Los Prisioneros llegaron finalmente por primera vez a Viña, tras la fallida intención de 1987,…
Conciertos que hicieron historia: Los Prisioneros en Viña (2003)
Los poco familiarizados, con la agrupación de la comuna de San Miguel, pensarían que siempre tuvieron al alcance de su mano el principal certamen del país; pero lo cierto es que no fue así. Entre 1985-89 la dictadura de Augusto Pinochet fue la piedra de tope, que no permitía ningún tipo de oposición al régimen militar —Los Prisioneros considerándoseles un dolor de cabeza. Para 1990 estuvo de por medio la grabación del disco Corazones, acompañado de quiebre entre Jorge González y Claudio Narea; pero el ya mencionado trabajo fue el que los colocó, en una doble función, sobre el entarimado de la próxima edición —y ya, para comienzos de 1992, se disolvieron.
Tras casi una década de inactividad, cuya punta de lanza fueron los dos gigantescos conciertos en el Estadio Nacional (2001), regresaron con mucha fuerza —reunión que al año siguiente los tuvo girando a lo largo de Chile, Latinoamérica e inclusive España y Estados Unidos. La coronación del recorrido resultó ser el desembarco en el Festival de Viña 2003 —adjudicándose el cierre de la 4ª jornada, fechada para el 22 de febrero. Tras unas inoportunas declaraciones, pocos días antes en Perú, llegaron en calidad de villanos; pero desde el primer segundo, a punta de irreverencia, se desmarcaron de cualquier tipo de tensión —“¡Toda la Quinta pifiando, vamos! ¡Fuerte esas pifias! ¡Pifien más fuerte, queremos pifias!”, con lo que ya tenían al público ganado.
Una velada muy coloreada e iluminada, cargada a la jovialidad —como se mostró en We Are Sudamerican Rockers; dejando muy atrás la melancolía azulada que tuvieron en su paso de 1991. Sexo que marcó el inicio, cuya improvisación sirvió para que el vocalista lanzara polémicos dardos —hacia la figura religiosa que se vio en dictadura, el curita de la tele como él lo mencionó, en que se refleja Raúl Hasbún: “Hablando del amor de Jesús, pero cuando torturan y matan se queda callado”. Discurso, extenso por lo demás, que atacó desde todas las aristas posibles; puesto que el canal que televisó el show, todavía era una señal católica.
Que fuese de esa astuta forma no fue al azar; ya que se pactó por contrato que no hubiese, entre canciones, incisivas palabras de González —para evitar bochornos como el que se vio dos meses antes en la Teletón. Quieren dinero, como la segunda pista, continuó la dinámica; allí apuntando a la reciente Guerra de Afganistán e inclusive la de Irak —que daría inicio dentro de un mes. Tópico que retomó No necesitamos banderas y Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, de paso mofándose del por entonces presidente yankee George W. Bush.
El debutante en esas tablas, Narea, haciéndose un lugar tras el micrófono en Lo estamos pasando muy bien; como asimismo Miguel Tapia, en su rol habitual, para Quién mató a Marilyn. Teclado, guitarra acústica y batería electrónica para Tren al sur y Estrechez de corazón. Una presentación de larga duración, que cronometró 90 minutos sin interrupciones comerciales —beneficio que era exclusivo para los músicos anglosajones; en donde se pasearon por quince temas, sin dejar fuera ninguno de los clásicos fundamentales —sin evadir los contenidos en Corazones. El baile de los que sobran marcando la pausa para el primer bis, y la entrega de las extintas antorchas de plata y oro.
El anfiteatro de la Quinta Vergara reluciente, siendo aquella la segunda versión desde que fue remodelada y depuesta la concha acústica, conteniendo a una audiencia muy partícipe —haciendo valerse, antes del cierre encargado a La voz de los ‘80, para que fuese entregada la gaviota. Galardones que, dicho sea de paso, no les fueron entregados la vez pasada a Los Prisioneros. Terminó siendo el número mejor evaluado de aquella ocasión, y a la postre uno de los mejores hechos de factura nacional. Se pagó la deuda histórica, justo a tiempo, de contar con la presencia formación original; que poco más allá de seis meses volvió a apartar al guitarrista —y dándose por finalizada a la banda en 2006. Quedando de testimonio, con mayor razón, esta potente muestra.