“Born Again”: cuando el negro de Black Sabbath se tornó púrpura
Vertigo Records, 1983
Para 1983, cuando los de Birmingham debían grabar su 11° trabajo de estudio, se encontraban a la deriva; sin Ozzy Osbourne o Ronnie James Dio tras el micrófono. Pero terminaron encontrando un candidato en Ian Gillan. El otrora vocalista de Deep Purple, la voz de Smoke on the Water. Desde que dejó los púrpuras, en 1973, se concentró en sus propios proyectos: Ian Gillan Band (1975-78), seguido de la faceta heavy metal en la agrupación Gillan (1978-82); pero ninguna lo posicionó mucho en los radares.
Cómo fue que se pasó de aquello a esto, los protagonistas ni siquiera lo recuerdan. El cantante se refirió al tema, en una entrevista reciente a SiriusXM: “La forma en que comenzó fue sólo porque nos emborrachamos juntos una noche. Fui a tomar una copa con Tony Iommi y Geezer Butler, y terminamos debajo de la mesa. Y no puedo recordar mucho más de lo que sucedió. Pero recibí una llamada de mi mánager al día siguiente diciéndome: ¿No crees que deberías llamarme si vas a tomar decisiones como esta? ¿De qué estás hablando? Le dije. Bueno, aparentemente tú… Acabo de recibir una llamada, acordaste unirte a Black Sabbath”.
De antemano se determinó un plan que abarcaría un año, para hacer un disco y su correspondiente tour mundial. Y si había que hacer algo así, había que hacerlo de la mejor manera: se volvió a convocar al baterista original, Bill Ward, que llevaba ausente los últimos tres años por problemas de alcohol; justo después que terminó de grabar Heaven and Hell (1980). Esta vez acuartelados en una vieja mansión en Oxfordshire, se grabó el material en apenas un mes; producido por la misma banda y Robin Black. Del proceso, Gillan tampoco lo tiene muy claro: “No vi mucho de ellos. Eran personas nocturnas, durmieron todo el día y trabajaron toda la noche. Me levantaba por la mañana, preparaba mi desayuno; iba al estudio, para escuchar lo que habían grabado la noche anterior, y escribía una canción sobre ello”.
Con una producción que dejó que desear, Born Again se lanzó al mercado el 7 de agosto de 1983. Como portada se utilizó de base la imagen de un bebé llorando, publicada en una revista a fines de los 60’s; aunque aquí fue modificada hasta darle un aspecto demoniaco, incluyendo colores contrastados.
Se le da el vamos con la acelerada Trashed, el único single promocional, muy en la sintonía mundana del nuevo integrante. Él mismo la desmenuza: “Fue una historia real acerca de una pista de carreras y demasiada bebida; girar un auto, chocarlo y ponerlo al revés” —pudiendo hermanarse con Speed King, de Deep Purple. La instrumental Stonehenge sirve de puente para llegar a Disturbing the Priest, que parte estridente y de forma paulatina va adquiriendo la vibra monolítica característica de Sabbath. Pese a que religiosos la catalogaron como diabólica, los aludidos han dicho que se basó en un hecho real: la banda ensayaba a puertas abiertas y fueron interrumpidos por un sacerdote. Lejos de tratarse por lo que tocaban; sólo se quejaba por el alto volumen, que molestaba a los residentes de la iglesia próxima a donde se encontraban.
The Dark, con menos de un minuto, juega como introducción para el tema que más se le recuerda a esta encarnación: Zero the Hero. Le continúa Digital Bitch, que aborda a la caprichosa hija de un magnate de la computación; pero es imposible no hacer un alcance, con aquel título, a lo que desencadenó la explosión informática del siglo XXI.
La canción homónima, Born Again, es el elemento épico y que se toma su tiempo para desarrollarse. Se pueden hacer paralelos, en esa letra introspectiva, con lo que pasaba en el núcleo de Sabbath durante esa época; pero lo que destaca es la forma de la lírica, como si hubiese sido escrita por el ya mencionado Ronnie James Dio. Tras la ganchera Hot Line, más rockera que metalera, el cierre queda en manos de Keep It Warm; una power ballad en clave heavy hecha por Gillan para Bron, su novia de por aquel entonces y futura esposa.
En cuanto a ventas, fue el que mejor posición alcanzó desde Sabbath Bloody Sabbath (1973). Pero lo que le restó impacto y masividad apunta al hecho de que pasada la gira, todo el material entró al olvido permanente; por ambas partes una vez se disolvió la sociedad —sin contar que más de uno se ha referido que, a pesar del calibre de las canciones, les disgusta la calidad que ni remasterizaciones han conseguido mejorar. Al resto nos quedó un álbum que fue único en su especie, que unió dos mundos respetadísimos —que en el fondo era un supergrupo con todas sus letras; y que de una forma u otra terminó ganando el estatus de culto.