Conciertos que hicieron historia: Bruce Springsteen – Live in New Jersey (1978)

Conciertos que hicieron historia: Bruce Springsteen – Live in New Jersey (1978)

No hay una fecha exacta en la que Bruce Springsteen y la E Street Band como tal, empezaron a dibujar un panorama musical que rozaría la perfección. Se comenta que para los dos primeros discos de estudio de Bruce ( “Greetings From Asbury Park, N.J.” y “The Wild, the Innocent, and the E Street Shuffle”) esta agrupación ya contaba con Steve Van Zandt (guitarrista), Garry Tllent (bajista), Roy Bittan (pianista), Clarence Clemonds (saxofonista), Danny Federici (tecladista) y Max Weinberg (batería). El guitarra Steve Van Zandt sería sustituido posteriormente por Nils Lofgren. Y los mencionamos a cada uno porque la experiencia que se tiene, luego de ver este Live in New Jersey 1978, obliga a reconocerlos individualmente como piezas claves de un todo completo y aceitado.

Para 1977, Bruce había resuelto el litigio con su ex mánager y tenía escritas más de 80 canciones. Junto a su banda estuvieron encerrados en los estudios realizando las sesiones de grabación de todos los temas para el disco «Darkness on the Edge of Town», que fue lanzado en junio de 1978. De ahí en más se vino una gira repleta de shows y el que queremos rescatar en esta oportunidad fue uno que, durante años, sólo se pudo conseguir “pirata”, porque el Boss pasó décadas sin editarlo: hablamos del “Piece de Resistance”, desarrollado el 19 de septiembre de 1978 en Passaic, New Jersey. Con los años, se transformaría en uno de los conciertos más significativos de la carrera de Bruce Springsteen, para muchos, sólo de colección.

Un saludo muy rápido a la afición que se dio cita en el Capitol Teather y todo parte con “Badlands”. Suaves baquetas antes de que la voz parsimoniosa del Boss nos relate la historia al compás de batería y guitarra. Springsteen se muestra apasionado y relativamente triste, al mismo tiempo. El coro suena potente y bien. “Streets of Fire” nos deja unas voces memorables para un corte basado en una melodía sencilla, pero sumamente eficaz. Nos regala una interpretación vocal de altísimo nivel; el solo es alucinante, con toques de blues poderosos los que están mezclados, perfectamente, con el estilo hard rock. De inmediato aparece la intro para “Spirit in the Night”, con ese saxo característico que nos indica que llegó la hora del blues, y del bueno. La gente acompaña el coro de Springsteen quien, sin guitarra, se pasea por el pequeño escenario contando esta historia; muy buena puesta en escena para la parte final donde, casi a capella, y en medio del público, sólo con el piano de fondo, le da tintes tormentosos a las últimas líneas de un tremendo tema. Luego de esta entrega potente, de casi 7 minutos, aparecen los acordes para “Darkness on the Edge of Town”, la que baja las revoluciones tras una breve dedicatoria del tema. El piano da su toque en muy buen equilibrio con el poder de las guitarras y los platillos de la batería. Se respira mucho sentimiento. “Independence Day” nos regala tranquilidad al compás del piano, el saxo y la voz del Boss. La armónica da la entrada a “The Promised Land”, una optimista melodía sobre el duro día a día en el trabajo, un cántico que apela a la superación de los problemas; muy buenos intermedios, donde la guitarra deja plasmada su fuerza. Seguimos, porque queda mucho más. El piano y las palmas del público dan la entrada a la excelente “Prove It All Night”, tema donde la E Street Band da muestras de su perfección en la ejecución de todos los instrumentos, pues los primeros 4 minutos son sólo ejecución de gran nivel. Ese riff de guitarra introductorio hizo famoso a Bruce durante aquella gira.

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Ya cumplimos sólo un cuarto del show y el balance ha sido excelente a la hora de mezclar temas lentos con ejecuciones magistrales de hard rock y blues. Todo sigue con “Racing in the Street”, la que homenajea a todos aquellos que vivieron, crecieron y trabajaron en el New Jersey obrero. Una balada muy vocal, con poco apoyo instrumental donde, sólo al final, se mete el piano y las palmas de la gente. “Thunder Road” debe ser una de las mejores canciones de todos los tiempos. Lo digo porque jamás se escuchó mejor que en este show. Peace, Love and Justice es lo que pide Springsteen antes que la armónica nos indique que viviremos uno de los momentos más emotivos de este concierto. Fuerza, desgarro, entrega, perfecta conjunción de todos los instrumentos en 7 minutos inolvidables. “Meeting Across the River” es otro tema lento, dedicado a la gente de Nueva York, con muy poco apoyo más que la fuerza vibrante de su poderosa voz, la que se mantenía inalterable a pesar de la hora de concierto que ya tenía encima. “Jungleland” es una gran forma de contar una historia sobre el escenario; lo recorre, invita al público a cantar y luego explota en alegría al son de la batería, el saxo y su guitarra, para luego volver a bajar la intensidad y dejar la voz del Boss como única protagonista; un potente “ooohhh” rasgoso queda como corolario. “Kitty’s Back” nos trae de vuelta el blues en gran expresión. Son 12 minutos en los que se pasea con prestancia por el estilo; dan ganas de seguirlo, de aplaudir un tema muy bien estructurado y que le da su minuto de protagonismo a todos los instrumentos de su genial banda; el juego de coros al final del tema es alucinante y los gritos de Bruce alcanzan altísimas notas. Luego de este deleite, el público lo aplaude y le grita que lo aman.

