Conciertos que hicieron historia: Guns N’ Roses en Rock in Rio II (1991)
Habían pasado seis años desde la primera versión del Rock in Rio, un verdadero Woodstock sudamericano. Y para aquella secuela, la logística tuvo mayor moderación: aunque tomaron por localía el Estadio Maracaná, con 140.000 espectadores por noche; distó bastante de las 250.000 personas por jornada, que asolaron la denominada Cidade do Rock en 1985. Pero se sacó la tarea adelante con un mazazo de primer orden. Santana, Joe Cocker, INXS, Judas Priest, Queensrÿche, Megadeth; por nombrar algunos. Un par de cabezas de cartel, en tanto, hasta hicieron dobles funciones: George Michael, Prince y Guns N’ Roses.
El caso de estos últimos es más que emblemático. Se graduaron de teloneros en 1989, tras abrir cuatro shows a los Rolling Stones en Los Ángeles, y estas dos fechas en Brasil fueron las primeras en calidad de atracción principal —que hasta les dio el ancho para realizar el documental 7 Days in Rio. Axl Rose y compañía, que incluyó el debut de Dizzy Reed en teclados y Matt Sorum en batería —que venía de tocar con The Cult; despacharon conciertos de hora y media cada vez que subieron al entarimado.
Y lo hicieron con apenas dos álbumes bajo el brazo, Appetite for Destruction y GN’R Lies. Pero algo habían hablado de un nuevo proyecto que por azares se había pospuesto desde el año anterior, y que ya estaba en fases finales. Se referían, cómo no, a los dos monumentales volúmenes de Use Your Illusion —que con todas las formalidades, la única mostrada previamente fue Civil War; para un show benéfico televisado en Indianápolis.
Sin asco, la mitad de las presentaciones fueron apoyadas en aquel material que hasta la fecha era desconocido; desde el minuto uno con Pretty Tied Up, y Axl corriendo por el escenario vestido de blanco —en el caso de la primera fecha, el 20 de enero; antecedidos por Billy Idol y Faith No More, factor clave para que estos últimos en algunos días llegasen al Festival de Viña. La misma persona que tiempo después le diría a la prensa que: “Guns N’ Roses fue una de las razones de que hubiera Rock in Rio II. La gente que manejaba la estación de televisión allá, y que eran los financistas más importantes, querían ver a Guns N’ Roses”.
Sea cierto o no, lo que sí es seguro es que fue algo redondo: unos meses antes de que estallasen como un suceso de clase mundial, en una de las mejores muestras de la pañoleta y el sombrero de copa en formato de material inédito —que de hecho aderezó, de forma regular, parte de la parrilla programática del naciente canal chileno Megavisión; en sus primeras transmisiones. Porque tras las de rigor, Mr. Brownstone y Patience, fue la primera vez que asomó una marca de fábrica de Slash: su individualidad con el tema Speak Softly Love, sacado de la banda sonora de El padrino. O el momento clave, terminando Double Talkin’ Jive, en que Axl se comió al estadio completo con un “You’re gonna die!” colosal que dio lugar a Welcome to the Jungle.
La sección media a cargo de Knockin’ on Heaven’s Door —que se hizo un espacio en vivo desde 1987, You Could Be Mine e It’s So Easy; para dar lugar a una de las imágenes más icónicas, reproducida hasta el cansancio en cualquier tipo de mercancía gráfica, por parte de medios o fans: Axl con boxers de bandera estadounidense, junto a Slash y su Les Paul dorada. Y esa fue la tónica para el resto: la ya nombrada Civil War, Dead Horse y Sweet Child O’ Mine; antes de arremeter en el bis con Estranged y Paradise City.
De manera extraoficial a este par de fechas se les considera los primeros conciertos promocionales de los Use Your Illusion, aunque en estricto rigor fue un cuasi calentamiento que tuvieron para la demandante gira —junto a otros tres “secretos”; en San Francisco, Los Ángeles y Nueva York. De todas formas el Rock in Rio fue una ruleta rusa; prescindiendo de la fórmula de las sandías caladas, como hubiese dictado el sentido común, escogieron un salto de fe al vacío —que para remate fue televisado para una audiencia inmensa; a cargo de la local Rede Globo, a la par con MTV que también estaba presente en el lugar de los hechos.
Pudieron quedar sepultados, pero terminó siendo uno de los números mejor evaluados del festival —además que envejeció excelente, por las dimensiones que tomaron esas canciones cuando fueron puestas en estanterías ocho meses después. Guns se transformó en uno de los favoritos de la cita carioca, volviendo en 2001 —con la banda recién reformulada, 2011 —por fin ya con Chinese Democracy, y 2017 —como parte del tour de reunión; pero el primer asomo quedó grabado a fuego.