Cancionero Rock: «Detroit Rock City» – Kiss (1976)
Detroit ha sido una ciudad con que Kiss se ha encariñado históricamente, y claro que iba a serlo, ha sido la plaza donde lograron las primeras noches en que realmente se sintieron dueños del mundo, hablamos de esas mágicas tres noches seguidas de junio de 1976 en el mítico Cobo Hall Arena, en plena gira de “Alive!”, disco que a la postre les ha valido como uno de los más grandes de su carrera y de lo que empezaban a significar los discos en vivo en la historia del rock.
Ante esto, entonces sería muy fácil decir el porqué le han dedicado esta canción que fue parte de su aclamado «Destroyer»(1976), aunque sin embargo, al escuchar detenidamente la letra nos damos cuenta que no es una oda directa a esta ciudad del estado de Michigan, sino que más bien habla de un chico que sufre un accidente automovilístico al tratar de llegar a un concierto de Kiss, en una canción que conforme a lo que va avanzando, se llena de excitación y pasión, de eso que sentimos todos cuando nos preparamos y se va acercando la hora del show de nuestro grupo favorito y todo lo que eso implica, pero que aguarda un trágico final, que seguramente Paul Stanley y el productor Bob Ezrin quisieron agregarlo en forma de advertencia debido el desenfreno de algunos chicos de la época que terminaron por matarse tratando de lograr ver a sus ídolos. También de lo que es conducir en estado de ebriedad y drogado, dejarse llevar por la excitación del momento pero sin medir consecuencias. Mensaje de eso hay claramente en el tema.
La tétrica estrofa que llega al final de la canción nos lo sentencia: «Twelve o’clock, i gotta rock/there’s a truck ahead, lights starin’ at my eyes/oh my god, no time to turn/i got to laugh ‘cause i know i’m gonna die” (Doce en punto, tengo que rockear / hay un camión por delante, luces mirando fijamente a mis ojos / oh mi dios, no hay tiempo para voltear / tengo que reír porque sé que voy a morir «).
Una canción que tiene las dos caras de la moneda: la alegría, emoción y la tristeza y pérdida, un clásico inmortal del rock y que, por cierto, tuvo su versión cinematográfica, en un entretenido film del mismo nombre en 1999 lleno de clichés de la cultura glam rock y de los más significativos himnos del rock en su soundtrack (no tan solo de Kiss), protagonizada por cuatro chicos adolescentes que tienen una banda tributo a Kiss y que pasan de todo tipo de problemas para poder llegar a un concierto de la banda (entre su reparto se encontraba Edward Furlong, el chico de Terminator y la propia Shannon Tweed, esposa de Genne Simmons) y obviamente con los propios Kiss avalando todo esto, auto parodiándose y parodiando la onda disco y los roces sociales de finales de los setenta.
Por Patricio Avendaño R.