Al compás de las palmas entran los acordes de “Fire”; acá su voz vuelve a ser la dueña del tema hasta que el piano invita, alegremente, a ser partícipes de otra ejecución brillante; a los 2 minutos el público interrumpe con aplausos cerrados y Bruce mira a sus músicos como diciéndoles “es para ustedes” y luego da la entrada para retomar el tema. Gran momento. “Candy’s Room” se convierte en otro punto álgido gracias a un fabuloso piano que, tranquilamente, conduce a un estribillo lleno de visión e imaginación. Apasionada y desesperada, como debe ser una canción de amor; Bruce parte susurrando y va subiendo los tonos a medida que los instrumentos lo hacen; en mitad del tema es la guitarra la que llora en un solo precioso, muy intenso. “Because the Night” sigue la línea de los anteriores dándole espacio a la definición instrumental para luego contar la historia, pidiéndole a su voz rasgada que transmita todo el sentimiento. Falta la mitad del show pero aún hay mucha energía.

“Point Blank” y su tono pausado, lastimero. Bruce no se mueve del micrófono y desde allí y con los ojos cerrados transmite toda la tristeza de la historia, apelando a su voz y un par de acordes…y solamente así sostiene los casi 8 minutos de canción. Genio. “Not Fade Away” y “She’s the One” son otros grandes momentos del concierto, equilibran y dan energía, sobre todo al público, que ya lleva harto rato acompañando la ejecución. “Backstreets” y el piano le dan un sonido muy power balad, algo más típico de lo que se escuchaba por esos años como tema lento. Su voz se vuelve portentosa al son de los platillos y tambores. “Rosalita (Come Out Tonight)” le regresa el tono rocanrolero al show. Son 10 minutos donde hay espacio para todos los integrantes de las E Street Band los que, presentados uno por uno por Springsteen, en mitad del tema, dan lo mejor de lo suyo en una canción muy alegre. “4Th of July, Asbury Park (Sandy)” hace retornar la calma con la tranquilidad de la armónica y los suaves compases, mientras el Boss le canta, al rasgo de su voz, a Sandy.

La alegría regresa con unos de sus grandes éxitos: «Born to Run”, la que es bailada y seguida animadamente por el público, el que lleva más de 2:30 de pie siguiendo a un Boss incansable. El tema hace pausas veloces que luego bajan la velocidad, mientras él le pide al público vitorear el coro. De inmediato da la entrada para la suavidad de “10Th Avenue Freeze-Out”, la que tiene un ritmo más moderno y notas más jazz. Acá deja la guitarra a un lado y danza animadamente, haciendo partícipe al público de la primera fila; se toma el show, haciendo casi una interpretación teatral. Tonos rocanroleros en el “Detroit Medley”, donde le da un homenaje, a su estilo, a grandes temas nacidos en esta ciudad y que marcaron su perfil musical. ¡Puro rock ‘n roll! Y para finalizar esta maratón de rock, blues y jazz está “Raise Your Hand”. Le pide al público que grite y ellos gritan, levantan carteles con su nombre y por primera vez se aprecia lo repleto que estaba el Capitol Teather, aunque las imágenes no son tan nítidas para apreciarlo completamente. Para llevar casi 3 horas de concierto, Springsteen esta sólido en su voz, disfrutando, sin cansancio alguno. Una dama enloquecida sube al escenario y baila con él mientras el saxo sigue dando las mejores notas, en una perfecta ejecución que termina al son de la batería y los platillos. Se termina este espectáculo en lo alto, sin bajar la intensidad que sentimos desde la primera canción.

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Está el concierto de 1990 en Los Ángeles. El de 1999 en Filadelfia. El de 2008 en Misuri y tantos más que demuestran a Springsteen en distintas décadas y momentos, pero siempre resaltando ser un privilegiado del rock. Pero ya en 1978, Bruce arrasaba su país con míticos conciertos (de esa época hay grabaciones piratas que fueron famosas, como éste show y el “Live in the Promised Land”) y escribía, sin duda, su etapa dorada en la composición. Hay mucha más pasión y profundidad en este directo que en la box “Live 1975/85”, donde también viene este show. Porque hasta hoy este “Bruce Springsteen Live at the Capitol Theatre, September 19, 1978” es una palabra mágica y sólo los coleccionistas de música podían jactarse de tenerlo en alguna edición especial. La impresión musical que me produce este show es que Bruce Springsteen era, simplemente, el mejor: El mejor cantante, guitarrista, las mejores canciones, la mejor banda. El mejor en vivo. Y desde un punto de vista literario, su complejísima personalidad, siendo aún muy humana, quedaba plasmada en sus letras de denuncia social, de compromiso con el trabajador.

Este es un concierto imprescindible donde el saxo y el piano fueron pilares sólidos para elevar la voz única del Boss a un nivel superlativo. En los ’70, ’80 y hasta hoy.

Macarena Polanco

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