Entre comienzos de los 80’s y mediados de los 90’s, el Monsters of Rock de…
Conciertos que hicieron historia: Iron Maiden – En Vivo!
No se puede negar el especial vínculo de la Doncella de Hierro con tierras chilenas, de hecho referido por los mismos integrantes en variadas entrevistas. Fue un camino azaroso que comenzó con el pie izquierdo, por la cancelación del que iba a ser el debut en el país (Estación Mapocho, 1992) —por bochornosas razones para remate, encausadas por añejos personeros religiosos. La primera visita, por ende, se aplazó por cuatro años (Teatro Caupolicán, 1996); época de vacas flacas para la banda, que por entonces tenía a Blaze Bayley como vocalista. En el intertanto hubo un nuevo tropiezo: la ausencia, de último momento, como cabeza de cartel del festival Monsters of Rock (Velódromo, 1998) —gatillada por la detención del dictador Augusto Pinochet en Londres, exaltando a la extrema derecha; y no garantizándole seguridad a una agrupación inglesa.
El retorno de Bruce Dickinson, tras el micrófono, no garantizó un show a la altura de la circunstancia; que estuvo plagado de fallas técnicas, y que relució más a Rob Halford como número de apertura (Pista Atlética, 2001). Regresaron a ese último recinto en 2004 y 2008; pero allí se dio el efecto bisagra —cortesía del tour conmemorativo Somewhere Back in Time. Para un sitio con capacidad de 25.000 personas, la cita fue revendida con más de 3.000 boletos extras; que fue una olla a presión —y que durante el show, Dickinson indicó al Estadio Nacional a pocos metros de allí, como el próximo objetivo de Iron Maiden. Pero no se pudo conseguir para el siguiente asomo, de 2009, encontrándose en plena remodelación —saliendo al rescate el Club Hípico, en el que terminó convirtiéndose en su espectáculo de mayor afuero con sobre 65.000 asistentes.
La coronación al largo trayecto llegó el 10 de abril de 2011, en medio de la gira promocional del por entonces último disco de estudio —The Final Frontier. Y confluyó para que fuese una fecha especial, que quedó plasmada en el CD y DVD En Vivo! —llegado a estanterías, como material oficial, el 26 de marzo del año siguiente. Correspondió al deseo de ir más al sur del Rock in Rio (2001), en un comienzo contemplando a Buenos Aires y Santiago; aunque cercana a la fecha de publicación se confirmó que sólo contendría la actuación en la capital chilena —aseverada por Steve Harris como una de las mejores del recorrido.
El escenario de temática espacial, y un Eddie alienígena con esteroides, fue la tónica de la jornada; que contó con cinco canciones de la última producción —la larga duración de corte épico correspondiéndole a When the Wild Wind Blows. Teniendo de telonero a Exodus, y antecedidos un par de minutos antes por el antropólogo canadiense Sam Dunn, reconocido por su documental Metal: A Headbanger’s Journey (2005), quien notificó al público que la filmación iba a dar inicio; a cargo de 22 cámaras HD, una de ellas aérea —en un anuncio muy similar al que hizo el día anterior, dentro del Teatro Caupolicán, para registrar el concierto de Motörhead.
Lo demás fue más que esperable, como lo acotó Kevin Shirley —el productor de Maiden desde el año 2000: “El público de Santiago es muy animado. 50.000 personas, y no creo que haya habido alguien que no cantara con ellos” —“Ha! Ha! 50.000 of fuckin’ Chileans!”, diría animado sobre el entarimado el cantante. Como botón de muestra estaba el lienzo de grandes dimensiones, colgado a lo largo del techo de la tribuna, a cargo de Radio Futuro en el que se leía “Iron Maiden: Chile es tu casa”. No importó que fuese débil el ya mencionado The Final Frontier, lo que aquella vez movió a las masas fue querer ser parte de un evento histórico; quizás robarse una fracción de segundo en pantalla —que pasó dividida en varias tomas simultáneas.
Al igual que en 2009, mereció el esfuerzo de producción para traer el espectáculo completo; como dicta la tradición europea, embarcado a través del Atlántico. Un poco menos de dos horas de duración; en donde no escasearon las ineludibles, pero que sí prescindieron de Run to the Hills —aunque, en contraparte, hubo un par de neoclásicos que no se veían hace tiempo; como The Wicker Man y Dance of Death. También hubo tiempo para tomarse la libertad, por un par de minutos, de dar un mensaje de unión por el reciente terremoto en Japón —situación que vivieron in situ desde el aire, cuando estaban a punto de aterrizar en Tokio; momento perfecto para ser sellado por Blood Brothers.
A la postre el Estadio Nacional se convirtió en el lugar habitual para recibir a Iron Maiden, con hasta la fecha tres sólidos nuevos retornos —2013, 2016, 2019; cada uno de ellos una verdadera celebración. Pero el de 2011 fue el que estuvo lleno de significancia: el principal recinto del país se abrió por primera vez hacia el heavy metal, género que parecía lejano de poder llenarlo. De recuerdo quedó ese regalo de categoría mundial; con la cabeza gigante y flotante de Eddie desde el norte, observándolo todo en medio de un cielo rojizo.