Conciertos que hicieron historia: Cheap Trick at Budokan (1978)
Muchos pueden jactarse de aplicar el concepto Big in Japan, pero nadie lo pudo llevar a tal extremo como Cheap Trick: una banda anglosajona que no era nadie en su país de origen, pero que en la tierra del sol naciente se transformó en todo un fenómeno. Los oriundos de Rockford, Illinois, lo tienen claro: después de publicar sus primeras tres placas de estudio, entre 1977 y 1978, todavía estaban lejos de sacar números positivos.
El bajista Tom Petersson recordó ese periodo en entrevista con La Tercera, el año 2017: “Tuvimos buenas reseñas, como en Rolling Stone, pero el grupo no vendía. El sello discográfico estaba avergonzado, no sabía qué hacer con nosotros; nos decían la gente no los entiende, ustedes se ven muy raros. O nos aconsejaban cosas como deberían vestir a su guitarrista como Hendrix, o a su baterista como Bowie. Suenen comerciales, suenen como Foreigner, era otra. Todos estaban en nuestra contra; si esto hubiera pasado hoy, nos habrían desechado”.
Como parte de su primer tour en latitudes asiáticas, dieron conciertos en Fukuoka, Nagoya, Osaka y la capital. En esta última se contemplaron dos fechas —pactadas para el 28 y 30 de abril de 1978, ni más ni menos que en el Nippon Budokan; un estadio cubierto que bordea las 12.000 personas de capacidad. El baterista Bun E. Carlos nos orienta con lo estrictamente burocrático: “En Japón, CBS/Sony estaba dividida en dos compañías. Ellos decidieron que cada banda de Epic, o Columbia, fueran y grabasen su show; para sacarlo a la venta como una serie de discos Live at Budokan. El de Bob Dylan, y el nuestro, fueron los primeros en publicarse”. Lo que explica que al comienzo el anunciador diga: “¡De acuerdo, Tokio! ¿Están listos? Denles la bienvenida a los artistas de Epic: ¡Cheap Trick!”.
Pero lo que se toparon, apenas bajaron del avión, fue una avalancha de fanáticos; 5.000 de ellos que los esperaban en el aeropuerto —“veíamos por la ventana y nos preguntábamos si venía alguien famoso en primera clase”, dirían luego. Para la banda, según palabras del vocalista Robin Zander, fue vivir su propia Beatlemania por una semana; asediados por completo y tratados como superestrellas. Tomados por la más grande sorpresa, el bajista añade en retrospectiva: “Tuvimos un elemento de suerte. Resaltamos porque la gente no nos comprendía, y porque creía que éramos graciosos. ¿Qué ocurre con estos sujetos? Decían. Por un lado, cantábamos una canción de amor; y por el otro, una sobre suicidio y asesinatos en masa y prostitutas”.
Los conciertos, está demás decir, fueron dinamita pura. El mismo repertorio ambas noches, cada una llegando a las 19 canciones interpretadas; tirando toda la carne a la parrilla —yendo más allá de los tres trabajos que ya tenían bajo el brazo; y dicho sea de paso el último de ellos, Heaven Tonight, fue lanzado apenas una semana antes. Surrender fue la carta fuerte, un single promocional que literalmente venía salido del horno; y que como Lado B tenía otro tema igual de potente: Auf Wiedersehen. Otras sólo habían sido tocadas en vivo, sin aparecer en ninguna parte; es el caso de Lookout, Can’t Hold On y Goodnight Now. Need Your Love también, pero esa terminaría integrando su siguiente disco de estudio —Dream Police (1979).
Se valieron de un par de covers, previamente grabados, de Terry Reid y The Move. Pero hubo otro, un antiguo clásico de Fats Domino, que figuraba nada más en sus directos: Ain’t That a Shame. Y fue la versión de este concierto que la unió de manera imperecedera a la carrera de Cheap Trick; mucha gente pensando, de hecho, que es escrita por ellos.
El caso de I Want You to Want Me merece análisis aparte. Escrita por el guitarrista Rick Nielsen —y según ha dicho, como una burla a las simplonas y repetitivas canciones pop de amor. Figuró en el segundo álbum, In Color (1977), pero pasó sin pena ni gloria. Aun así, por aquel entonces, era tocada de forma regular hasta que terminaron apartándola. Tan sólo unos minutos antes de salir al escenario, en esa pequeña gira japonesa, decidieron volver a incluirla como recomendación de su mánager; casi por azar, para cubrir el tiempo que tenían establecido. Fue la toma del Budokan la que les terminó salvando el pellejo, alzándolo como uno de sus más grandes éxitos. Una situación calcada a la que pasó Kiss con Rock ‘N’ Roll All Nite, y su placa Alive! (1975).
Por falta de tiempo para mezclar un álbum doble, se seleccionaron sólo 10 canciones que formaron parte del lanzamiento —que en todo momento se contempló de manera exclusiva para el mercado japonés. Tom Petersson vuelve a referirse: “La carátula era horrible, pero nuestro mánager nos dijo que no nos preocupáramos, que nadie la verá en América”. Puesto en las estanterías en octubre de 1978, Cheap Trick at Budokan continuó el boom que ya poseían en territorio nipón; pero que con el pasar de los meses llegó de polizonte, más a la mala que buena, y puesto hasta el cansancio en radios locales —para luego comenzar a venderse la versión importada, venida desde Japón.
Por la alta demanda fue comercializado en febrero de 1979, con bombos y platillos, en Estados Unidos. Lo que, por supuesto, fue un éxito avasallador para el grupo; el más grande que jamás tuvieron y volviéndolo su mejor legado. Tanta fama fue la que hubo allí, que hasta le alcanzó al mismo Budokan de hacerse un nombre a nivel mundial —sin contar que, con el pasar de las décadas, se terminó contando con el primero de los shows de manera íntegra; inclusive apareciendo el video del mismo en el marco del 30° aniversario.