Disco Inmortal: Alice in Chains (1995)
Columbia, 1995
Un disco que ha cobrado valor sentimental con el paso de los años. Y no cabe duda alguna, es el último disco de Alice in Chains con Layne Staley, el del período más oscuro del cantante, donde desde ese brutal inicio con “Grind” nuevamente la lírica profética y oscura se dejaba caer tal como en casi cada una de sus canciones de los álbumes predecesores. El factor «crónica de una muerte anunciada» no sólo sentenciaba el sentimiento de derrotismo, hastío y alienación del cantante, sino que de la banda completa de este período, la del núcleo más importante históricamente: Staley/Cantrell/Inez y Kinney.
Lo de la portada es algo bien significativo además: el perro de las tres patas (que por lo demás existió) cohesionaba el espíritu de Alice in Chains como banda en esos momentos (aunque lo de Staley era cuento aparte). Por esos años las críticas llovían en torno a que la banda estaba acabada, que uno de sus miembros les faltaría (lógicamente Staley y sus pasos giratorios por las clínicas de rehabilitación de esos años daban pie a este tipo de comentarios) y a eso iba lo del carácter de desmembrada, un poco hablando de la supuesta carencia sin uno de los cuatro pilares, también de la pérdida de la inocencia, pero a la vez sobre la fuerza que tuvo la banda ante la adversidad para seguir adelante, tal cual como “Sunshine”, el nombre de la perrita de la portada que perdió una pierna persiguiendo a un automóvil pero que finalmente supo salir adelante y volvió aguerridamente a hacer lo mismo: irse encima de los vehículos. Espíritu de lucha, sacrificio, perseverancia. Sobre la portada muy trabajada y diseñada por Sean Kinney Cantrell tuvo algo que decir: “Para mí, la imagen representa la perseverancia porque el perro la está pasando mal, pero aun está allí.»
Es un disco redondo, conciso, muy poderoso y brillante; quizá no tan desgarrador como su antecesor “Dirt”, pero sí explorando esas vetas acústicas del “Jar of Flies”. Es un poco de ambos mundos, donde la curiosa forma de componer de la banda, jugando con los tiempos y escalas, logró un efecto sumamente conquistador.
“Grind” irrumpe nuevamente como un poderoso primer track de un disco de la banda, llena de riffs sombríos y potentísimos al mismo tiempo, muy recordado es el video donde nuevamente la perrita Sunshine es protagonista, la mutilación, la carencia, nuevamente rompe todo desde un inicio. El caso de ‘Sludge Factory’ es curioso, una especie de gospel grunge surge en ella, el juego vocal es intenso para una canción que se empezó a cuadrar desde los años del debut Facelift, llena de poesía oscura, en una era donde Staley, pese a lo enfermo que andaba con las drogas, emanaba de su cabeza versos sumamente geniales y perturbadores al mismo tiempo. Una obra épica y tenebrosa.
‘Brush away’ es casi reconfortante, espíritu AIC: sabíamos que en las letras no íbamos a encontrar cosas inspiradoras ni alentadoras, pero en los riffs había una energía totalmente motivacional, era esa bella ambivalencia que nos planteaba la banda, algo que la hizo tan distinta de las demás de su género, por cierto. ‘God Am’ y las trancas religiosas de Staley luchan eternamente bajo esos riffs desconcertantes, como que no se conecta mucho a sí misma, como si tratara de encontrar algo que nunca va a pasar, y una melodía envidiable en sus coros.
La casi perfecta “Heaven Beside You” es toda Cantrell, desde la letra en la cual se odia a sí mismo por ser tan idiota con su ex novia, hasta los rasgueos, riffs y melodías tan característicos en él, es una belleza que apacigua en un momento justo del disco. El caso de ‘Again’ es desbordante, otra vez Staley disparando cosas tan auto flageladoras como “Sé que cometí los mismos errores/No los haré otra vez, no /Porqué me das una cachetada en la cara ahora?/No dije que esto está bien.” Siempre reconociendo culpas y juzgándose a sí mismo por pasar tropezando con la misma piedra. La escalera de riffs nuevamente hacían de ella otra cosa genial poco vista antes y que sólo a AIC se le podía ocurrir.
“Head Creeps” es una voladora de cráneo simplemente producto de la rabia y sentimiento de miserabilidad de Staley y ‘Nothing’ Son’ que se movía por el mismo ámbito, pero con la particularidad de tener todo que ver con las influencias clásicas de Cantrell: Jimmy page, Hendrix y Bryan May dicen presente acá;, ‘Frogs’ es la segunda épica malnacida del disco, un tema que se revuelca en el fango de miseria, el mismo en que se vio envuelto Layne Staley: “no puedo despertar, tengo que despertar para causar este despertar, para ahogar este odio”.
‘Over Now’ es la despedida, una marcha fúnebre hacia el final de una banda que sabía que estaba llegando a su final pero que nunca se atrevió a tocar el tema ni menos a decírselo entre ellos mismos. Es un cierre casi perfecto, a sabiendas que también iba a ser la despedida de uno de los más grandes sucesos musicales de los ‘90’s. «Amo a la banda» comentaba Cantrell y habla de la imposibilidad de encarar una situación final como grupo, como dijo en esa oportunidad a Request Magazine: «Cuando todo esté desgastado, prefiero apartarme.».
No hay canción sobrante. Y fue la antesala del ocaso de AIC, de su primera época, de la emotiva, la oscura, la honesta. Todo lo que se dijo en él emanaba puramente del alma de sus protagonistas, de lo que sintieron, lo que vivieron y eso se transmite de forma prácticamente innata. Se le llamó el “tripod” debido a lo de la perrita con tres patas que tanto cariño le guardamos hoy en día, y en la contraportada aparecía este tipo fenómeno de tres pies de la serie Ripley. Un disco depresivo, como todos los de la banda, pero lleno de fuerza y corazón, sólo un par de elementos de muchos más que posee para considerarlo inmortal e imprescindible.