DeWolff: «Roux-Ga-Roux» (2016)
Electrosaurus Records, 2016
Curiosa época para revivir uno de los géneros más ricos del rock y, a la vez, uno de los más ignorados. La sicodelia, esa revolución inconclusa que parió la costa oeste de EE.UU. a mediados de los 60 y que no tardó en infectar a los ingleses -desde The Beatles hasta Cream-, hace ya unos años ha tenido un poderoso y variopinto revival, cuyo sonido lleva cultivándose por 40 años para cosechar joyas modernas como lo último de los oriundos de Galeen.
DeWolff, aunque desconocidos en esta parte del planeta, es un trío con etiqueta retro que forma parte activa de esta nueva generación que tomó la posta de la vieja sicodelia, con esa energía sonora que logra expandir los oídos gracias a la cadencia alucinante de la que sufre, cargada de humo y de momentos de claridad. En este, su quinto largaduración y según lo leído, el definitivo en cuanto a su cohesión como banda, logran consolidar su propuesta en el universo de la neo-sicodelia, recuperando la esencia de su pasado sonoro y plasmándola con fidelidad y carácter en once canciones que desarrollan varios conceptos e introducen variaciones ilimitadas.
Por eso, no es raro que Roux-Ga-Roux sea de esos discos que regresan (y te transporten) mágicamente a la época de The Doors y The Allman Brothers Band, en un viaje entre el rock sicodélico y una reinvención del blues de raíces sureñas norteamericanas, sacudiendo de paso las revoluciones del garaje e innovando, incluso, con algo de soul.
Lo que consiguen los holandeses con este nuevo trabajo es una categórica versatilidad con canciones repletas de matices y colores, donde las guitarras de Pablo Van de Poel surcan caminos infinitos mientras la batería de su hermano Luka marca los tiempos con una diversidad pasmosa, todo ello mientras el Hammond de Robin Pisón introduce geniales sonidos, diseñando pasajes sugestivos y lisérgicos, sumergiendo al oyente en un estado de catarsis embriagadora de la que es difícil sustraerse. Fe de ello lo demuestran temas como ‘Black Cat Woman’, ‘Sugar Moon’, ‘Love Dimension’ y ‘Baby’s Got a Temper’. Así como esas otras canciones que dilatan el tiempo gracias a la experimentación e improvisación, tipo jam sesión, como ‘What’s the Measure of a Man’ y ‘Tired of Loving You’. Todas, marcando a pulso su identidad.
Estas premisas con las que DeWolff forjan su personalidad se hacen coherentes a la hora de escuchar y re-escuchar este disco. La capacidad de asombro causada por el descubrimiento del sentir del blues y darle oportunidad a la sicodelia musical, hacen recuperar la fe de que estos reavivamientos de épocas pasadas no necesariamente tienen que significar innovación (dejemos de pensar que todas las bandas nuevas tienen que “inventar la pólvora”) ni menos sustracción (si asombra, captura y compenetra, imposible que sea sólo una “mala copia de”). Pensar eso es tan ingenuo como nuestras vidas y tan peligroso como nuestras drogas.
Por César Tudela B.