la mezcla ruidosa y explosiva de hardcore punk, drone, sludge, algo lo que podemos llamar solo rock experimental. En cierto modo, Heavy Rocks III se parece más a una mezcla de los tres álbumes de Boris que a cualquiera de los dos Heavy Rocks anteriores.
Hay un gran acento punk aquí, desde las primeras notas de «She Is Burning» hasta el ritmo D de «Cramper», velocidades vertiginosas y el coro de gánsteres de «Ruins». Mucho de esto, además de ser posiblemente la música más rápida de Boris, tiene un fuerte empuje hacia el noise rock. A veces con un efecto de bajo muy fuerte, como en «Blah Blah Blah». Algunas canciones también cuentan con el saxofón, un instrumento cuyo uso en el metal es cada vez menos sorprendente, pero aquí se usa con un efecto bastante duro.
La experimentación continúa, la banda alterna ritmos punk rápidos y ruidosos con ritmos doom tarareantes en la propia «Blah Blah Blah» y «Question 1» antes de convertir el doom casi fúnebre en un coro en «Nosferatou». «Ghostly Imagination» toma el lado industrial del ruido y lo convierte en un hiperventilado remolino electro-industrial de abrumadora disonancia. Y para rematar, el disco termina con una balada de piano, que, a su vez, termina abruptamente. No es extraño para una banda que en el disco rosado (2005, uno de los más brillantes de su discografía se queda 10 minutos en un alucinante jam de ruido y feedbacks que te dejan con la cabeza en llamas o ralentizan todo al borde de la hipnosis en su álbum de 2006 colaborativo con Sun O))) ).
Queda la sensación de que Boris le dio tantos giros y vueltas a este álbum que se nota hubo un cuidado con los contrastes de tempo, en el ruido alucinante, la energía punk, intrusión y majeo de saxofón y es algo más que suficiente para seguir llamando a Boris una banda rompe esquemas e increíble que cuenta con la no despreciable suma de más de tres docenas de discos.