Dee Snider en Chile: Huevos metálicos con aceite
Regresó tras los contundentes conciertos liderando a Twisted Sister en Santiago (2010 y 2013), esta vez debutando como solista en suelo local. Su excusa fue la presentación del disco For the Love of Metal (2018), uno de los trabajos más destacados de la temporada pasada. Con fecha pactada para el 24 de marzo en el Club Chocolate, aunque a último momento el concierto se trasladó hasta la Blondie. Con los nacionales Exxocet como número de apertura, que ya a las 20:15 saltaron al escenario. Glam rock muy en la veta de la velada, y que muy buenas críticas les ha valido su debut Rock ‘N’ Roll Under Attack (2015). Con un show que bordeó los 50 minutos, y al que hasta les alcanzó para mostrar un adelanto de su siguiente placa Mighty Jungle; con fecha de salida durante los próximos días.
En tanto la Blondie apenas alcanzó un poco más de la mitad de su capacidad, se tuvo que esperar hasta eso de las 22:00 para que se apagasen las luces; por un retraso del vuelo, que traía al plato fuerte, proveniente de São Paulo. Pasó por parlantes Exciter, de Judas Priest, antes que Dee Snider saliera rabioso con potentes versiones de Lies Are a Business y Tomorrow’s No Concern. Pero con la voz ahogada entre la amplificación de la banda, recién pudo escuchársele bien en You Can’t Stop Rock ‘N’ Roll; la primera de Twisted Sister en hacer su aparición estelar. Contento de estar aquí, aunque bromeó más de una vez sobre el lugar escogido; prometiendo que para la próxima vez se asegurará de que se trate de uno a la altura.
American Made nos hace regresar al trabajo que lo trajo por aquí. Un riff de corte clásico y de ritmo pesado, como todo lo demás que tiene el ya mencionado For the Love of Metal; lo que el mundo entero esperó de la reunión de Twisted Sister (2003-16), en vez de la re-grabación del clásico Stay Hungry y un disco navideño. Pero ya que se habla de Stay Hungry, la siguiente cayó como anillo al dedo: Burn in Hell, mientras que los reflectores se volvieron rojos. I Am the Hurricane pasó rápida antes de uno de los momentos más esperados de la noche: We’re Not Gonna Take It. La Blondie se transformó en una olla de presión, hasta que llegando al final el mismo Dee hizo una pausa, como es la costumbre hizo su discurso sobre la conexión de los hispano hablantes con este tema; arengando para se hiciera presente el huevos con aceite, que tomó con fuerza la última parte de la canción.
Tras lo que él mismo definió como material para fans duros, en específico sus fans duros, dejó caer una versión de Ready to Fall; rescatada de su banda Widowmaker (1992-94). The Price, cómo no, se transformó en otro punto alto; pidiéndole a la gente que sacase sus encendedores y celulares, mientras en el telón atrás del escenario pasaban imágenes —de no la mejor resolución, de colegas fallecidos: Ronnie James Dio, Lemmy, Kevin DuBrow, Randy Rhoads, Malcolm Young, Jani Lane, Phil Lynott, y un largo etcétera; cerrando con A.J. Pero, el encargado de la batería en Twisted Sister. Become the Storm calentó el ambiente, antes del material antiguo más pesado del repertorio: Under the Blade. Tras una pausa, donde volvió a arengar y pidiendo completa participación, remató con I Wanna Rock que retumbó como ninguna otra lo hizo. Sin bis de por medio, se lanzaron sin descanso al ataque con For the Love of Metal; no pudiendo ser de otra forma, el broche de cierre más idóneo.
Snider como siempre en gran forma, de buen ánimo y con un excelente nuevo material bajo el brazo. Pero esta vez, dio la sensación de que todo se alineó para funcionar a media máquina: el cambio de recinto, la baja venta de entradas, el retraso de último minuto —informado cuando la gente ya había llegado. Hasta para finalizar fue escueto, un poco a la rápida como para salir lo antes posible del paso: no hubo presentación de la banda, ni la canción que utilizó para cerrar en las otras fechas sudamericanas: un cover de Highway to Hell, de AC/DC. Con apenas 75 minutos de duración, pasó apenas a la rastra; quizás le faltó un poco de aceite a esos huevos metálicos.
Fotos por Bastián Cifuentes Araya