Con un título más que atrayente; la canción homónima, de la tercera placa de Rainbow,…
Cancionero Rock: «Cueca Sola» – Tenemos Explosivos (2022)
Gitano Records, 2022
El ejercicio de enfrentarnos a la música de Tenemos Explosivos siempre tiende a ser un ejercicio de valentía, de aceptarnos en vulnerabilidad, de abstraer esa rabia movilizadora para transformarla en depuración de dolor. Pero por otro lado, también significa realizar un ejercicio introspectivo de reflexión y de reivindicación política de nuestra propia existencia.
Es preciso recalcar que la propuesta artística de la banda articula dos mundos que se creen equidistantes, según los tradicionalismos vacuamente puristas, jamás debiesen juntarse ya que por un lado tenemos la potencia armónica y sonora de una intrumentalización que sentencia sus bases en el hardcore punk donde las rítmicas viscerales no descansan, y por otro lado tenemos la conexión con la construcción de narrativas pulcras de carácter transgresor que siempre nos invitan a repensar el vínculo intrínseco de reconocer que en cada escucha lo personal se hace político.
Al afirmar que lo personal “se hace” político, implica reconocer que el habitar y transitar una existencia es contextualizar captura de momentos que son abstraídos y resignificados en acción performática, y de eso es lo que nos nutre “Cueca Sola”, lo nuevo de la banda nacional que se reconoce y en que se identifican colectivamente como “amigos que componen y tocan música, a pesar de las distancias”.
“Cueca Sola” como título, nos hace transitar por los espacios más recónditos de una temporalidad que hoy duele a sangre, porque significa rememorar y ajusticiar simbólicamente nuestra historia. Esta variación folclórica nace como performance política de la Agrupación de Familiares Detenidos Desaparecidos, donde el protagonismo de la danza recae en la soledad, en la significancia del dolor, la pérdida y la desaparición.
La propuesta política que emana de la misma cueca sola como acto, enuncia el rol político de las mujeres en búsqueda de justicia y reparación ante el dolo de un Estado homicida, porque en esa narrativa de soledad la mujer danzante, que en su cuello carga el rostro en ausencia de quién ama, representa la fuerza reivindicativa que moviliza la búsqueda de nuestras y nuestros muertos; pero también es un homenaje a la fuerza de Gala Torres, quién con valentía enunció y denunció a sangre “Mi vida perdí lo que más quería. Me pregunto constante ¿dónde te tienen?, y nadie me responde”.
El sencillo que comienza con la potencia inigualable de la dirección de la batería y que empuja la cordofonía, abre paso a una impoluta voz anunciante que lo nuevo de Tenemos Explosivos vuelve para removernos todas y cada una de las emociones que aún no terminamos de procesar, pero que debemos enfrentar como un acto de coraje.
Con un hardcore capaz de quebrar emotividades reprimidas bajo un manto de genuina empatía, nos emplazan a desafiar esa productividad tóxica, esa virulenta posición defensiva ante la existencia por medio de un sincero y honesto: “¿de qué golpes te proteges ante mí?, si el problema ha sido siempre este juego en que no hay ganador”, para llegar a la construcción dramatúrgica de atmósferas donde un pajarito frágil entre nubes representa un corazón desnudo que en desdicha grita: “Yo nunca fui muy de los milagros”.
Con la utilización de un recurso que es conocido por la banda, en el que se musicalizan relatos que configuran contexto, temporalidad y memoria del track, es que esta vez conectamos con el relato de un poblador que nos cuenta la dura y deshumanizante experiencia de enunciar la rememoración de actos de crímenes de lesa humanidad, donde los cuerpos botados y mutilados caían a un río que más de alguna vez transitó este lugareño. Esta ambigüedad interpretativa de localización, también amplifica esta experiencia al punto exacto en donde estos hechos se replicaron a lo largo del territorio nacional, donde el reconocimiento de cuerpos despojados de acción fue la tónica que caracterizó a un Chile que aún pregunta “¿Dónde están?”.
“Aprieta el corazón y que chorree negro el piso, porque esta noche no hay visitas. Vamos a esperar que el fuego se lleve el campo”, son las palabras que personifican aquella alma despojada de humanidad que sufre la ausencia; la rabia trasciende al dolor para encontrar en el fuego aquel acto político, aquel acto poético de percibir un halo de “iluminación anticipatoria” como ese principio de esperanza que alguna vez teorizó Ernst Bloch.