Algo que ha mantenido muy atentos a muchas y muchos ha sido sin duda este…
«Cuanto más me borres, más aparezco»: The Eraser- Thom Yorke y su primera aventura solista
XL Recordings, 2006
Ha crecido con salud envidiable el debut de Thom Yorke en solitario. Un disco que suponía haber sido facturado en medio de la «crisis creativa» del cantante tras la trilogía Kid A / Amnesiac / It Might Be Wrong de inicios de los 2000’s, y seguramente es porque este disco, lanzado en julio de 2006, que pretende ser una catarsis emocional, introspectiva megalómana y muy personal, se ha convertido en referente para grandes bandas que han recogido la angustia y los conflictos existenciales para hacer de ello un símbolo de paz interna y de paso, identificar a muchos fans con lo que se le aprecia más al músico británico, porque quizá su llegada a las masas y sensibilidad no ha sido tanto con los beats, los loops electrónicos y sus experimentaciones fuera de la orbe rockera de sus inicios, sino más bien con las letras de ansiedad y emociones de su faceta lírica como un total incomprendido, como lo hemos sido en oportunidades varias tal vez muchos de nosotros.
Algo bien significativo y artístico es la portada. Stanley Donwood trabajó —como siempre— palmo a palmo con Yorke en poner a este personaje histórico que lo sedujo desde su infancia, el rey Canuto El Grande, quien fue un soberbio monarca medieval que quiso controlar las violentas mareas creyendo tener un poder sobrehumano sin ningún resultado y que a Yorke le llamó bastante la atención simbolizando en él en esta etapa a Tony Blair, primer ministro británico y su participación en la Guerra del Golfo y cómo manejaba la legislación por los cambios climáticos y que estaba arrastrando a Inglaterra -nuevamente- a la imagen de imperio bélico acrecentando la leyenda negra de siglos adquirida (la imagen exacta del momento de soberbia del rey es lo que vemos en la portada y que tiene sus ramificaciones artísticas hasta en el proyecto posterior Atoms for Peace que integró con Flea, Godrich, Joey Waronker y Mauro Refosco, con una crítica a la explotación petrolífera y crisis medioambientales que preocuparon en demasía al líder de Radiohead en este período). En «Horrowdown Hill» el tema está expuesto: la letra trata sobre David Kelly, un experto en armas británico que se presume se suicidó después de decirle a un periodista que el gobierno británico había identificado falsamente armas de destrucción masiva en Irak. El cuerpo de Kelly fue encontrado en los bosques de Harrowdown Hill, cerca de la antigua escuela de Yorke en Oxfordshire.
En lo musical, en su mayor parte, estas son canciones de amor tristes, tal vez incluso canciones de ruptura y de reflexión tras el ocaso. Son bastante sencillas en el espectro de letras, no hay tantas segundas lecturas ni un trabajo absolutamente detallado, sin sentido e inteligente como en Radiohead, por ejemplo, más bien es un fácil manual de detalles de como una relación que se desmorona y sus secuelas. Como dice Yorke en «Black Swan», uno de los más recordados tracks del disco, «No puedes patear a un caballo muerto / simplemente te persignas y te alejas». Por lo general, cuando la segunda persona aparece en una canción de Radiohead, está dirigida a algún símbolo sin rostro de nuestra sociedad enferma, tiranos gobernantes y políticos sin escrúpulos. Pero acá en estas decidoras melodías como «Atoms for Peace», «The Eraser» y «The Clock», Yorke parece dirigirse a un individuo, alguien con quien comparte una compleja historia emocional, como puede ser él mismo, una pareja o nosotros mismos. Los momentos inquietantes se mezclan con imágenes de sus pensamientos, de dibujos emocionales, a veces bastante reveladores «No iré más al lado oscuro / Con tus ojos de platillo volador / No caeré más por un agujero de gusano / Ya que tengo que sacarte / El gusano está retorciéndose / Devora de adentro hacia afuera / No más hablar de los viejos tiempos / Es hora de algo grandioso»).
En The Eraser Yorke es el primero que se autocritica en el proceso previo y deja claro que “Realmente no me interesé esperando hacer canciones. Comenzó con fragmentos aleatorios. Supongo que pensé que habría voces, pero estaba pensando en usar pequeños fragmentos vocales y hacerlos parte del tapiz, no lo principal. Pero tan pronto como hicimos los bocetos iniciales, se hizo evidente que podían ser bastante directos. Nigel (Godrich, el productor) básicamente me arrastró pateando y gritando hacia el concepto de que eran canciones reales». La dirección de a poco siguió tomando forma y aunque a veces podemos detectar esa calidad de «pedazos unidos», tal vez con el tiempo eso es lo que ha creado una mejor atmósfera en el álbum: pensamientos en conjunto que unidos hacen de ello grandes canciones.
Yorke aprovechó por cierto la transición necesaria de salir de la gran multinacional para meterse de lleno en XL recordings y empezar a gozar de esa libertad creativa que perdura hasta nuestros días. Después de que Hail to the Thief concluyó su contrato de cinco discos con EMI / Capitol, Thom Yorke habló con TIME: “Me gusta la gente de nuestra compañía discográfica, pero ha llegado el momento en que tienes que preguntar por qué alguien necesita una. Y, sí, probablemente nos daría un placer perverso decir: ‘Vete a la mierda’ con este modelo de negocio en decadencia». La respuesta y con ají en el culo para EMI y la industria sin duda fue ese gran álbum de Radiohead que resultó ser una especie de nueva obra maestra de 2007, In Rainbows, que logró un vuelco en la manera de publicar música al pedir a los fanáticos que «paguen lo que quieran» y que heredó sin duda algunas de las cosas, como la rabia y la salida a chorros desde esa impotencia creativa y todo ese flujo emocional del cantante contenido en «The Eraser».
Por Patricio Avendaño R.