Habían pasado seis años desde la primera versión del Rock in Rio, un verdadero Woodstock…
Conciertos que hicieron historia: Iron Maiden en Rock in Rio III (2001)
El festival carioca volvió a tener una dimensión colosal para su tercera versión, dejando muy por atrás la anterior efectuada en el Estadio Maracaná (1991). La denominada Cidade do Rock se volvió a vestir de gala para siete jornadas a casa llena; en que había atracciones desde Sting a Red Hot Chili Peppers, debutantes en la región como Neil Young, R.E.M., Foo Fighters, Queens of the Stone Age, Deftones o Papa Roach. Parrilla abultada que también tenía a Oasis, Dave Matthews Band, los locales Sepultura, e inclusive los recién reformados Guns N’ Roses.
Pero quienes se robaron la atención, en la antepenúltima noche fechada para el 19 de enero, no resultó otro que Iron Maiden; antecedidos en el escenario por el regreso a las raíces metálicas clásicas de Halford. Show a posterior muy difundido al engrosar el catálogo oficial de los ingleses, CD y DVD puestos en estantería al año siguiente bajo el título de Rock in Rio. Se trató de un entarimado que ellos conocían bien, tras haberse presentado en la primera edición de 1985; pero el análisis va más allá de eso.
La razón salta a la vista: tras los últimos años, los sindicados años de vacas flacas de la Doncella con el vocalista Blaze Bayley, Bruce Dickinson regresó al micrófono para inyectarle un refrescante nuevo aire a la banda; el cual trajo consigo al guitarrista Adrian Smith, también alejado a comienzos de los 90’s, configurándose así la modalidad sexteto. Le dieron forma a un lanzamiento gravitante, como lo fue Brave New World (2000), que los tuvo de nuevo girando a sus anchas; el tour cerrándose en Río de Janeiro —descontando tres pequeñas fechas consiguientes en la Brixton Academy londinense.
Mostrándose el fiato de antaño; tras la cortina por parlantes, muy teatral, de Arthur’s Farewell embistiendo con The Wicker Man. Impecable presentación de dos horas donde la nueva producción tuvo papel protagónico, en especial durante la primera mitad, donde se desprendieron neoclásicos como Ghost of the Navigator, Brave New World, Blood Brothers o The Mercenary; junto con la larga duración, de corte épico, que le correspondió a Dream of Mirrors. Dominadores absolutos de grandes audiencias, aquella bordeando los 250.000 asistentes, de vuelta en la cima; y que clásicos no les escasearon para demostrarlo, siendo una excepción la añadidura del cierre con Run to the Hills. Sin problema incluyéndose dos cortes pertenecientes al anterior cantante, Sign of the Cross y The Clansman, escaló en particular la versión de Fear of the Dark; dejando obsoleta a su par en estudio y llevándola a un nuevo nivel la del Rock in Rio —si no fue su culmine, al menos ha sido la más reproducida.
Contándose, entre los círculos de fanáticos, la versión sin cortes con la transmisión que fue televisada en directo; la dirección de lo que se ve en el DVD la llevó a cabo Dean Karr, responsable a su vez del videoclip de The Wicker Man. Terminó encumbrando en lo más alto a Eddie, apareciendo en ambas portadas en forma de nube; como así en el escenario para el tema Iron Maiden —hecho de mimbre, con una cavidad que contenía al mismo Dickinson y un grupo de doncellas con túnicas blancas. A pesar de los siempre periódicos lanzamientos en directos, Rock in Rio quedó como un hito mayúsculo; que siempre es reverenciado.