Cancionero Rock: «Yo canto a la diferencia» – Violeta Parra (1961)
Sí, es verdad, en el 18 de septiembre en Chile el aire de fiesta está impregnado por todos lados. Empanadas, asados, cuecas y fondas tiñen del tricolor ambiental muchos lugares, y es que en Chile— tal como cuando juega “La Roja” tal vez—la comunión que se genera en torno a este evento trasciende, debido a su sinónimo de goce de feriados, celebraciones con familiares y amigos y eso está muy bien, aunque a veces nos hace olvidarnos de lo que pasa afuera. Violeta, que cuando de folclore se trataba fue una de las pioneras y que en muchos aspectos representó la chilenidad misma, dedicando canciones y poemas a la geografía chilena y rescatando el folclore por todo el país, no dejó de ser contracultural en este aspecto, aprovechando toda esta revolucionada conmoción que genera el dieciocho para referirse más que nunca a que es otra festividad que cobra el carácter de “opio para el pueblo”, donde si bien celebramos, en muchos casos en el país hacemos vista gorda con los problemas de la gente que no lo está pasando muy bien.
“Yo canto a la diferencia” es un himno de ello, lleno de esa picardía y sagacidad que tanto adoramos de Violeta Parra y con esas melodías y métricas absolutamente pegajosas y folclóricas, en que lo que hace Violeta es advertir que el tono de fiesta puede ser engañoso cuando aún hay mucha gente sufriendo. La poesía contestataria que ocupa, por cierto, también transforma este tema en uno de los mejores realizados por artista chileno alguno en tono de protesta. El período cincuentero de la legendaria cantautora está centralmente referido a su experiencia de la sociedad chilena, condensada en una representación dualista, de pares de opuestos: patrón/trabajadores, ricos/pobres. La injusticia y la pobreza aparecen como el telón de fondo de la vida social, consideradas como derivados directos de la estructura del poder, simbolizada en la figura del Presidente de la República. A él lo interpela como responsable de las situaciones de opresión, despojo, engaño y represión que vive el pueblo. Y en este tema en particular, no solo a él, sino también a “Su Santidad”, el Papa, como ente mediador —supuestamente— humano, ante la miseria y desigualdad.
Y quizá sea por eso, porque Violeta con toda su esencia chilena enarbolada desde su femineidad, entereza y valentía, es quien se podría sentir con mayor propiedad de hablar de esto, de no caer en el autoengaño y la sublimación patriótica cegada de realidades. El tema, tal cual como muchos de su cepa, poseen el poder de mantenerse vigentes y atemporales, como si hubiese sido escrito prácticamente ayer.
Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso,
yo canto a la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso,
de lo contrario no canto.
Les voy a hablar enseguida
de un caso muy alarmante.
Atención el auditorio que va
a tragarse el purgante
ahora que celebramos
el 18 más galante,
la bandera es un calmante.
Yo paso el mes de septiembre
con el corazón crecido,
de pena y de sentimiento
del ver mi pueblo afligido
y el pueblo amando la patria
y tan mal correspondido.
El emblema por testigo.
El tema fue parte del registro antológico de 1961 El folklore de Chile, vol. VIII – Toda Violeta Parra, que por cierto compartió lugar con otras de sus grandes clásicos como la propia “Casamiento de negros”