Conciertos que hicieron historia: The Rolling Stones – Live in Copacabana (2006)
Ir a un show a Río de Janeiro y que ni siquiera se pueda ver el mar. La historia dice que a las 5:00 de la tarde había medio millón de personas en Copacabana. Cuatro cuadras de playa que fueron “tomadas” por los rollingas. Y Mick Jagger sabía que ellos eran la guinda del pastel, de la mejor fiesta del mundo y de un show sin precedentes.
Así se resume el concierto que los Rolling Stones dieron, en Río de Janeiro, el 18 de febrero de 2006. Durante dos horas memorables, la banda ofreció su repertorio clásico y algunas canciones nuevas para todos sus fans, los que accedieron gratuitamente al espectáculo. Y es que este había sido el mayor concierto de rock que se había ofrecido en Río, desde que en 1994 Rod Stewart reunió a tres millones y medio de fans, también en Copacabana.
La mítica banda arrancó en Río con clásicos como “Jumping Jack Flash” y “It’s Only Rock & Roll”, los que sacudieron a la marea humana que se extendía por las arenas de la playa más famosa de Río. Puro rock, sonido claro y limpio. Mick, con su chaqueta plateada, sonaba igual al disco, y las guitarras sonando perfectas, como dice la historia. Sigue la fiesta con “You Got Me Rockin”, Mick pide aplausos y la gente responde con el típico “hey, hey!”. Por la gran pantalla de cristal líquido, ubicada sobre el fondo del escenario, y las otras ubicadas entre el público, la fiesta era en pleno, mezclada con un juego de luces de clase mundial que vestía la playa y a la gente con un halo azul inmenso.
La fiesta prosigue con la mítica “Wild Horses”, la que se conjuga perfecto con la oscuridad de esa noche, pero que se vuelve tremenda (otra vez) ante las palmas y entusiasmo de un público fervoroso. “Rain Fall Down” y “Midnight Rambler” son un guitarreo perfecto de energía; Mick deleita con la armónica y Keith se le va en medio con cortos solos. “Night Time Is the Right Time” comienza con ese saxo perfecto, sensual y alucinante; la voz de Mick está hecha para este tipo de canciones y por eso fue tan vitoreada. La tanda de éxitos siguió con “Happy” y la intervención de Keith siempre enérgica. Jagger cedió el protagonismo vocal con «This Place Is Empty» e «Infamy».
“Miss You”, hit del disco «Some Girls» (1978), es la siguiente en dejarte atónito; perfectos acordes para un tema histórico, se puede cantar en 10, en 20 años más y sonará igual de mágico. El coro se escuchó inmenso por esas 600.000 personas. “Rough Justice” es puro rock, sólo dan ganas de saltar, y en la playa qué mejor. Mick ya se había cambiado de ropa y cantaba con el micrófono pegado a la oreja ¿alguien dijo que dobló el tema? Pareció que cantaba sin apoyo, interpretando a lo maestro, moviéndose y utilizando todo el escenario para sí. “Get Off of My Cloud” y “Honky Tonk Women” dieron una pausa para tanta energía, porque aún quedaba más de este show histórico.
El agitar de miles de banderas dieron la entrada para “Start Me Up”. Gritos y aplausos ante un tema símbolo, nada qué decir, sólo disfrutar. Las imponentes “Sympathy for the Devil” y “Brown Sugar” causaron delirio de la afición; no sabemos si los de la última fila pudieron captar algo, pero la emoción del tema llega, sin duda, hasta la última fila. “You Can’t Always Get What You Want” va subiendo en intensidad, la gente acompañó a Mick con aplausos y gritos, mientras miles de flashes fotográficos no dejaban de iluminar a una banda ícono. “Satisfaction” fue la siguiente, los acordes entraron tras un juego con el público y para qué decir la efervescencia. Mick, con una polera de Brasil, encandiló a todos y dio el cierre ideal a una noche que sería definida como histórica para el rock en Sudamérica. A pesar de los años, este frontman fundamental del rock no dejó de bailar y moverse por el escenario. Jagger y sus compañeros -Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts- también hicieron partícipes a Darryl Jones, dos saxofonistas y otros músicos, además de la cantante Lisa Fischer, de esta noche de encanto.
Tanta fue la efervescencia que hasta un documental se hizo de este concierto. La gente corrió y cantó a la par de los músicos británicos, sin pensar que estaban viviendo algo único. Se habla un millón y medio de personas las que repletaron esa playa para aplaudir a los históricos; los que, hasta hoy lo repletan todo, lo abarcan todo y siguen escribiendo la historia del rock.