Descendents y Circle Jerks en Chile: Lecciones con la vieja escuela
Lejos de ser una apacible tarde de domingo, ayer se vivió una intensa jornada de conciertos en Santiago. Especialmente para la fanaticada del hardcore. Mientras Madball reventaba el Teatro Cariola, en Club Chocolate ocurría una de las fechas más esperadas de este año. Descendents y Circle Jerks, dos importantísimos nombres de la escena punk californiana, se congregaron en el primero de dos conciertos en la capital, ofreciendo una postal histórica, donde no faltaron las anécdotas, algunas curiosidades, y los enérgicos himnos de ambos gigantes de la vieja escuela.
Respetando el horario pactado, Circle Jerks subió al escenario entre aplausos y gritos ansiosos del público. Keith Morris y Greg Hetson se llevaron un cariño especial, ya que sobre sus hombros cargan la trayectoria de nombres como Black Flag y Bad Religion, además del proyecto que comparten en común. Si bien se trató de una presentación alucinante, lo cierto es que adoptó una dinámica bastante inusual. Y es que Keith Morris, como buen orador y dueño de mil historias, se tomó extensos minutos para contar anécdotas o conversar con el público entre cada canción, lo que descolocó y puso a prueba la paciencia de más de algún asistente. Si bien este ritmo interrumpido solía cortar abruptamente el ímpetu veloz y agresivo del setlist, la categoría de Morris, como patrimonio vivo del punk, nos permitió gozar de relatos valiosos de primera fuente.
Más allá de los discursos, Circle Jerks se expresó perfectamente a través de su música. Hetson y Zander Schloss sonaron impecables, mientras que Joey Castillo demostró por qué es uno de los bateristas más hábiles de la escena punk estadounidense. Con un listado que incluyó alrededor de una treintena de canciones, la banda arrancó con “Deny Everything”, para dar paso a otros clásicos que fueron percibidos inmediatamente por el público, destacando “Stars and Stripes”, “Back Against the Wall”, “Behind the Door”, “I Just Want Some Skank” y “Beverly Hills”; sin embargo, los momentos más celebrados fueron junto a “Wild in the Streets”, “Don’t Care/Live Fast Die Young”, “Red Tape”, “Wasted” y “I Wanna Destroy You”, para luego despedirse y agradecer a los presentes en Club Chocolate por esta nueva, y quizás última, ocasión para compartir juntos.
Igual de sólidos, pero con un enfoque mucho más tradicional y directo a la acción, Descendents dio un extenso repaso a su repertorio, con un setlist que también bordeó la treintena. La figura de Milo Aukerman es un ícono total para la cultura del hardcore punk, y así se hizo notar en cuanto apareció sobre el escenario. Saludando y dedicando breves palabras a todos los presentes (tanto bajo como sobre el escenario), los californianos dieron inicio a una fiesta que no se detuvo en todo momento.
Dentro de lo más destacable, la banda logró plasmar un repertorio que goza de muchos matices, pasando por la agresividad, el humor bobo y los sentimientos intensos de amor y desamor, todo acompañado por el punk melodioso que los caracteriza. Al igual que sus compañeros de gira, Descendents buscó la conexión inmediata con un público evidentemente fanático. El inicio estuvo marcado por canciones como “Hope”, “Silly Girl” o “Everything Sux”, con las que no fue difícil encender la euforia y fomentar tremendos moshpits que desbordaban el Club Chocolate.
El carisma de Milo es otro gran aspecto a considerar, ya que ayudó a mantener la moral en alto, sin dejar de conectar con el público mediante saludos, abrazos emotivos y más de alguna ocasión en que cedió su micrófono. Poseído por el entusiasmo, el frontman también se aventuró a lanzarse hacia un stage dive entre el público, coronando esta valiosa complicidad. Los himnos continuaron con “Myage”, “I’m Not Punk”, “Bikeage”, “I Dont Want to Grow Up” y «I’m the One», levantando cantos colectivos, mientras que los cortes más fulminantes de la banda, como “I Wanna Be a Bear”, “I Like Food” o “Weinerschnitzel”, lograron concentrar al máximo la energía de los presentes por algunos pocos segundos.
Tras un show de más de una hora, Milo pedía el apoyo del público para la última porción del repertorio, evidentemente cansado y con la voz partida, pero feliz. El Club Chocolate acompañó gustoso las canciones “Thank You”, “Kabuki Girl”, “Catalina” y “Suburban Home”, que marcaban el final de la presentación de Descendents. Con amplias sonrisas y saludos al público, la banda completa se despidió del escenario y agradeció tantas muestras de cariño a lo largo de la jornada.
Llama la atención el carácter transversal en las generaciones de fanáticos presentes en esta primera fecha, lo que da cuenta del gran legado de ambas bandas. En una tarde memorable, cada uno de estos proyectos supo aportar con un enfoque diferente y propio. Circle Jerks fue un recorrido histórico en muchos sentidos, mientras que Descendents transmitió su completa entrega y cercanía con el público. Pese que aún queda una fecha a cuestas para estos pesos pesados del punk, sorprende la capacidad para darlo todo, lo que se agradece y le da un sabor especial a una jornada seguramente irrepetible.