Disco Inmortal: Blur – The Great Escape (1995)
Food Records / Virgin Records, 1995
El britpop. Ese movimiento que fue un encapsulador de bandas que, muchas veces, poco tenían que ver entre sí y que conoció su época de oro en la primera mitad de los ’90, tras el ocaso del grunge y antes de la eclosión de una cantidad de subgéneros indie que aparecerían en escena. Sin temor a equivocaciones, “The Great Escape” debe ser etiquetado como un trabajo emblemático del britpop, aunque con la ayuda de haber sido lanzado en el momento de mayor efervescencia del género y aunque, por momentos, los rasgos más representativos sean dejados de lado en varios temas. La diferencia fundamental que aleja el trabajo de Blur de los intentos de otras bandas de la época, fue una inteligencia creativa prodigiosa, la que estuvo equilibrada con arreglos musicales frescos y con un valioso interés por salirse de la norma.
El track de inicio es la frenética “Stereotypes”, aquella que remueve tu cuello con un riff punk bestial, bombeante de descaro, apuntalado por un extravagante sintetizador que merodea una melodía radiable, mientras Damon Albarn entona un relato desesperanzado sobre las prácticas de las familias de clase media de la época, llegando a la crítica social. El estribillo es genial porque destaca un tópico recurrente en “The Great Escape” como lo fue la ansiedad por estar cerca del fin de siglo y la banalidad de los proyectos por venir. Una dirección similar toma la excelente “Country House” que narra los remedios triviales que un exitoso hombre de negocios encuentra para su stress. El desarrollo musical son dos relatos antagónicos, que interactúan constantemente. La soberbia melodía britpop y el trasfondo instrumental de versos y estribillo son rebosantes de alegría. “Best Days”, por el contrario, muestra un estribillo equilibrado por una melodía conmovedora, además de un maravilloso piano. Este track resume, de alguna forma, la contundencia del álbum en cuanto a temáticas: el individualismo, lo popular, la soledad… todo al ritmo de armonías vocales perfectas y un sonido melancólico. Aquí, la veta más oscura del álbum alcanza su más acabada expresión. “Charmless Man” es, posiblemente, la canción del disco con más influencia de ese gran narrador que es Ray Davies. Nos recuerda las historias que contaban los Kinks y que trata sobre las falsas apariencias y la hipocresía. Una vez más la melodía, tanto en los versos como en los pegajosos “na-na-na-na-na-na-na”, hacen gala de todo el carisma y falsedad que, sin descaro, busca transmitir la banda.
Enfilando hacia el lado más reposado del disco, “Fade Away” describe los males del matrimonio con suaves acordes, excelentes arreglos, muy estilosos y con mejor producción. «Top Man» es un track muy creativo en su composición, desdoblándose en un remolino repleto de coros de ultratumba, sintetizador, un aire arabesco, silbidos y un estribillo que deletrea el nombre del protagonista. “The Universal” es un momento único. Impecable construcción melódica, que avanza majestuosa entre suaves cuerdas y coros que quieren despertar la conciencia. El final es emocionalmente y reflexivo. El track logra conjugar, perfectamente, lírica y música. El atípico jazz-rock-pop de “Mr. Robinson’s Quango” es la plenitud de cambios de ritmo y deliciosos interludios instrumentales, los que se adornan con un buen manejo de vientos. “He Thought of Cars” muestra una aleación perfecta de efectos de guitarra, con voz y arreglos acústicos que pareciesen tomados de algún álbum del Bowie de inicios de los ’70. Tiene una textura psicodélica y una melodía enigmática aunque, a pesar de tantos detalles, queda un peldaño más abajo que las demás.
«It Could Be You» es la canción más pop del disco; la parte vocal es una recitación, la melodía es más rudimentaria y el acompañamiento de cuerdas no es tan brillante. “Ernold Same” tiene un estilo muy Syd Barrett y unos arreglos de cuerdas totalmente británicos, muy clásicos al oído. Y esta sería una de las críticas principales del disco. “Globe Alone” tiene marcada influencia punk; se nota rebelde, con tonos muy juveniles. La fiereza, por momentos, se nota forzada, pero resulta un buen corte. “Dan Abnormal” es una inmersión en la mente trastornada de un tipo que ha sucumbido al veneno de la vida moderna. Todos los aspectos de la canción, desde la percusión y los “la-la-la-laaa” hasta la letra, son interesantes pero, a estas alturas del disco, suenan más débiles que otras propuestas. “Entertain Me” retoma el nivel de la primera mitad y sigue los pasos de Stereotypes», para gestar un excéntrico punk-pop con energía desatada, una exquisita locura y muy buena melodía. Y para cerrar está “Yuko & Hiro”, la que destaca por una batería desenfadada y una plácida atmósfera de claras influencias ambient-pop.
Este es un disco lleno de éxitos, de coros pegajosos, arreglos limpios, pianos cautivantes y guitarras asombrosas. El discurso alude a la música, a la vida moderna, a la soledad, a los medios. “The Great Escape” es una experiencia decisiva en la carrera de Blur, pues se ubica en medio del multipremiado “Parklife” y el consistente “Blur”. Promocionarlo y perder la batalla frente a Oasis (la diferencia en las ventas fue gigante con respecto al “Morning Glory”) serían un punto de inflexión que los llevó a la mesura. Y, quizás, fue esto lo que los salvo de la megalomanía que destruye bandas exitosas por su deseo o necesidad de virar hacia el público masivo. Para 1997, Blur había tomado la decisión de expandirse a otros espacios, cada vez más alejados del mainstream y más cercanos a la exploración de sonidos relegados por las tendencias pop de la época, y esto ya era visualizado en algunos tracks de este “The Great Escape”. Un giro hacia la madurez musical.