De Pixies a Black Midi: 8 discos esenciales para entender el fuego y la relevancia de Steve Albini
Una verdadera leyenda del sonido rockero underground y alternativo se ha ido y nos tomó muy por sorpresa. Steve Albini ha fallecido de un ataque al corazón repentino y fulminante, en pleno proceso de actividad con su banda Shellac, y también con un pasado que lo coronó ya hace varias décadas como el productor e «ingeniero» (como le gustó precisar que lo llamaran) de los sonidos íntegros, honestos, diferentes, donde era más fuerte el espíritu que la perfección sonora, además de no esconder ni por un segundo su mirada crítica y ácida sobre la industria musical con que tuvo que convivir muchas veces a regañadientes.
En 1986 se despachaba frases como:
«Me importan dos manchas de vómito de un viejo negro drogadicto sus tratados politico-filosoficos, chicos. Me gusta el ruido fuerte que hace que mi cabeza de vueltas. Quiero sentirlo azotándome como una maldita convulsión. Estamos tan impactados por nuestra patética existencia que lo necesitamos como un remedio”.
Viniendo de la escuela punk y ayudando a ser artífice de todo un movimiento junto a Big Black, Albini supo encontrar el sonido preciso para darle a algunas bandas legendarias sus mejores momentos. Hoy hacemos un recorrido por algunos de los discos donde puso su mano de obra, siempre al servicio de la banda de turno, pero siempre al servicio de observar con otros ojos/oídos todo lo que pasaba física y sicológicamente en la interna de la banda y tratar de aclimatarlo con los circuitos sónicos e instrumento/espacio del «cliente».
Pese a que nunca reconoció su fervor por los Pixies, «Surfer Rosa» ayudó a encumbrar a la banda al estatus de hoy que le conocemos, como una de las más influyentes de los géneros alternativos, grunge e indie rock que se avecinarían. La fórmula: mucho corazón, melancolía, guitarras seducidas por el ruido y visceralidad. Himnos como «Gigantic», «Bone Machine» o «Where is My Mind» son solo un botón de muestra de la grandeza de este álbum.
«Sólo estoy interesado en trabajar en discos que reflejen legítimamente la percepción que la banda tiene de su música y su existencia», escribió. «Si se comprometen con eso como principio de la metodología de grabación, entonces me romperé el trasero por ustedes». Esto era exactamente lo que Kurt Cobain quería oír al grabar «In Utero», y exactamente lo que temían los ‘jefes’ de Geffen.
Otra de las proezas de su participación tan vital en los noventas, fue «Meantime» de Helmet, un verdadero bombazo de groove metal y parte fundamental de este sonido que se estaba urdiendo principalmente desde Estados Unidos. Helmet, junto a Pantera y aquel Sepultura desde el Chaos AD fueron vitales para su desarrollo. Pero lo de Page Hamilton también tuvo una urgencia punk, y Albini no pudo estar más encantado con la actitud y los valores de la banda.
Si trabajar con Pixies fue legendario, el disco POD con Kim Deal tampoco se quedaba. Un álbum que recapturaba la esencia de Pixies pero con algunas dosis de magia, pureza y en su lado opuesto estridencia y desenfado que no se encontraban en la banda de Boston. Con Albini en los Palladium Studios, en Edimburgo, Escocia, todo fluyó, y nuevamente, Kurt Cobain salía a la defensa de su héroe diciendo que «fue uno de los álbumes más influyentes de su vida».
Quedémonos en ese mismo año, porque llegaba otra de sus grandes proezas: el álbum «Rid Of me» de PJ Harvey y al día de hoy obra vital del rock alternativo y de la querida artista británica, quien destacó el trabajo con los micrófonos que marcó la diferencia del recién fallecido productor: «La forma en que algunas personas piensan sobre la producción es ayudarte a arreglar, contribuir o tocar instrumentos, él no hace nada de eso. Simplemente configura sus micrófonos de una manera completamente diferente. Nunca antes había visto a alguien colocar micrófonos, y eso era sorprendente. Los tenía en el suelo, en las paredes, en las ventanas, en el techo, a seis metros de donde estabas sentado… Es muy bueno creando la atmósfera adecuada para obtener la mejor toma»
No podemos obviar su propia banda, de la que ya les hemos hablado. Big Black llegó a principios de los 80’s con Albini literalmente «azotando a los chicos» con sus guitarras como bien apuntó la propia Kim Gordon de Sonic Youth en la apertura del capítulo dedicado a la banda en el libro de Michael Azerrad. Los discos de Big Black sonaban como una motosierra entrándote por el cráneo y hasta el día de hoy son fundamentales para entender el paso punk a post punk desde las perspectivas más viscerales.
El lazo de Albini con el post rock fue fuerte y ayudó a algunos nombres icónicos como Don Caballero, Mono, Sunn O))) y Mogwai a pulir su sonido, sin embargo, fue con el colectivo canadiense Godspeed You! Black Emperor y su Yanqui U.X.O., que dio un paso certero justo cuando la banda estaba mutando con un breve cambio de nombre (moviendo el signo de exclamación del «emperador» al «tú»). La banda describió el álbum como «simplemente rock instrumental crudo, enojado, disonante y épico».
Albini, como incansable de la búsqueda y no ajeno a lo que estaba pasando en el rock actual, trabajó hace hasta hace un par de años en un álbum en vivo con black midi en sus Electrical Audio Studios en Chicago capturando canciones de todo su catálogo. Seis de esas canciones están impresas en seis flexi-disc y si eres fan de la banda, es una colección muy bonita y que lleva la marca del maestro.