Celebrating Bowie en Chile: Constelación por una estrella
Las dos veces que vino David Bowie a Chile estuvieron envueltas en situaciones algo de culto, y para muchos de nosotros fueron inalcanzables. La primera, aquella legendaria visita en 1990 en medio de la gira Sound & Vision con la recién retornada democracia a nuestro país y la naciente apertura a los Megaconciertos, en tiempos que todavía no nos hacía del todo sentido el remezón del cambio social y cultural (de hecho no alcanzó a llenar en esa oportunidad); y la segunda, realizada en 1997 con la gira “Earthling”, con un Duque con mirada y sonidos jungle y electrónicos más que nunca, con un set muy centrado en ese disco y estilo. Luego de eso, quien iba a pensar—y con las abiertas posibilidades de grandes conciertos en Chile desde el nuevo milenio hasta ahora—que no lo veríamos nunca más en vivo, dada su negativa a emprender nuevos tours a gran escala en la última parte de su carrera.
Su triste fallecimiento despertó las ganas en todo el mundo por saber más a fondo de su música a los que se encantaban solo de sus hits clásicos radiales como ‘Starman’, ‘Fashion’ o ‘Space Oddity’ y de venerar más aún todo su legado a los amplios conocedores de ella y su vasta discografía. Muchos de ellos, sus propios compañeros de bandas en distintas etapas de su carrera, y que anoche vimos reunidos en algo que, como bien se denominó, fue una real celebración de su música y legado, más que una velada triste por su recuerdo.
En un show muy “Brooklyn”, la alegría, los disfraces y la animosidad fiestera se apoderaron del Teatro Nescafé de las Artes, porque es justamente eso, celebrar la vida y canciones que nos entregó durante sus más de 50 años de carrera. ¿Los protagonistas de la noche? De lujo, pues este no era un mero tributo, en un show que ha tenido varias figuras relevantes en su repertorio en otros países, por cierto (Corey Taylor, Corey Glover, y hasta actores de la talla de Gary Oldman o Ewan McGregor, entre muchos más han sido parte), pero esta vez nos tocó un grupo no menor de artistas, como el siempre sólido guitarrista Adrian Belew, partner de Bowie en grandes giras y discos, y quien nos regocijó con sus dotes emanados de su hermosa guitarra; Angelo «Scrote» Bundini, viejo crack de sesión que las hizo de una especie de maestro de ceremonia además, el sólido baterista Michael Urbano; Paul Dempsey en las voces (con un look y figura muy Bowie, por cierto, llegaba a sorprendernos un poco el parecido físico y vocal) y el alma de la fiesta y que hizo darle a esta celebración un cálido aura circense, el gran Angelo Moore, voz de Fishbone y hombre que no solo cantó las canciones más aclamadas y reconocidas de la carrera del Duque, sino que bailó, se mezcló con el público y se mostró en muchas facetas y formas, entrando y saliendo del escenario con disfraces de todo tipo (Hombre del espacio, el personaje andrógino, de payaso, bufón, etc.) como reviviendo el espíritu camaleónico del gran celebrado de la noche.
La cantidad de canciones fue impresionante, desde ‘Moonage Dream’ hasta ‘Heroes’, y salvo algunas menos reconocidas del catálogo, todo fue orientado a sus grandes hits: la gloriosa ‘Starman’, las emocionantes performances de ‘Life on Mars?’, ‘Five Years’, la intensidad de ‘Ziggy Stardust’, ‘Rebel rebel’, ‘Suffraggettecity’o ‘The Man Who Sold The World’, todo pasando muy rápido en un show muy dinámico, o hasta la clásica revisión de joyas como ‘Jean Genie’, ‘Blue jean’ o ‘All the Young Dudes’ y con una banda muy compenetrada en favor de ello complementando trazos musicales con saxos, teclados y synthes según la ocasión y donde Moore, no tan solo sorprendió con sus teatrales intervenciones, pues también se dedicó a darle mayor espectacularidad al sonido de la banda con un Theremin propio que manejó a su antojo.
Pocos minutos se vio sentada a la gente, la mayoría vimos casi todo el show de pie en un copado teatro, donde lo que primó fue la emoción de recibir, de mano de músicos de categoría, un show de primera línea en que lo único que faltó fue la presencia del protagonista, aunque al menos fuera por algunas pantallas tal vez o apoyos visuales, que le hubiese dado un factor más emotivo al show, pero el propósito era la música, sus canciones y de eso, tuvimos de sobra.
Por Patricio Avendaño
Fotos: Federico Soto