Disco Inmortal: Congreso – Terra Incógnita (1975)
EMI Odeon, 1975
Era 1975. Muchos de los que ahora leen esta reseña no habían nacido o bien eran muy pequeños. Poco supieron de este disco que vio la luz luego de dos años de haber empezado su grabación. El país era otro y esto tiñó este segundo disco de una de las bandas trascendentales de la historia de la música chilena reciente. Recordemos que la producción artística sería puesta bajo vigilancia y la distribución y difusión era sujeto de abierta censura. Por eso este disco es relevante, porque logró escucharse y porque, en lo artístico, corresponde a un giro de Congreso hacia el contenido popular y hacía una poesía cargada de un mensaje enrarecido, anclado al son de las raíces latinoamericanas.
“Donde estarás” es una especie de tonada y cueca que mezcla equilibradamente los instrumentos nortinos, en una danza suave que se extiende por todo el tema. “Romance” es una conjunción de tiempos y armonías más tranquilas. “Los maldadosos” tiene un interesante juego de texturas en la intro, característica de la banda. Parece un ritmo dedicado a aquellos que siempre hacen una travesura; platillos dictando la melodía que, al minuto, cambia y se orienta hacia la alegría y la danza; el final es muy hermoso, con un mensaje cargado de emotividad. “Canción de la Verónica” es muy emotiva, cantada con sentimiento por Sazo y acompañado sólo de un par de instrumentos que apenas le señalan el camino del tema.
“El torito” retoma la alegría, suenan las flautas, zampoñas, y charangos. “Tus ojitos” es una hermosa creación; sigue el patrón de las anteriores en cuanto a un comienzo rápido, dando paso a la voz de Francisco Sazo como protagonista del tema acompañado, de fondo, con una suave guitarra y flauta. “Juego” es diferente a las otras ya que tiene más cuerdas, guitarras más llorosas hacia la mitad del tema. “Quenita y violín” son puras melodías poderosas, transportadas desde el norte a fuerza de pura interpretación instrumental.
“Vuelta y vuelta” es más sinuosa, más lenta al comienzo, con un canto aletargado que va subiendo al compás del charango; un tema hermoso en su composición y evolución. “En Río perdí la voz” entra con alegría, con muchas melodías, mezclando las guitarras con las flautas, la batería con arpas e instrumentos del norte, en perfecto equilibro. “Canción de boda” es otro mensaje hermoso, que narra ese día especial para varios; cercano a la tonada chilena, perfectamente acompañada por esta orquesta creativa. “Canción de reposo” es más sosegada en su melodía, suaves golpes al tambor y un suave teclado. “El oportunista” tiene más ritmo acelerado, algo más rockero, dejando un poco de lado lo nortino. Y “Entre la gente sencilla” nos habla de creer en la vida y la verdad al ritmo de un coro suave, flautas y panderos.
Así es como, en algo más de 40 minutos, tienes un repaso melódico esencial en la discografía del grupo, con mucho uso del color, otorgado en gran medida por la cantidad importante de instrumentos altiplánicos que desfilaron por cada tema. “Terra Incógnita” es importante porque fue único en su tiempo (donde casi no se sacaban producciones) y también por el testimonio que entrega. Ante la noticia de su reedición hemos querido rescatar esta joya que refleja un momento y un contexto de un Chile dificilísimo y, además, porque es un disco casi fundacional de lo que conoceríamos después como canto nuevo.