Conciertos que hicieron historia: U2 – Live at Red Rocks: Under a Blood Red Sky (1983)
En el año 1981, los U2 estaban embarcados en su gira “Boy”, promocionando su álbum debut. Después de un concierto, en mayo, el promotor de conciertos Chuck Morris llevó a la banda al Red Rocks Amphitheatre, un anfiteatro natural ubicado entre los acantilados de arenisca, en las Montañas Rocosas, y fue allí donde el manager de U2, Paul McGuinness, decidió que los irlandeses tenían que tocar en ese lugar, dar un show legendario y dejarlo registrado en un directo. Las circunstancias y negociaciones se dieron. Toda Denver fue empapelada con afiches de fondo blanco y foto de los U2 bajo el título “Red Rocks Summer of All Stars”.
El mal tiempo del día del show amenazó con cancelarlo todo. Los fans tuvieron que caminar a través de las montañas, bajo la lluvia, pero el concepto era que había que ir preparado para un momento épico en la historia del rock.
El show tuvo un adjetivo que lo resume todo: ejecución. Esta no era una banda más de tantas que proliferaban en Europa con sed de llegar al mercado gringo, acá había otra propuesta que, en 1983, recién daba sus primeros matices. Principalmente se tocaron canciones del disco “War” (1983), así como material de los dos primeros álbumes: “Boy” (1980) y “October” (1981). Todo partió con «Out of Control” y una buena y energizante conjunción de guitarras. Sigue “Surrender» y la energía de Bono, cuya voz suena a la de siempre, a la que escucharemos siempre arriba, por tantas décadas. Luego de conversar con la gente y darles la bienvenida, empieza la guitarra y la batería, con su perfecto equilibrio, para un tema que fue coreado por todos. «Seconds» tiene esa apertura tan particular y ese ritmo tan adecuado para seguir a las palmas en un concierto de U2. «Sunday Bloody Sunday” eleva todo al máximo. Su típica guitarra es acompañada de las palmas del público. La compenetración ya es total. La bandera toma protagonismo de la canción, mientras Bono hace corear al público. «October» y el piano. Bajando un poco las revoluciones, Bono eleva los tonos y pide aplausos para su voz, la que sólo es acompañada de las baquetas, hasta que explota con el bajo haciendo de las suyas en perfecta unión con el piano. Tiene un ritmo perfecto y en vivo le queda genial a la sensualidad de Bono. Puro hard rock y del bueno. “New Year’s Day” y ese ritmo contagioso, sensual, hipnótico. El bajo de Clayton llevando el ritmo, se mete en tus oídos y tu cabeza da vueltas. Gran tema y gran ejecución; supera a la versión de estudio.
«I Threw a Brick Through a Window» tiene un sonido muy compenetrado y sigue la línea de los temas anteriores, con un muy buen aplomo entre la batería y la guitarra, la que el mismo Bono se cuelga para hacer el cierre del tema y comenzar de inmediato, sin pausa, con el ritmo acelerado de «A Day Without Me». «Gloria» sigue llevando las guitarras a estándares altos para la época, hard rock del puro y este es otro ejemplo de que la versión de estudio se hunde ante la propuesta ardiente de un rockero Edge a un altísimo nivel, dando las pausas y permitiendo la interacción con la gente.»Party Girl» tiene un buen inicio con suave rasgueo y la voz de Bono invitando, suavemente, a la fiesta, mientras se suma el tambor y un ritmo más pausado. Edge acompaña en los coros, en un tema muy bien estructurado. “O’Clock Tick Tock” sigue con la energía que el show ya hacía propia desde el inicio. La guitarra suena muy potente, hay buen ritmo y coros de un tema muy pegadizo; buen intermedio cuando sube a una fan a bailar al escenario, porque se llevan muy bien la batería y el rasgueo. «I Will Follow» repite la buena fórmula de guitarra-batería y Bono subiendo y bajando en el tono y haciendo la misma pausa en medio de la canción, dejándolo a él como protagonista.
«Twilight» y su guitarra que sube y sube en intensidad hasta hacernos entrar, a todos, en ritmo. Tema más calmado pero con un Bono protagonista debido a la sensualidad de su voz. La propuesta del tema destaca a cada integrante en lo suyo y nos ayuda a comprender el porqué del fenómeno U2 de finales de los ’80. “An Cat Dubh” también da un respiro de hard rock y nos adentra a ritmos que la banda desarrollaría más claramente en sus afamados discos de mediados de los ’80. «Into the Heart» es mucho más sinuosa que las anteriores, invita a deleitarse con los cambios de ritmos, con el desplazamiento de la batería a sonidos más de platillos que de tambor. «Two Hearts Beat as One» es pura energía, muy buenas guitarras y Bono cantando sin cansancio, logrando muy buenos tonos. “The Electric Co.» es pura emoción, la que se transmite igual a través de un tema que parte con sólo el rasgueo de guitarra acompañando a Bono, quien se adueña de la bandera para sentenciar el estribillo. La batería no cesa. Es hora de volver con «40». Este tema se mete con un bajo duro y va decantando en una tranquilidad hipnótica. Típica canción de estadio, muy bien hecha, con pasajes para que cada integrante se destaque, tenga su momento, y el público coree a todo pulmón, en una de las pocas intervenciones potentes de la fanaticada que estuvo ahí, esa congelada noche en Denver.
¿Por qué este show marcó a los irlandeses? Porque dejó de manifiesto la versatilidad y elasticidad del bajista Adam Clayton. Constantemente fue el creador de la atmósfera del show, la que permitió el excelente despliegue de The Edge. Además, es un show que muestra facetas del new wave que los marcaba pero que también, en un par de temas, mostraba los primeros tintes de la magia hard rock que veríamos potenciada en sus discos posteriores. El poder encantador de esta banda queda absolutamente manifiesta en un concierto como éste, con el cual el nombre de U2 se afianzaría rápido como uno de los mejores shows en vivo. El productor Jimmy Lovine rebajó la distorsión de guitarra y de la batería, sin sacrificar la gran energía rock que los caracterizaba. Las adversidades meteorológicas no apagaron al público y mucho menos a los U2, permitiendo una demostración de energía y cohesión, muy propios de una banda joven que sólo quería hacer historia. Este Live in Denver es pura mística, potencia, y un gran salto hacia el público norteamericano, hacia los mercados más mainstream, los que muy pronto los elevarían a la categoría rockstar, pero sin perder esencia de una banda creativa y perfectamente aceitada sobre el escenario.