Disco Inmortal: Audioslave (2002)

Disco Inmortal: Audioslave (2002)

Epic Records / Interscope Records, 2002

El año 2000 fue un año triste para muchos. El fuego de una revolución musical, lírica incendiaria y actitud enorme llamado Rage Against the Machine se apagaba, luego de un anuncio lanzado por su frontman, pieza fundamental de la confrontación personificada e ícono total del rock alternativo de los noventa Zack de la Rocha, tras algunos conflictos internos que llevaron al grupo hasta optar por una terapia (de esas que poco sirven, pero que alcanzó ese tipo de ribetes).

Y sí, podríamos decir que hasta el día de hoy se extraña bastante a esta banda, pero algo que sin duda sirvió para subsanar aquello fue la aparición de Audioslave tras ese episodio, este sorpresivo conjunto de 3/4 partes de RATM sumados a la fuerza vocal de Chris Cornell, que resultó ser uno de los proyectos más celebrados del rock alternativo de la década de los 2000’s.

Catalogado como «el nombre de banda más estúpido de los últimos tiempos» por la prensa de la época, no pasó mucho a que el nombre de la banda pasara a segundo plano, ya que este debut nos deslumbraba con una entrega llena de fuerza musical como la que entregaba RATM, pero con un soplo violento e intenso hacia el hard rock setentero, lo cual, sumado a la enorme voz que siempre conocimos en Soundgarden de Cornell logró que encontráramos buen refugio para la viudez latente, aunque además viendo nacer otra gran banda, y pese a que no se pensó en él en la voz en primera instancia (hasta el fantasma de Layne Staley se rumoreó estuvo en carpeta e ideas y B-Real de Cypress Hill más cercano esos años, pero fue descartado por no mantener la esencia rap en el micrófono), al parecer todo indico que la dirección fue correcta en la elección.

Lo del nombre es bastante anecdótico, pues haciendo oídos sordos de la prensa lo defendieron hasta la muerte, ya que había una banda de Liverpool que se llamaba igual, pero este nombre- nacido en una especie de «iluminación» de Cornell y respaldado por toda la banda- se quedó con los estadounidenses, eso sí, pagándole 30.000 dólares a los ingleses que muy obedientes ante tal cheque se cambiaron luego a The Most Terrifyng Thing.

Fue una vorágine de rock las sesiones de este disco a principios de década, donde se engendraron 21 canciones en poco más de una quincena de días. Las ideas fluían prácticamente solas y la calidad de las composiciones empezaron a sorprender a sus mismos integrantes, pese a que la expectación ante esto era tanta, que se empezaron a filtrar algunos sonidos robados de los ensayos publicándolos en Internet como «canciones originales» del grupo, para malestar de Tom Morello. Finalmente la banda ante tanto rumor y filtraciones infames quiso apresurar las cosas y en 2002 vimos el resultado del primer tema grabado como corresponde, la gran «Cochise» convertida en todo un clásico reivindicatorio de la raza india americana y que representaba mejor que nunca la cruza entre la voz de Cornell (inmensa en este tema, hay que decirlo) y la fuerza rockera de la banda de los ex-RATM. Un clásico inmediato.

Pese a ese gran single, el disco tuvo mucho más que mostrar y la vena powerballad está latente en otra verdadera joya como ‘Like a Stone’, donde la melancolía y el encuentro de los últimos días de un hombre y la abrupta realidad de la muerte que nos llegará a todos, se mueve en una conmovedora marcha, excelente composición, ¿cuántas veces la habremos cantado ya? Demasiadas. Emocionante tema que Cornell no soltó jamás en sus futuras presentaciones fuera de la banda.

Fueron finalmente 14 tracks contundentes, quizá en este disco más que ninguno de los venideros de la banda, no sobraba casi ningún track. La gran ‘Show Me How to Live’ mantuvo la cadencia del grunge alternativo pero con esa onda y groove que Morello sabe entregar con su guitarra, su marca, su estampa, su sonido único que lo ha convertido en uno de los guitarristas más sobresalientes y únicos de la historia. Los coros para estallar cantando eran premisa. ‘Gasoline’ y la fuerza en los tarros de Brad Wilk se lucen en ella y otra gigante como ‘Shadow on the Sun’ hacía lo mismo, estructuras de canciones que no eran complejas, pero sí fueron bastante devastadoras cuando querían, porque acá no era grunge propiamente tal lo que escuchábamos. Había un sonido que le daba la vuelta a todo eso de los noventa. Eso sí, las melodías se graduaron de inolvidables en muchas de ellas, como la otra gigantesca powerballad ‘I Am the Highway’, sensible y emotiva, con un solo lleno de talento y emociones.

También hubieron cosas irrefutables que nos direccionaban a sus bandas «madres», por ejemplo ‘Bring Em Back Alive’ y esas distorsiones en las voces o ‘Hypnotize’, que recogian esa cosa onírica y divagante del Soundgarden más bizarro, más la técnica de Tom Morello jugando con el mástil de la guitarra haciendo maravillas, divirtiendo a las masas como siempre ha sido su trabajo. Morello, insistimos, es el gran crack de este disco.

Lo que hizo el productor Rick Rubin no es nada menor, y no hablamos de lo que es evidente en el sonido, sino que él fue el artífice de la reunión de Cornell con los Rage viudos de vocalista. Este proyecto salvó tanto su estirpe que pese a críticas, luego logró dar con su identidad propia, callando la boca de críticas y fans puristas del sonido de las bandas anteriores de los integrantes. Cornell volvía a gritar con una fuerza descomunal Zeppeliana acompañada de rock potente, crudo y sin concesiones por lo demás, algo que no veíamos desde que Soundgarden había hecho su primer cese, en 1996. Un disco Inmortal e imprescindible de la década de los 2000’s que siempre dará gusto repasar.

 

Patricio Avendaño

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