Disco Inmortal: Pearl Jam – Binaural (2000)
Epic Records, 2000
Para Pearl Jam muchas cosas habían cambiado ad portas de entrar al nuevo milenio, pues la madurez musical mostrada en Yield (1998) definió claramente el sonido que irían a adoptar en términos de composición de cara al futuro, aunque la grabación de lo que fue Binaural conllevó el timing menos adecuado para el que tal vez fue el proceso creativo con más barreras y bloqueos que el grupo tuvo que sobrellevar. Decisiones apresuradas, pequeñas trampas que fueron derivando a una sensación forzosa de buscar inspiración. Stone Gossard explicó que “intentábamos a la vez escribir cosas individualmente y luego seguir siendo Pearl Jam, pero realmente debimos haber sido capaces de más”, señalando la angustia y frustración que en su momento el cantante Eddie Vedder, experimentado en escribir las mejores letras de su discografía, ya no sentía que había algo que contar.
Anteriormente, La salida de Jack Irons por temas personales derivados de la ansiedad y demonios del pasado, hizo nuevamente que los pertenecientes a Seattle tuviesen que elegir a otro baterista para completar su formación. Y en el reemplazo de un factor vital muy completo como lo fue Jack, entró una opción hermanable y totalmente capacitada para este nuevo capítulo, nada más y menos que Matt Cameron, amigazo de todos los integrantes y liberado de sus responsabilidades con Soundgarden en esos años. El grupo debía nuevamente surcar otros sonidos y claramente descubrir una definición distinta en la ejecución de sus mayores hits en vivo, pero con esto también llegaban al punto de definir su sonido entrando al nuevo milenio.
Con mayor libertad creativa de Mike McCReady y Jeff Ament en el proceso, cuesta creer que en sus comienzos un disco como lo fue Binaural terminó siendo el fracaso comercial más grande que el grupo había tenido hasta la fecha, incluso “Ten” (1991) seguía vendiendo muchas copias, y claramente la mentalidad de cada miembro se estaba alejando de algo objetivo. Si tomamos un ejemplo, escuchar las salidas psicodélicas y despliegue soberbio de Mike en “Nothing as It Seems” demostraba claramente este factor en donde había ideas dispersas que desordenadas en el rompecabezas. Y todo ese desquite emocional de 6 cuerdas lo pilló en el momento que tenía que afrontar la enfermedad de Crohn que le estaba afectando la salud, expresando que “tomaba pastillas para sentirme mejor, pero se me acabó escapando de las manos y todo se volvió muy oscuro”. Esta pieza debe de ser de las más sombrías mostradas en este disco, creando incertidumbre y sensaciones confusas, uno de los temas con mayor ambigüedad en su escrito (este por Ament) se complementó totalmente con la explosión sónica de la guitarra de Mike.
El aura que implicaba la grabación de este disco, el primero sin Brendan O’Brien, era el de ser uno que exploró los lados más negativos de cada integrante, dándose vuelta roles, pero así reluciendo y sacando el brillo de cada en sus respectivas canciones. Incluso lo que se percibe desde el primer track es una sensación de suciedad, pero también de poca claridad, pero que le da ese toque final a un álbum que ha envejecido muy bien para su entrada al nuevo milenio. Otro gran punto de sensibilidad y tristeza es el del tema más personal, “Light Years”, tal vez de las canciones más lacrimógenas y sinceras que Eddie ha escrito en su carrera. Incluso en su presentación en Pinkpop del año 2000, el cantante dedicó esta canción a Diane Muss de Sony Music, quien era una amiga personal de la banda, esto señalando la importancia funeraria o de decir adiós que esta canción relata. “A donde sea que te hayas ido/ y donde sea que quizás vayamos/no parece justo, aparentemente estas a gusto/ tu luz reflejada ahora/reflejada desde lo lejos/éramos simplemente piedras/ tu luz nos convirtió en estrellas” es lo que canta con un alma apenada Vedder, cual fácilmente puede la frase que define al álbum en su totalidad.
