Cancionero Rock: “Sweet Child O’ Mine” – Guns N’ Roses (1987)
Appetite for Destruction fue un debut salvaje, que enmarcó la esencia callejera de Guns N’ Roses durante su periodo del circuito de clubes del Sunset Strip (1985-86). Intratables; que nada más al mostrar el videoclip de Welcome to the Jungle, un domingo a las 5:00 AM por la cadena MTV, fue la detonación de una bomba. El resto del disco se inclinó hacia esa dirección; era lo que mejor sabían hacer, pero hay excepciones a la regla. Porque tras el paso de una power ballad de bajo perfil —Think About You, una individualidad de Izzy Stradlin; aparece el icónico riff de Sweet Child O’ Mine.
Riff que por cierto, en un comienzo desagradaba a Slash; habiéndolo hecho como casi como una jugarreta, sonándole casi como a melodía de circo —pero terminó aceptándolo una vez que entraron al estudio, y todavía más al ver la reacción que conseguía en los conciertos. El guitarrista se refiere a ello: “Una tarde todos estábamos allí, yo estaba sentado en frente a una chimenea y empecé [a tararear la introducción]. ¡En verdad fue una broma! Lo que pasó después fue que Izzy empezó a tocar los acordes básicos, Axl se inspiró y empezó a cantar; y esto se convirtió en una canción completa”.
La canción, de una dulzura que cuesta creer que viene de cinco renegados, tiene nombre y apellido: Erin Everly —hija de Don Everly, de The Everly Brothers. Aquella que “tiene una sonrisa que me hace recordar las memorias de mi niñez, cuando todo era tan fresco como el brillo del cielo azul”. Por entonces novia, y a futuro efímera esposa, de Axl Rose. “Muchas bandas de rock son demasiado cobardes como para tener cualquier sentimiento o emoción, a menos que sientan dolor. Es la primera canción positiva de amor que jamás escribí, pero nunca antes había tenido a nadie a quien escribir, creo”, comentaría el vocalista.
El proceso en estudio no fue dejado al azar, como ilustraría Rose a la revista Rolling Stone: “En un año gasté 1300 dólares en cassettes. Compré de todo, desde Slayer hasta Wham!, sólo para escuchar la producción, las voces, las melodías y todos los detalles. [Para grabar Sweet Child O’ Mine] fui y me compré unos viejos cassettes de Lynyrd Skynyrd, para asegurarme de que lográramos transmitir esa intensidad de sentimientos”. Lo que calza con lo que se recoge del bajista Duff McKagan: “Es probablemente la canción más difícil de grabar para mí y para Steven [Adler], porque tienes que mantener una firmeza; además de la emoción en ella”.
El video, filmado en Mendiola’s Ballroom para abril de 1988, fue un elemento clave para el ascenso imparable de Guns —y que recortó parte de la apertura de la guitarra, para el empujón de éxito radial. Dirigido por Nigel Dick —que retomaría la labor para los clips de Paradise City y Patience; muestra dos focos diferentes: las tomas en blanco y negro, tipo detrás de las cámaras con los integrantes siendo retratados con sus novias —las cuales ninguna prosperó; y las tomas en color con la banda tocando a sus anchas en el salón, con el conocido logo circular de fondo. Idea que luego tomó, sin mucha ebullición, Red Hot Chili Peppers para el tema Taste the Pain —junto con añadirle unos segundos del riff de Sweet Child O’ Mine al cierre de Punk Rock Classic, parte del mismo disco: Mother’s Milk (1989).
Fue el golpe que necesitaban, gracias a la rotación sin descanso en MTV —que le valió el #1, por tres semanas, en el ranking Billboard Hot 100. Si con Welcome to the Jungle captaron la curiosidad de la gente, con Sweet Child O’ Mine consiguieron la atención; dándole la fuerza necesaria a la placa hasta que obtuvo un estatus colosal, un multi ventas que le siguió el rastro a las óperas primas de Led Zeppelin y Van Halen. Una canción que fue clave; irónicamente contraria a lo que en un inicio profesaba, por ejemplo, el encargado de las cuatro cuerdas: “No tocamos baladas”.