Cancionero Rock: «State of Love & Trust» – Pearl Jam (1992)

Una de las aristas de la frustración de la Generación X fueron las desilusiones amorosas. Obviada por los críticos musicales de la época –cegados por el carácter introspectivo de los incipientes músicos-, el drama romántico fue caldo de cultivo para los noveles compositores del grunge. ‘Love, Hate, Love’ de Alice in Chains, con un atormentado Layne Staley, es un buen ejemplo. “This is a song about a girl who makes me feel all fluffy inside…fucking bitch!”, murmuró alguna vez Staley en un concierto antes de empezar a cantar.

Dichas historias de amores complicados e imposibles, además, permearon en el cine joven de los 90. Inolvidables historias cinematográficas fueron filmadas en clave de comedia romántica, como Reality Bites de Ben Stiller (1994) o la entrañable Singles de Cameron Crowe (1992). Estas películas venían sonorizadas con la música de amigos que, a su vez, le cantaban a una sensibilidad de ciertos grupos sociales. Uno de los buenos amigos de Cameron Crowe es Eddie Vedder.

Y esa amistad fue buena. Porque en la mitad de esa revuelta social juvenil que fueron los 90, separados, confundidos y rabiosos, el otrora surfista de San Diego escribió ‘State of Love And Trust’.

SLT es una canción que habla de fidelidad y de promesas, de esas que se guardan religiosamente en esos incómodos momentos propiciados por las largas e intensas amistades que se viven en algún momento de nuestras vidas. Así es: uno se enamora de los amigos. Y aunque –dicen- no pasa tan frecuentemente, cuando pasa, siempre es en el momento inoportuno. Sabemos que alguien sale siempre herido. Pero los instintos del amor son siempre más profundos que la lógica que nos motiva a guardar el silencio tortuoso de la amistad. Y la situación detrás de estas inconformidades no se cura con conversaciones. De hecho, las conversaciones la hacen más complicada, y Eddie Vedder, con una letra tan sagaz como visceral, retrata a la perfección ese sentimiento.

Vedder se metió en el mundo de la película de su amigo Cameron, y de esa interiorización profunda nació esta poderosísima canción, como si él mismo estuviera sufriendo el silencio provocado por la complicidad de nuestras mejores amistades. Y ahí la dejó, para que sea eternamente el link a aquella película, desde su banda sonora (sólo apareciendo nuevamente, en en el compilado Rearviewmirror del 2004), e inmortalizándola, luego, cuando con una fuerza sin parangón la interpretaran en su sesión unplugged de MTV el mismo 1992.

Pearl Jam logró llevar a una canción, el espíritu de una relación muy interesante en Singles. Una relación en que la fantasía juega un papel muy importante, porque es el único recurso romántico al que se puede acudir. La crudeza de ese instinto fantasioso le da poder a la canción, que se vuelve más intensa cuando entran las furiosas guitarras de Stone Gossard y Mike McCready. Por su parte, Jeff Ament acompaña a Vedder en su plétora interior, con una línea de bajo que se agita como el pulso cuando se ve al amigo amado. El resto: los dientes apretados, la mente a mil RPM. Y la autoestima por el piso.

Vedder acude a su maquiavélico subconsciente, que le aconseja mal, que lo obliga a desistir. A todos nos ha pasado que sentimos morirnos de amor, coqueteando con “desaparecer” (para ponerlo de forma romántica). Vedder no lo hace, y vincula el desamor y el suicidio a la estética punk, y allí encontramos el corazón de lo que llamamos grunge.

La historia nos ha demostrado que algunos superaron aquel miedo, que salieron y se quisieron. Otros no tanto. Otros, simplemente sufrieron en silencio. Pero todos, en algún momento, escuchamos esta canción y sentimos intensamente como el corazón de una generación entera prometía amor y confianza, pero en realidad no tenía más que venas abiertas, corazones rotos, y una banda como Pearl Jam para extirpar el dolor y volverlo una canción.

Hey, na na na na, hey that’s something…