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Disco Inmortal: David Bowie – Let’s Dance (1983)
EMI America, 1983
La historia lo reconoce como un artista que siempre estuvo a la vanguardia y que no tuvo temor de aventurarse a nuevas posibilidades; David Bowie buscaba los momentos para descubrir cómo amalgamar su propio estilo con los movimientos que nacían, y Let’s Dance fue una de las etapas en que mejor se apreció su capacidad evolutiva.
Los 70’s habían visto el desarrollo de sus personajes, y los 80’s lo sorprendían bebiendo de la experiencia de la actuación, entre cine y teatro, hasta que se asocia con el guitarrista Nile Rodgers. Allí quiso jugar con un sonido más accesible, la intención era renovar su sonido y añadirle toques atractivos al oído de un público más masivo. Toda la inspiración de esos incipientes años 80, dio origen a “Let’s Dance”.
Lanzado en abril de 1983 bajo el sello EMI, siendo el primero en esta casa, fue, además, el primero donde David decide no tocar ningún instrumento. Los acordes iniciales son una estruendosa guitarra marcando el ritmo antes de la percusión, mientras entra el post soul de “Modern Love”, pista que recuerda a Little Richard, uno de los artistas que más escuchó mientras elegía las canciones para el disco. Tony Thompson, de Chic, fue invitado a tomar las baquetas en una composición más madura. Una curiosidad fue la revisión de una colaboración que David había tenido, años atrás, con Iggy Pop; para este disco resurgió “China Girl”, del álbum “The Idiot”. El sonido pierde el carácter glam del original, pero se la reviste de una elegancia sonora brutal, dada la perfecta ejecución de los instrumentos; cuan crooner, Bowie dejó su seductora voz para la inmortalidad.
La homónima es un gran éxito, sin duda uno de los más legendarios que David alcanzó. Originalmente concebida en formato acústico, es la muestra de la habilidad de Rodgers de crear una contundente pieza bailable, que deja ver una nueva cara del funk en años pop; son siete minutos hipnotizantes, que son sinónimo de movimientos y desinhibición, mientras la guitarra, con delay, juguetea con los vientos, y junto con el lucimiento de un bluesero no tan conocido por entonces, Stevie Ray Vaughan, quien dejó su destreza expresada en un genial solo de guitarra luego de la sección instrumental. Sus teclados, los efectos sonoros estridentes y el ritmo del bajo, dan lugar a una canción brutalmente rítmica y un absoluto clásico de la pista de baile.
“Ricochet” hace un guiño al interés del mundo beat por la música popular occidental, con un registro más heterogéneo, mientras que la insinuante “Criminal World” es otra reinterpretación de David que se adapta a una gran mezcla funk pop, con Vaughan luciéndose nuevamente. “Cat People (Putting Out Fire)” fue regrabada (había sido incluida en la banda sonora del filme “Cat People”), y es de los momentos más contundentes de “Let’s Dance”. Los teclados vuelven a ser vigorosos, afianzando la sensación de que este disco estaba adaptado al tiempo que se vivía. Y para corolario de aquello, “Shake It” tiene la melodía techno pop más desvergonzada del álbum y unos coros femeninos sólidos.
Nile Rodgers y David Bowie concluyeron “Let’s Dance” en sólo 17 días, en Nueva York. Llegó al n° 1 con el single y marcó la etapa pop de la metamorfosis del británico. El disco es otra demostración de cómo David Bowie pudo aplicarse sin problemas con el sonido disco de los 70’s y con las guitarras que asomaban incipientes en 1983, para crear “Let’s Dance”, un excelente experimento para complacer a la nueva discográfica del ex Duque Blanco, pero también para brindar una pieza de calidad para llegar a un público sediento de nueva música, en un momento donde la new wave era el amo y señor.