Ciclo Scorsese y el Rock (3a parte): Bob Dylan, cine sin adornos para un poeta sin tiempo

Ciclo Scorsese y el Rock (3a parte): Bob Dylan, cine sin adornos para un poeta sin tiempo

Luego de “The Last Waltz” y la caída que tuvo con los Stones, Martin Scorsese ya estaba atrapado por la idea de escarbar en el corazón de sus ídolos rockeros, crear un buen relato con lo que encontraba, y llevar eso a la pantalla como un gran homenaje. En 2001 se embarcó en el proyecto, ambicioso, de recrear los primeros peldaños de la escalera ascendente del ídolo Bob Dylan, material que vería la luz en 2005 bajo el nombre “No Direction Home”, título extraído de la biografía de Dylan, escrita por Robert Shelton, en 1986.

Scorsese se lanzó en la tarea de relatar la vida de Dylan desde un punto de vista profundamente humano y frágil, acentuado por el accidente que sufriría en 1967 y que por tanto tiempo lo alejó de la escena musical. Mostrar a un Dylan partido en dos y mostrar su estética artística, ahí están los puntales de esta maravillosa obra.

El proyecto fue idea del mánager de Dylan, Jeff Rosen, y para realizarlo buscó la ayuda de varios amigos del músico. La película comienza en 1966, fecha en la que se tomó la foto que aparece en la portada del filme. Ese año, Dylan realizó una gira mundial que lo paseó por  Europa, constatándose el éxito arrollador del que gozaba; pero no todo era miel para el artista, pues ya había decidido incluir electrónica en su música, lo que era considerado una traición a su esencia, a sus raíces, no solamente por críticos sino que también por miles de fans; genial es el momento del histórico concierto en el Manchester Free Trade Hall, el 17 de mayo de 1966, donde un furioso le gritó ¡Judas!, antes de que Dylan y The Hawks hicieran una versión eléctrica de «Like a Rolling Stone».  Esto es sólo una muestra del gran trabajo recopilatorio, de histórico material, desde comienzos de los ‘60 hasta 1966. Otro ejemplo, Scorsese nos muestra una grabación de la primera banda de rock que tuvo Dylan, y un ensayo de cámara realizado nada menos que por Andy Warhol. El filme no cubre la carrera musical completa, sino que se enfoca en los comienzos del artista, época en la cual estaba empapado de letras y versos que necesitaba expresar a una iracunda juventud.

Scorsese fue sencillo a la hora de mostrar los hechos, incluso dedica varios minutos a los aspectos más hedonistas de su protagonista; su idea de mostrarlo como un coloso que siempre está en evolución es el objetivo más difícil de lograr del documental, pero Scorsese sabe cómo conseguirlo: dejó fuera los halagos y mostró a Dylan como el genio solitario que fue. Y para lograr este efecto recurrió a quienes más lo influyeron: Allen Ginsberg, John Jacob Niles, Odetta, Woody Guthrie, Webb Pierce o Hank Williams, todos con la misión de desmenuzar la comprensión de una época, pero también del cómo hizo de un sentimiento musical una forma de vivir. A cada uno, Scorsese les concede minutos preciosos para que reflexionen sobre el paso del tiempo, y es ahí donde la investigación documental del equipo del director se nota exhaustiva, concreta, girando en todas las aristas que han estructurado la vida de Dylan. El cine propuesto en “No Direction Home” no necesita de adornos como los que vimos en el fallido intento con los Stones (comentado por Nación Rock).

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Para la crítica este documental fue un acontecimiento casi cultural, porque Bob Dylan es quien representa toda una corriente musical que está en constante evolución. La inclusión de la tecnología es prueba de ello…y todo esto contado por, para muchos, el mejor cineasta del siglo XX. Por eso “No Direction Home: Bob Dylan” es un trabajo monumental, de casi cuatro horas, que se vuelve imprescindible lección de cómo hacer finalmente un documental. Hay una audaz construcción para mostrar quién fue el ídolo en sus comienzos, porque el documental es tratado, en este caso, como un medio  para mostrar belleza sin ficción. Acá hay otra diferencia con el trabajo que realizó Scorsese con los Rolling Stones, donde quedaba la sensación de que había que ser fan de la banda para comprender la idea del relato, en cambio, en “No Direction Home” es tan bella la evocación de época, la descripción de los acontecimientos como parte de algo más grande, que nos ayuda a entender cómo esto influyó en la concepción de una mejor música y estética. En otras palabras, Scorsese toma de la mano al espectador y le muestra geniales imágenes para comprender un poco mejor la esencia de la creación musical. Impacto, música, cultura popular, América, siglo XX… “No Direction Home” es el medio para el mensaje indicado.

La única crítica que podría hacer es que no queda claro cuál es el real compromiso del artista con esta obra; no queda claro si está relacionado con el proyecto, si estaba implicado con algún fin específico, pero más allá de saldar esa duda, la sensación es que “No Direction Home” es una tremenda obra, pues Scorsese saca lo mejor de su experiencia con “The Last Waltz”, comentado por Nación Rock también, y nos deja un invaluable aporte  cultural, y también deja una pauta de cómo hacer buen cine sin tener, necesariamente, al protagonista siendo el articulador del relato.

Mientras terminaba el montaje de “Gangs of New York” recopiló, se documentó, conversó, y armó la historia de este artista trascendental en la historia musical americana del siglo XX, que no fue muestra completa, y que podría perfectamente tener una segunda parte en algún momento. Con “No Direction Home” Scorsese deja la vara alta para cualquier documental que quiera retratar la historia de un hombre que se hizo artista en una época, con una propuesta, con un sentimiento de vida. Y cuando faltan pocos días para que salga a la luz el documental que tanto nos han vendido sobre Kurt Cobain, queda la sensación de que el realizador debe sentir al hombre y su obra para poder transmitir más que sólo un buen par de canciones conocidas.

Macarena Polanco

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