Dentro de los bloqueos musicales, pues Eddie se esforzó en sacar sus temas más poéticos y existenciales, como igualmente una de las más irónicas—pero dulces— que ha escrito con ukelele, la tierna “Soon Forget”, la cual desde su comienzo tibio va tornándose en una canción relajante que expresa sobre la falta de memoria y básicamente sobre como las cosas superficiales de la fama terminan creando un olvido a las emociones reales. Puede ser un auto-retrato burlesco de su estado en ese entonces igualmente, pero lo que queda es esa melodía tranquila con cuerdas trayendo memorias lejanas.
Habiendo escuchado un comienzo con tracks con rabia punk y rocanrolera como “Breakerfall”, “God’s Dice” y “Evacuation” (escrita por Jeff Ament) , cada una con letras encriptadas y de total libertad interpretativa, pues se percibió el trato dado por el productor Tchad Blake al implementar los efectos sonoros Binaural utilizados como detalle novedoso dentro del sonido de la banda, los cuales daban esa perspectiva psicodélica en la ejecución de guitarras y esa ambientación espacial de la cual también el arte se empapó. La foto de portada es la nebulosa de “reloj de arena”, una imagen preciosa que demostraba que la vida es solo una, esta avanza consigo con los problemas, pero también afirmando que dentro de un planeta en donde Pearl Jam era la banda más famosa, pues eran una partícula minúscula con todas las posibilidades que el espacio exterior contiene. Nuevamente una declaración de que querrían alejarse cada vez más de lo que fue su éxito arrollador a inicios de la década del 2000 y de su fidelidad a las ciencias.
Tal vez el momento en donde Matt Cameron se luce con su sello de contra-tiempos es “Insignificance”, canción escrita por Eddie, que tiene esos saltos más cercanos a temas de Soundgarden, pero aplicados en la clave del quinteto, en donde las guitarras son más intensas y los coros mucho más marcados. Uno de los factores que Gossard también reniega es que habiendo sido el debut con Matt, pudieron haberlo aprovechado más para partir esta nueva etapa al igual que en su etapa con Temple of the Dog, admitiendo que “escribieron canciones en donde no pensaron tanto en él”.
Temas potentes y prendidos como “Grievance” o la política y atípica manifestación distorsionada de “Rival” demuestran que, dentro de las temáticas, hubo siempre una idea de que lo que se empezó, tenía que terminar. Muchos temas diferían incluso en los instrumentos utilizados, como el blues ambiental de “Of the Girl”, donde se puede percibir el uso de percusiones bohemias como los bongoes y también mayor enfoque en los efectos. Como también una de las acústicas más tranquilas como “Thin Air” estaban pensadas como uno de los temas que iba a ser más popular, esto confirmado por el vocalista durante una de sus presentaciones en Canada el año 2016, pues se trató de construir una visión difusa, pero claramente la faceta más experimental de la banda desde su estado de declaración en No Code (1996). “Sleight of Hand” es el cansancio igualmente de un proceso que logró ser completado, pero siendo un total incomprendido, que después se declara un descanso con “Parting Ways”, mucho más cargado en crear un muro de sonido mientras Eddie canta los versos con mayor enfoque en la tensión dramática. Vedder recuerda que “Stone pensó que no deberíamos seguir con esto, creo que fue un problema que fue directamente hacía nosotros, o algo respecto a nuestra seguridad. Pero no había nada más que pudiésemos haber hecho”, finalizando esta frase agradeciendo a sus ídolos Pete Townsend, Roger Daltrey y Tom Waits por ayudarlo, porque en ese momento él se sentía en una “maldita posición fetal”.
Si este fue el disco más complicado de armar, y el que en su tiempo costó digerir, pues hoy en día como consecuencia del tiempo, pues este es considerado por muchos de los fanáticos como la obra favorita dentro de su propuesta. Y debe ser que el intentar algo nuevo, arriesgarse en el punto del colapso, como también las bajas ventas que obtuvo, pues se convirtió en la joya de la discografía de la banda, incluso sonando fresco y novedoso hasta el día de hoy. De una suciedad y tensión indeleble, apareció un diamante que hasta hoy en día brilla por eso: su rareza. Podríamos decir que muchas de las ideas ejecutadas acá con inseguridad, fueron incluso pulidas y mucho mejor aprovechadas en el lanzamiento de su último disco, Gigaton.
Por Pablo Rebolledo