Bush y STP trajeron la nostalgia noventera a teatro lleno en Chile

Bush y STP trajeron la nostalgia noventera a teatro lleno en Chile
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Gavin Rossdale vocalista de Bush – Foto por Jerrol Salas

Cuando se anunció esta dupleta bajo el nombre de «Revolución Tour» el interés por estos lados fue generalizado (aun así prescindiendo-lamentablemente- de The Cult, que fue parte de la pierna norteamericana), pero además cuando se dijo que las bandas se reunirían en el Caupolicán fue mayor aún, y es que la nostalgia y este fervor que tenemos en Chile por los sonidos noventeros y principalmente herederos del grunge es, a veces, algo al borde de lo insano. Y ahí estuvo la respuesta, a una semana de su realización este show agotaba localidades, cosa que se patentó anoche con un espectacular teatro lleno dispuesto a cantar canciones que no marcan símbolos de expiración, y que las bandas por cierto, ayudaron mucho en perpetuar.

Bush 

La historia de esta banda tuvo una raíz notable, tanto así que su set se basa principalmente en sus dos grandes primeras placas noventeras, «Sixteen Stone» y «Razorblade Suitcase», sobretodo la primera que cultivó himnos tan grandes que están muy incrustados en nuestra memoria aún, Gavin Rossdale, en el escenario, no pierde vigor, parece haber sido encapsulado en una máquina del tiempo desde hace 20 años cuando hipnotizaba a todos en el Woodstock ’99 cantando, arengando y teniendo el papel protagónico estelar en la venerada «Glycerine», esta vez con las luces de los smartphones acompañando.

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Chris Traynor en el Teatro Caupolicán – Foto por Jerrol Salas

El cantante, que previo al show estuvo hablando que «se debe a su público» así lo demostró ayer, incluso dejando un momento para la memoria y poco antes visto en Chile: subiendo a las plateas del Caupolicán y haciendo todo el recorrido por ella para cantar con todos «Little Things» mientras una jam impresionante lo apoyaba desde el escenario. Cosas como «Machine Head» desde la entrada ya nos anticipaban que Bush en parte «se robaría la película», pues la ventaja clara es mantener la esencia original y no a un vocalista «invitado» como es el triste caso de STP.

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El cantante dijo en la previa del show que «se debe a su público» y así lo demostró ayer – Foto de Jerrol Salas

Maravillas como «Come Down» (bien elegida para el clímax del cierre), «Greedy Fly» o la coreada «Everything Zen» nos dejaba un show en llamas, que ni siquiera un imbécil que se dedicó a molestar y tirar escupos pudo opacar (se llevó un reto del propio Rossdale por cierto, quien hablaba un raro español con la audiencia a ratos) y fue expulsado recorriendo toda la platea recibiendo insultos y algunos golpes, cual «camino de la vergüenza» versión rock en vivo.

STP

Dejaron en alto las cosas los ingleses, pero bueno, la mayoría de los que estábamos ahí sabemos cuánto pesa STP por estos lados y la banda se hizo querer desde el primer minuto. Lo que pasó con la banda fue desatar una avalancha de las canciones más emblemáticas de su historia, no guardarse mucho, por lo cual pudimos escuchar cosas como «Wicked Garden» (que gran comienzo!), «Interstate Love Song», «Dead & Bloated» y las maravillosas «Creep» y «Plush» pegadas, en ésta última, una versión más cándida y acústica aunque explotó en la estridencia que esperábamos al final. El Caupolicán la verdad es que casi se caía con tantas gargantas cantando un tema que trasciende totalmente generaciones.

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Dean DeLeo guitarrista de Stone Temple Pilots – Foto por Jerrol Salas

El caso de Jeff Gutt es singular, sobre su desplante vocal nada que decir, su puesto por talento lo tiene ganado, pero lo que causa un brutal sentimiento es verlo imitando TANTO a Scott Weiland, hay algo raro ahí, produce una sensación algo macabra incluso, copiando sus movimientos, su forma de bailar y moverse. Está bien el tributo, pero cuando ya caes en la «clonación» parece algo más vil que original. Y ojo, que de esto hay responsabilidad compartida de los De Leo, los jefes de la banda, que parecen extrañar tanto a Scott que pretenden recrear a una especie de fantasma de él en el escenario. Sería más honesto si Gutt dejara el “disfraz” de Weiland en el camarín.

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Robert DeLeo frente al público que repletó el Caupolicán – Foto de Jerrol Salas

Pero sí, eran las canciones las que brillaron, la alegría que nos trajo revivirlas: «Trippin in a Hole on a Paper Heart» hizo saltar a toda esa repleta cancha y vibrar a todos en platea y «Sex Type Thing» nos dejaba un apoteósico final. Los De Leo brindaron algunos momentos “extra” con sus jams e intervenciones bluseras y atmosféricas y ese público solo manifestaba caras sonrientes en la salida, pues tanto Bush como STP nos entregaron canciones de toda una vida con una energía admirable en menos de 3 horas de concierto.

Por Patricio Avendaño

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