Conciertos que hicieron historia: Alice in Chains – Moore Theatre (1990)
Antes de su llegada a las plataformas del mainstream y los codiciosos ojos de los empresarios discográficos, Alice in Chains se mostraba al mundo de una forma poderosa. No todo fue inmediato reconocimiento. Sus inicios fueron bien difíciles a decir verdad, donde pasaron de vivir en camionetas a hostales de mala muerte. Todo antes de ese devastador «Dirt» que los consagró, pero antes de ello había otro álbum, quizá incluso más poderoso; «Facelift», el gran debut y donde salieron creaciones realmente intensas y deslumbrantes, que serían más sorprendentes aún con la potencia en vivo que brindaba AIC en sus shows iniciales.
La banda realizó este concierto en Seattle, en el gran Moore Theatre, recinto que albergó años después a Mad Season en otros shows históricos. La verdad es que el grunge se vivía de una forma diferente en este recinto, de forma más íntima, de manera más humana y emotiva. Esa noche del 22 de diciembre de 1990 dio para la edición de un VHS que los ahora treintones noventeros seguro guardan por ahí como una reliquia, como un hueso grunge santo.
¿Y por qué tanto? El ambiente estaba predispuesto, no era solo la banda, un oscuro lugar y un cúmulo de sentimientos que lograba transmitir Staley, Cantrell, Starr y Kinney, quienes dejaron absolutamente perplejos a ese público que repletó el teatro (primer «sold out» de su historia) con las performances, sobre todo, de «Love Hate Love» (qué manera de tener pasión en intensidad este tema y vaya cómo lo interpretó Staley esa noche), «esta canción habla del dolor» decía Staley y esa frase ya es todo un clásico de su aura. Los solos de Cantrell, la concentración de energías y el fiato de la banda como fue planteado esa noche era muy emocionante.
Pero también la furia de ‘Man in the Box’ o ‘We Die Young’, que deben ser de las canciones más densas y pesadas hechas por la banda estuvieron presentes esa noche. «Follow Me Down!» gritaba del alma Staley en la brutal «Real Thing», como si le entusiasmara mucho la idea de arrastrar a alguien a sus oscuros pantanos emocionales. La mezcla era ambivalente, riffs absolutamente gancheros y groove en su masa misma, pero con letras derrotistas y depresivas como para aniquilar a cualquiera.
Era AIC en su extracto puro de juventud. Enferma, pero juventud al fin y al cabo, en un video notablemente captado por John Taft y lanzado en 1991. De hecho se habla del año ’91 por su edición, pero el concierto estrictamente tal fue al casi acabar 1990.
Simplemente una noche mágica, que nos mostraba solo el germen –muy brutal de cuna- de una banda que hasta el día de hoy no cansamos de recordar, escuchar y elogiar.